Papa Francisco en la Audiencia General: «Un matrimonio es el icono del amor de Dios con nosotros»

* «Permiso, gracias y perdón. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo, y con hacer las paces siempre antes de que termine el día: el matrimonio saldrá adelante»

2 de abril de 2014.-(13 TV / Radio Vaticano Camino Católico)  Recemos ‘en’, ‘con’ y ‘por’ la familia, en particular por las que viven dificultades, invitó el Papa Francisco, que centró su catequesis de esta mañana en el matrimonio.

Concluyendo el ciclo dedicado a los Sacramentos, destacó que el matrimonio es el «corazón del designio de Dios». Dios que, es «comunión», «se refleja» en el hombre y la mujer que celebran el sacramento del matrimonio, reiteró el Obispo de Roma, invitando a los esposos a tomar conciencia de que «el verdadero regalo de bodas es el del Señor». Y subrayando que, «con la gracia de Cristo», son «iconos vivos y creíbles de Dios y de su amor», el Papa Bergoglio hizo hincapié asimismo en que el «matrimonio responde a una vocación específica y debe considerarse como una consagración».

También este miércoles miles de fieles romanos y de peregrinos – se calcula unos 45 mil – de tantas partes del mundo acudieron a la Plaza de San Pedro para escuchar las palabras del Santo Padre y recibir su bendición. En el vídeo se visualiza y escucha la catequesis del Papa y la síntesis en español.El texto completo de la meditación del Santo Padre es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre los Sacramentos hablando del Matrimonio. Este Sacramento nos conduce al corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza con Su Pueblo, con todos nosotros, un diseño de comunión.

Al principio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, como culminación del relato de la creación se dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó… Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne». (Génesis 1, 27; 2, 24).

La imagen de Dios es la pareja matrimonial, es el hombre y la mujer. Los dos. No sólo el varón, el hombre, no sólo la mujer, sino los dos. Y esta es la imagen de Dios. Y el amor y la alianza de Dios en nosotros está allí. Está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es muy bello. ¡Es muy bello! Hemos sido creados para amar, como un reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva.

1. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por así decir, se «refleja» en ellos, les imprime sus propios rasgos yel carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es el icono del amor de Dios con nosotros. ¡Es muy bello!. También Dios, de hecho, es comunión: las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente este el misterio del Matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia -y la Biblia es fuerte, dice «una sola carne»-, así de íntima es la unión del hombre y de la mujer en el Matrimonio.

Y es precisamente este el misterio del Matrimonio. El amor de Dios que se refleja en el Matrimonio, en la pareja, que deciden vivir juntos. Y por eso el hombre deja su casa, la casa de sus padres, y se va a vivir con su mujer y se une tan fuertemente a ella que se convierte -dice la Biblia- en una sola carne, no son dos, son uno.


2. San Pablo, en la Carta a los Efesios, destaca que en los esposos cristianos se refleja el misterio que el Apóstol define como «grande», es decir la relación instaurada por Cristo con la Iglesia, una relación exquisitamente nupcial(cfr Ef 5, 21-33). Esto significa que el Matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración (cfr Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración. El hombre y la mujer son consagrados por su amor, por el amor. Y los esposos, de hecho, en virtud del Sacramento, están investidos de una verdadera y propia misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, sin dejar de donar su vida por ella, en la fidelidad y el servicio. 

3. ¡Realmente es un diseño estupendo el que subyace en el sacramento del Matrimonio!Y se realiza en la sencillez y también en la fragilidad de la condición humana. Sabemos bien cuantas dificultades y pruebas experimentan la vida de dos esposos… Lo importante es mantener vivo el vínculo con Dios, que está en la base del vínculo matrimonial. Y el verdadero vínculo es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene. Cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo, esta unión se fortalece. Uno reza por el otro.

Es verdad que en la vida matrimonial hay muchas dificultades, muchas: el trabajo, el dinero que no basta, los niños que tienen problemas… Muchas dificultades. Y tantas veces el marido y la mujer se ponen un poco nerviosos y se pelean entre ellos, ¿o no? Se pelean, ¿eh? Siempre, siempre es así, siempre se pelea en el matrimonio. Pero, algunas veces, ¡vuelan los platos!, ¿eh? Vosotros os reís, pero es la verdad. Pero no debemos… no debemos entristecernos por esto, la condición humana es así.

Pero el secreto es que el amor es más fuerte que el momento de la pelea. Y por esto siempre aconsejo a los esposos: ‘No terminéis el día en el que os habéis peleado sin hacer las paces’. ¡Siempre! Y para hacer las paces no hace falta llamar a las Naciones Unidas, para que venga a casa y restablezcan la paz, ¿eh? Basta un sencillo gesto, una caricia: ‘Ciao, hasta mañana’. Y al día siguiente se vuelve a comenzar. Esta es la vida, llevarla adelante así, llevarla adelante con la valentía de querer vivirla juntos. Y esto es grande, es bello, ¿eh? Es una cosa bellísima: es la vida matrimonial y debemos custodiarla siempre y custodiar a los hijos.

Algunas veces, os he dicho aquí que algo que ayuda mucho en la vida matrimonial son tres palabras. No sé si os acordáis de las tres palabras. Tres palabras que se tienen que decir siempre. Tres palabras que tienen que estar presentes en la casa: permiso, gracias, perdón. ¡Las tres palabras mágicas! Permiso: para no ser intrusivos en la vida de los cónyuges. Permiso: ‘Pero, ¿qué te parece? ¿eh? Permiso. Me permito… ¿eh?’. Gracias: agradecer al cónyuge. ‘Gracias por lo que has hecho por mí. Gracias por esto’. La belleza de dar las gracias. Y como todos nosotros nos equivocamos, hay otra palabra -que es un poco difícil de decir, pero que hay que decirla-: ‘Perdona, por favor. ¿Eh?, perdona’. ¿Cómo era?  Permiso, gracias y perdón. Repitámoslo todos: ‘Permiso, gracias y perdón. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo, y con hacer las paces siempre antes de que termine el día: el matrimonio saldrá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer las paces siempre. Que el Señor os bendiga y rezad por mí. ¡Gracias!

(El Papa ha dicho en español:)  

Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está centrada en el matrimonio. Este sacramento nos introduce en el designio de Dios, que creó al hombre a su imagen, capaz de amar; “hombre y mujer los creó”. La unión conyugal responde a este proyecto divino.

Nos preguntamos qué aporta el sacramento del matrimonio a la unión del hombre y la mujer.

En primer lugar, Dios se refleja en ellos, refleja en ellos la comunión trinitaria, y hace de los esposos “una sola cosa”, “una sola carne”. Éste es el verdadero regalo de bodas: mediante la gracia de Cristo, los esposos son imagen viva y creíble de Dios y de su amor.

En segundo lugar, el Sacramento les confiere una misión: manifestar en las cosas simples y cotidianas el amor de Cristo a su Iglesia, entregándose en la fidelidad y el servicio.

Este gran misterio se vive en la fragilidad. No faltan las dificultades, por eso es importante mantener la unión con Dios, pues la familia que reza unida, permanece unida.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, Ecuador, Argentina, México y otros países latinoamericanos.

Invito a todos a dar gracias a Dios por tantas familias que animan nuestras comunidades cristinas, ofreciendo un hermoso testimonio de fe. Recemos también por los matrimonios en dificultad, para que el Señor les regale abundantemente su misericordia y los sostenga en medio de las pruebas. Muchas gracias.

Papa Francisco

 

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