Papa Francisco / Homilía del día del Inmaculado Corazón De María: “Aprendamos, como María, a recibir y a custodiar la Palabra de Dios”

 “Nos hará bien cuestionarnos: ‘Con las cosas que ocurren en la vida, me hago la pregunta: ¿en este momento, qué cosa me dice el Señor con su Palabra?’. Esto se llama custodiar la Palabra de Dios, la Palabra de Dios es el mensaje que el Señor nos da en todo momento”

8 de junio de 2013.- (Zenit/ Camino Católico)  Aprendamos, como María, a recibir y a custodiar la Palabra de Dios”.Ha sido la invitación que el Papa Francisco ha formulado en la Misa en la Casa de Santa Marta este sábado 8 de junio, memoria del Corazón Inmaculado de la Beata Virgen María. El Papa ha subrayado que María leía la vida con la Palabra de Dios y esto justamente significa custodiar. En la Misa de hoy ha participado un grupo de colaboradores de Caritas Internationalis, acompañados por el secretario general, Michel Roy, informa Radio Vaticana.

Asombro y custodia: el Papa ha desarrollado su homilía de hoy partiendo de este binomio. La ocasión la ha ofrecido el Evangelio del día, que narra del asombro de los maestros de la Ley en el Templo en el escuchar a Jesús y en el guardar de María, en su corazón, la Palabra de Dios. El asombro, ha observado el Pontífice, “es más que el gozo: es un momento en el que la Palabra de Dios viene, es sembrada en nuestro corazón”. Pero, ha advertido, “no se puede vivir siempre en el asombro”, esto de hecho va llevado “en la vida con la custodia”. Y es precisamente lo que hace María, de la que se dice que se “maravilló” y custodió la “Palabra de Dios”:

“Custodiar la Palabra de Dios: ¿Qué cosa quiere decir esto? ¿Que recibo la Palabra, tomo una botella, meto la Palabra en la botella y la custodio? No. Custodiar la Palabra de Dios quiere decir que nuestro corazón se abre, se ha abierto a aquella Palabra como la Tierra se abre para recibir las semillas. La Palabra de Dios es una semilla que es sembrada. Y Jesús nos ha dicho qué cosa ocurre con la semilla: algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen; esta Palabra no ha sido custodiada, esos corazones no han sabido recibirla”.

Otras, ha continuado, caen en una tierra pedregosa y la semilla muere. Y Jesús dice que aquellos “no saben custodiar la Palabra de Dios porque no son constantes: cuando les sucede una tribulación se olvidan”. La Palabra de Dios, ha observado el Papa, cae en una tierra no preparada, no custodiada, donde hay espinas. “Y ¿qué cosa son las espinas? Jesús, , habla del apego a las riquezas, los vicios”. He aquí que “custodiar la Palabra de Dios significa meditar qué cosa nos dice esta Palabra con lo que sucede en la vida”. Y “María hacía esto”, “meditaba y hacía la comparación”. Este, “es un gran trabajo espiritual”:

“Juan Pablo II decía que con este trabajo, María tenía una particular fatiga en su corazón: tenía el corazón fatigado. Pero esto no es un afán, es una fatiga, es un trabajo. Custodiar la Palabra de Dios se hace con este trabajo: el trabajo de buscar qué cosa significa tal cosa en este momento, qué cosa me quiere decir el Señor en este momento, cómo se entiende tal situación frente a la Palabra de Dios. Leer la vida con la Palabra de Dios: esto significa custodiar”. 

Pero también recordar. “La memoria es una custodia de la Palabra de Dios. Nos ayuda a custodiarla, a recordar todo aquello que el Señor ha obrado en mi vida”. Nos recuerda “todas las maravillas de la salvación en su pueblo y en mi corazón. La memoria custodia la Palabra de Dios”. El Papa ha concluido su homilía invitando a todos a meditar “en cómo custodiamos la Palabra de Dios, cómo conservamos este asombro, para que los pájaros del camino no la coman, los vicios no la sofoquen”.

“Nos hará bien cuestionarnos: ‘Con las cosas que ocurren en la vida, me hago la pregunta: ¿en este momento, qué cosa me dice el Señor con su Palabra?’. Esto se llama custodiar la Palabra de Dios, la Palabra de Dios es el mensaje que el Señor nos da en todo momento. Custodiarla con esto: custodiarla con nuestra memoria. Y también custodiarla con nuestra esperanza. Pidamos al Señor la gracia de recibir la Palabra de Dios y custodiarla, y también la gracia de tener un corazón que se fatiga en esta custodia. Así sea”.

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