Papa Francisco en Regina Coeli: «Confrontando, discutiendo y rezando, así se resuelven los conflictos en la Iglesia»

«El chismorreo, las envidias, los celos no podrán nunca llevarnos a la concordia, a la armonía o a la paz. Ha sido ahí también el Espíritu Santo el que coronó este acuerdo y esto nos hace entender que cuando dejamos al Espíritu Santo la guía, él nos lleva a la armonía, a la unidad y al respeto de los distintos dones y talentos. ¿Habéis entendido bien? Nada de chismorreo, nada de envidias, nada de celos. ¿Entendido?»

18 de mayo de 2014.- (13 TV /Radio Vaticano Camino Católico) Jesús quiere que el cristianismo sea destinado a todo el mundo, por ello, cuando la comunidad cristiana que, hasta ese momento había sido favorecida por la pertenencia a una única etnia y cultura, se abre al ámbito cultural griego, se resiente la homogeneidad y surgen las primeras dificultades: descontento, lamentaciones; voces de favoritismo y disparidad de tratamiento, manifestó Papa Francisco en su reflexión previa a la oración del Regina Coeli, basada en la lectura de los Hechos de los Apóstoles de la liturgia del domingo, en la Plaza de san Pedro en Roma, ante miles de fieles y peregrinos que llegaron para escucharlo y rezar con él.

“Los problemas no se solucionan fingiendo que no existen”,y afirmó: “Y es bello este diálogo sincero entre los pastores y los fieles”. “Confrontando, discutiendo y rezando, así se resuelven los conflictos en la Iglesia. Confrontando, discutiendo y rezando. Con la seguridad que el chismorreo, las envidias, los celos no podrán nunca llevarnos a la concordia, a la armonía o a la paz”. En el vídeo puede visualizarse completa la alocución del Santo Padre. El texto completo de la meditación del Papaes el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

hoy la Lectura de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver que también en la Iglesia de los orígenes emergen las primeras tensiones y primeros desacuerdos. En la vida, los conflictos están, el problema es cómo se afrontan. Hasta el momento la unidad de la comunidad cristiana había sido favorecida por la pertenencia a una única etnia y cultura, la judía. Pero cuando el cristianismo, que por deseo de Jesús es destinado a todos los pueblos, se abre al ámbito cultural griego, y comienza a faltar esta homogeneidad, surgen las primeras dificultades. Comienza el descontento, hay quejas, corren voces de favoritismo y disparidad de trato. Esto sucede también en nuestras parroquias. La ayuda de las comunidades a las personas necesitadas -viudas, huérfanos y pobres en general-, parece privilegiar a los cristianos de origen judío respecto a los otros.

Entonces, delante de este conflicto, los apóstoles se encargan de la situación: convocan una reunión también con los discípulos, discuten juntos la cuestión. Todos. ¡Los problemas, de hecho, no se resuelven fingiendo que no existen! Y es bello este encuentro contundente entre pastores y los otros fieles. Se llega por tanto a una subdivisión de las tareas. Los apóstoles hacen una propuesta que viene acogida por todos: ellos se dedicarán a la oración y al ministerio de la Palabra, mientras que siete hombres, los diáconos, proveerán al servicio de los comedores para los pobres. Estos siete no son elegidos por ser expertos, sino por ser hombres honestos y de buena reputación, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría; y están constituidos en su servicio mediante la imposición de las manos por parte de las apóstoles. Y así, de ese descontento, de esas quejas, de esas voces de favoritismo, de disparidad en el trato, se llega a una solución. Confrontando, discutiendo y rezando, así se resuelven los conflictos en la Iglesia. Confrontando, discutiendo y rezando. Con la seguridad que el chismorreo, las envidias, los celos no podrán nunca llevarnos a la concordia, a la armonía o a la paz. Ha sido ahí también el Espíritu Santo el que coronó este acuerdo y esto nos hace entender que cuando dejamos al Espíritu Santo la guía, él nos lleva a la armonía, a la unidad y al respeto de los distintos dones y talentos. ¿Habéis entendido bien? Nada de chismorreo, nada de envidias, nada de celos. ¿Entendido?

La Virgen María nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos estimarnos unos a otros y converger siempre más profundamente en la fe y en la caridad, teniendo el corazón abierto a las necesidades de los hermanos.

(Tras rezar el Regina Coeli el Papa ha dicho)

Queridos hermanos y hermanas,

Graves inundaciones han devastado amplias zonas de los Balcanes, sobre todo en Serbia y Bosnia. Mientras confío al Señor las víctimas de estas calamidades expreso mi personal cercanía a los que están viviendo horas de angustia y tribulación. Rezamos juntos a la Virgen por estos hermanos y hermanas que están en tanta dificultad. Ave María….

Ayer en Iaşi, en Rumania, se ha proclamado beato al obispo Anton Durcovici, mártir de la fed. Pastor celante y valiente, fue perseguido por el régimen comunista rumano y murió en la cárcel, murió de hambre y sed en 1951. Junto con los fieles de Iaşi y de toda Rumania, ¡damos gracias a Dios por este ejemplo!

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos: las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones, las escuelas. En particular, saludo a los estudiantes de las escuelas católicas de Madrid y Pamplona, los procedentes de México y de Colombes (Francia), los chicos de la escuela «Nuestra Señora de las Nieves» de Génova y los niños del Centro «Rostro Santo» de Bari.

Saludo las delegaciones de las ciudades de Perth (Australia) y Vasto (Italia), hermanadas desde hace 25 años; los fieles de Tombolo, Grezzana, Cerignola, San Biagio, San Fiorano, Parabita, Patù, Bronte, Cassino y Dogana; el coro de Brindisi, el Círculo de ancianos de Locara, la Pequeña Fraternidad Emaus de San Benedicto del Tronto, los chicos de Lodi y los de Atri.

Animo a las asociaciones de voluntariado venidas por la Jornada del enfermo oncológico: rezo por vosotros, por los enfermos y las familias. ¡Y vosotros rezad por mí!

A todos deseo un feliz domingo. ¡Buena comida y hasta pronto!

Papa Francisco

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