Papa Francisco en la Audiencia Jubilar: «Dios no excluye a nadie de su designio amoroso de salvación»

* «Los brazos abiertos de Jesús en la cruz demuestran que nadie está excluido de su amor y de su misericordia, ni siquiera el más grande pecador: nadie. Todos estamos incluidos en su amor y en su misericordia. La expresión más inmediata con la cual nos sentimos acogidos e incluidos en Él es aquel de su perdón. Todos tenemos necesidad de ser perdonados por Dios. Y todos tenemos necesidad de encontrar a hermanos y hermanas que nos ayudan a ir hacia Jesús, a abrirnos al don que nos ha dado en la cruz»

Video completo de la síntesis de la catequesis que el Papa ha hecho en español

12 de noviembre de 2016.- (Radio Vaticano / Camino Católico) Este sábado 12 de noviembre se llevó a cabo en la Plaza de San Pedro la última Audiencia Jubilar del Año de la Misericordia. Ante miles de fieles y peregrinos el Papa Francisco se refirió a otro aspecto importante de la misericordia: la inclusión. Dios de hecho, dijo, en su diseño de amor, no quiere excluir a ninguno, quiere incluir a todos. “Y nosotros cristianos estamos invitados a usar el mismo criterio: la misericordia es aquel modo de actuar, aquel estilo, con el que tratamos de incluir a los demás en nuestra vida, evitando encerrarnos en nosotros mismos y en nuestras seguridades egoístas”.

El Obispo de Roma observó que este aspecto de la misericordia, la inclusión, se manifiesta en el abrir los brazos para acoger sin excluir; sin clasificar a los otros en base a la condición social, a la lengua, a la raza, a la cultura, a la religión. “Los brazos abiertos de Jesús en la cruz demuestran que ninguno está excluido de su amor y de su misericordia”, precisó, agregando que la expresión más inmediata con la cual nos sentimos acogidos e incluidos en Él es aquella de su perdón. “Todos tenemos necesidad de ser perdonados por Dios.  Y todos tenemos necesidad de encontrar a hermanos y hermanas que nos ayuden al encuentro de Jesús, a abrirnos al don que nos ha hecho sobre la cruz”, reflexionó el Papa invitando a no excluir a ninguno. “Es más, subrayó, con humildad y simplicidad hagámonos instrumentos de la misericordia inclusiva del Padre”. En el vídeo superior se visualiza y escucha la síntesis de la catequesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma. El texto completo de la meditación del Papa es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En esta última Audiencia Jubilar del sábado, quisiera presentar un aspecto importante de la misericordia: la inclusión. De hecho, Dios en su designio de amor, no quiere excluir a nadie, sino quiere incluir a todos. Por ejemplo, mediante el Bautismo, nos hace sus hijos en Cristo, miembros de su cuerpo que es la Iglesia. Y nosotros cristianos estamos invitados a usar el mismo criterio: la misericordia es ese modo de actuar, ese estilo, con el cual tratamos de incluir en nuestra vida a los demás, evitando cerrarnos en nosotros mismos y en nuestras seguridades egoístas.

En el pasaje del Evangelio de Mateo que acabamos de escuchar, Jesús dirige una invitación realmente universal: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (11,28). Nadie está excluido de esta llamada, porque la misión de Jesús es aquella de revelar a cada persona el amor del Padre. A nosotros nos corresponde abrir el corazón, encomendarnos a Jesús y acoger este mensaje de amor, que nos hace participar en el misterio de la salvación.

Este aspecto de la misericordia, la inclusión, se manifiesta en el abrir los brazos para acoger sin excluir; sin clasificar a los demás en base a la condición social, a la lengua, a la raza, a la cultura, a la religión: ante nosotros existe solamente una persona a la que amar como lo ama Dios. A aquel que encuentro, en mi trabajo, en mi barrio, es una persona a la que amar, como ama Dios. “Pero este es de aquel país, de aquel otro, de esta religión, de aquella otra… Es una persona que ama Dios y yo debo amarla”. Esto es incluir, y esta es la inclusión.

¡Cuántas personas cansadas y oprimidas encontramos también hoy! Por la calle, en las oficinas públicas, en los centros médicos… La mirada de Jesús se fija en cada uno de estos rostros, también a través de nuestros ojos. Y ¿Cómo está nuestro corazón? ¿Es misericordioso? Y ¿Nuestro modo de pensar y de actuar, es inclusivo? El Evangelio nos invita a reconocer en la historia de la humanidad el designio de una gran obra de inclusión, que, respetando plenamente la libertad de cada persona, de cada comunidad, de cada pueblo, llama a todos a formar una familia de hermanos y hermanas, en la justicia, en la solidaridad y en la paz, y a ser parte de la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo.

¡Como son verdaderas las palabras de Jesús que invita a cuantos están cansados y agobiados a ir hacia Él para encontrar descanso! Sus brazos abiertos en la cruz demuestran que nadie está excluido de su amor y de su misericordia. Nadie está excluido de su amor y de la misericordia, ni siquiera el más grande pecador: nadie. Todos estamos incluidos en su amor y en su misericordia. La expresión más inmediata con la cual nos sentimos acogidos e incluidos en Él es aquel de su perdón. Todos tenemos necesidad de ser perdonados por Dios. Y todos tenemos necesidad de encontrar a hermanos y hermanas que nos ayudan a ir hacia Jesús, a abrirnos al don que nos ha dado en la cruz. ¡No nos obstaculicemos entre nosotros! ¡No excluyamos a nadie! Al contrario, con humildad y simplicidad hagámonos instrumentos de la misericordia inclusiva del Padre. La misericordia inclusiva del Padre: es así. La santa madre Iglesia extiende en el mundo el gran abrazo de Cristo muerto y resucitado. También esta Plaza, con sus columnatas, expresa este abrazo. Dejémonos envolver en este movimiento de inclusión de los demás, para ser testigos de la misericordia con la cual Dios ha acogido y acoge a cada uno de nosotros.

(Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas,

En esta última Audiencia Jubilar del sábado consideramos un aspecto importante de la misericordia: la inclusión, que refleja el actuar de Dios, que no excluye a nadie de su designio amoroso de salvación, sino llama a todos. Esta es la invitación que hace Jesús en el Evangelio de Mateo que acabamos de escuchar: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados». Nadie está excluido de esta llamada, porque la misión de Jesús es revelar a cada persona el amor del Padre.

Por el sacramento del bautismo, nos convertimos en hijos de Dios y en miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Por eso, como cristianos, estamos invitados a hacer nuestro este criterio de la misericordia, con el que tratamos de incluir en nuestra vida a todos, acogiéndolos y amándolos como los ama Dios. Así evitamos encerrarnos en nosotros mismos y en nuestras propias seguridades.

El Evangelio nos impulsa a reconocer en la historia de la humanidad el designio de una gran obra de inclusión que, respetando la libertad de cada uno, llama a todos a formar una única familia de hermanos y hermanas, y a ser miembros de la Iglesia, cuerpo de Cristo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús, que a todos acoge con sus brazos abiertos en la cruz, nos ayude a crecer como hermanos en su amor y a ser instrumentos de la misericordia y ternura del Padre. Muchas gracias.

Francisco

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