Ricardo Pareja Meseguer era un «punky» drogadicto, su tía rezaba por él, unos neonazis lo apalearon brutalmente y Dios lo atrajo hacia sí, se casó y es padre de 9 hijos

*  «Apareció mi tía por el hospital con un matrimonio amigo suyo y me invitaron a una convivencia de inicio de curso para catequistas, un sitio —pensaba yo— que no me correspondía, pero mi tía estaba empeñada en que fuera con aquel matrimonio a escuchar, y allí que fui. El sitio en concreto estaba en Castellón, un seminario a 250 kilómetros de mi casa. Y allí el Señor empezó a hablarme personalmente: aquellas catequesis y la palabra de Dios no eran «historietas», empezaba a ver mi vida en todo aquello, era Cristo que me hablaba a mí personalmente. Yo estaba conmocionado y no me venían más que ganas de llorar, pero era feliz, estaba listo para que el Señor comenzara a cambiar mi vida —una vida vacía— y descubrirme el secreto de la VIDA, la vida que te hacer salir del profundo egoísmo y que te hace ver al otro»

Vídeo del testimonio de Ricasrdo Pareja transmitido en directo por el  Camino Neocatecumenal Internacional el 23 de noviembre de 2020

Camino Católico.-  Ricardo Pareja Meseguer vive su fe en el Camino Neocatecumenal, evangelizador en las redes sociales y en la web Imágenes Religiosas, donde da testimonio de su conversión al Señor en primera persona, actualmente está felizmente casado y es padre de nueve hijos, entre ellos su hija mayor, Miriam Pareja Álvarez, que también ha contado su conversión.   Sin embargo, Ricardo, en los años 80, era un «punky» drogadicto, que no quería saber nada de Dios. Su tía rezaba por él y Ricardo continuaba entregado a su vida desenfrenada. Un día, unos neonazis lo apalearon brutalmente y Dios lo atrajo hacia sí estando en el hospital sirviéndose de su tía que le propuso ir a una convivencia y decidió asistir. Ahí en es encuentro es donde el Señor le estaba esperando para iniciar su transformación.

En una entrevista en Misioneros digitales, Ricardo Pareja Meseguer explica algunos aspectos de su vida:

“Provengo de una familia de cuatro hermanos, siendo yo el mayor de ellos. Mis padres, a pesar de ser bautizados y casados por la iglesia, no han sido practicantes; aunque han sido padres de valores y siempre me he sentido amado por ellos. Mi abuelo materno era profundamente religioso y en mi niñez antes de darme la moneda del domingo me leía textos de la Sagrada Escritura. Era una semilla en mi vida que después iría  descubriendo.

Mis padres me apuntaron a un colegio religioso con la convicción de que era lo mejor, pero en mí no resulto así, me sentí muy agobiado, exigido y la religión católica se convirtió en algo incómodo, algo que me limitaba, algo que me privaba de libertad, o al menos eso pensaba.

Al acabar los estudios de EGB (nivel secundario) me apunté a una academia de peluquería. Allí estuve varios años y aprendí el oficio de peluquero. Pero allí también pasé una mala experiencia. Era un chico tímido y tenía que batallar con un centenar de chicas y clientas y esto me superaba hasta el punto que de los nervios tenía grandes dolores de estómago y cada día acababa con vómitos después de un gran malestar.

En esta situación conocí a una chica punk y me fascino ese mundo. Entrar en él era como salir de golpe de la timidez y echarle cara a todo y como no, para esta hazaña necesitaba la ayuda del alcohol y de las drogas.

Desde hace 30 años trabajo de albañil y después de algunos años precarios hoy día trabajo por cuenta propia y realizamos muchos trabajos en parroquias que necesitan reformas y rehabilitaciones. En la actualidad mis padres viven relativamente cerca y tenemos muy buena relación. Empiezan a ser mayores pero se quieren y están orgullosos de ser unos súper abuelos, ya que tienen veinte nietos, 19 de ellos de nuestro matrimonio y el de mi hermana mayor”.

El testimonio en primera persona en la web Imágenes Religiosas y en su Facebook: De «punky» drogadicto a padre de nueve hijos para la Gloria de Dios

Yo era uno de esos «punkies» de mediados de los 80 que estaba metido en la droga, siempre borracho, iba con una cresta de gallo y encadenado con cadenas gruesas, no me lavaba, andaba con unos colegas donde el amor libre y la homosexualidad era el ambiente dominante. Realmente estaba hecho un asco y nadie daba un céntimo por mi vida, todo era egoísmo, llamaba la atención de las chicas y lo aprovechaba para usarlas a mi antojo… era un indeseable.

El pasado de Ricardo Pareja en las imagenes superiores y debajo la felicidad del amor de Dios en él y en su familia
El pasado de Ricardo Pareja en las imagenes superiores y debajo la felicidad del amor de Dios en él y en su familia

En casa la situación era imposible: mi madre siempre en vilo esperando que cualquier día me encontraran por ahí, en una cuneta. Mis padres, los pobres, sufrían muchísimo y parecía que a mí no me afectaba nada, pero al mismo tiempo había quien rezaba todos los días por su sobrino, una hermana de mi madre que confiaba en el poder del Señor para sacarme de aquella vida y que siempre que tenía oportunidad me hablaba de Cristo y me invitaba a rezar… pero yo solo la escuchaba por respeto, no me interesaban esos «rollos».

En esta situación, cuando peor estaba, el Señor, que ya había intentado atraerme con lazos de amor sin éxito, me hizo vivir una experiencia que cambió mi vida para siempre… Un día me cogieron un grupo de neonazis, me golpearon con barras de hierro en la cabeza hasta que todo yo era brechas de sangre y me dejaron medio muerto en mitad de la vía pública mientras la gente deambulaba alrededor sin hacer ni decir nada. Me recogió una ambulancia y estuve ingresado dos semanas en el hospital. Poco antes de recibir el alta me dijeron que ya no vería nunca más por un ojo… Entonces apareció mi tía por el hospital con un matrimonio amigo suyo y me invitaron a una convivencia de inicio de curso para catequistas, un sitio —pensaba yo— que no me correspondía, pero mi tía estaba empeñada en que fuera con aquel matrimonio a escuchar, y allí que fui.

El sitio en concreto estaba en Castellón, un seminario a 250 kilómetros de mi casa. Y allí el Señor empezó a hablarme personalmente: aquellas catequesis y la palabra de Dios no eran «historietas», empezaba a ver mi vida en todo aquello, era Cristo que me hablaba a mí personalmente. Yo estaba conmocionado y no me venían más que ganas de llorar, pero era feliz, estaba listo para que el Señor comenzara a cambiar mi vida —una vida vacía— y descubrirme el secreto de la VIDA, la vida que te hacer salir del profundo egoísmo y que te hace ver al otro.

Tras dejar el seminario volví a Barcelona y «comencé a caminar» de la mano de una comunidad Neocatecumenal en la Parroquia de San Luis Gonzaga. Luego conocí a Merche, mi mujer, una chica normalita, de casa, nada que ver con lo que yo había vivido. El Señor nos permitió un noviazgo santo, ¡qué regalo! era como un tesoro preciado para mí. El Señor me colmaba con creces… ¿merecía yo ese derroche de gracias? Sentía, sin duda, que no me lo merecía pero el Señor es infinitamente bondadoso. Tiempo después Merche entró en la Iglesia y nos casamos… Hoy somos padres de nueve hijos maravillosos que nos ayudan a convertirnos cada día. Atrás queda una vida en la que los «colegas» que siguieron están presos o con sida o muertos.

Este es el testimonio resumido de mi conversión y lo cuento no como mi proeza sino como la obra que hizo Cristo Resucitado en mí, y para darle Gloria.

Ricardo Pareja

La conversión a Cristo le llevó a dejar el consumo de drogas pero no el alcohol

Entrevistado por Misioneros digitales, Ricardo Pareja explica más pormenorizada su camino de conversión:

“Mi reencuentro con Dios en lo que se refiere a cambiar de vida fue rápido, pero sin duda la cabra siempre tira al monte. Después de mi conversión, de casarme con Merche, aunque ya nunca consumí drogas, sí bebía con asiduidad y eso me volvió a traer problemas: por ejemplo tres pancreatitis santas que me volvieron a bajar, a ponerme en mi realidad de hombre débil y siempre necesitado de conversión. También he tenido mis crisis de fe porque la conversión es diaria, aunque en esto, mi esposa ha sido un instrumento de Dios y una ayuda perfecta.

Merche es un don preciado, un regalo que jamás he merecido, que  aunque Cristo se sirvió de mí para que ella lo conociera en su Iglesia, luego siempre me ha ayudado espiritualmente con creces. Reza por mí siempre y muchas veces es ella la que tira de mí. Es una esposa estupenda y una madre que siempre pone a sus hijos y a mí en la verdad, amante de la oración y aliada perfecta para la luchar por la fe en la familia.  Mi amada Merche.

Las drogas desaparecieron rápido como mi vida anterior, y el alcohol fue un proceso más lento con tiempos de abuso y tiempos de abstinencia, pero no he recibido más ayuda que la espiritual y la enfermedad que sin duda también vino de lo alto. Hoy día hace casi diez años que no abuso del alcohol, sólo tomo alguna vez en situaciones especiales pero con mesura, Pienso que el que ha sido alcohólico lo es siempre en el sentido de la debilidad humana, si mi vida no estuviera enriquecida por el Amor de Dios sería un pobre desgraciado, nada es mérito mío”.

La entrevista de Carlos L. Rodríguez Zía en  Misioneros digitales aborda otras cuestiones que a continuación transcribimos:

-Por la foto que has publicado en Facebook se ve que tienes hijos grandes. ¿Cómo has tratado el tema de las drogas y las relaciones sexuales con ellos? ¿Alguno te ha cuestionado por tu pasado? ¿Al hablar de ello, a ti te ha pesado tu historia?

-La verdad es que siempre les he hablado con franqueza de mi historia y no les oculto nada. La vida es un misterio  de alegrías y sufrimientos, de vigor y enfermedad, de luchas y de noches oscuras. Pero todo es  historia de salvación. Por eso lo importante es poner al Señor y buscarlo, la cruz solo se puede tolerar si Cristo reina en ella, el que huye de su cruz y tiene que recurrir a las drogas, al alcohol o al sexo fuera del matrimonio, o a otras cosas, jamás será feliz en lo profundo, porque sólo el que se siente amado de Dios y tiene Vida Eterna es realmente dichoso. Porque si te mueres y ya está, nada tiene sentido, pero si tu vida es para la eternidad ¿Qué te impide perderla, date a los demás y aceptar con alegría la enfermedad? Mis hijos me conocen, saben que muchas veces me equivoco, que a veces soy duro, cabezón, gritón,  y muchas más cosas, y aunque siempre hay un tiempo en la adolescencia que parece que  yo soy como el enemigo, la verdad, es un tiempo que pasa y a la luz de la fe ellos también descubren que lo que a su padre le pasa también en parte les pasa a ellos. Para nada somos perfectos, una familia tan numerosa la hace grande el Señor, porque nos reconciliamos, rezamos los unos por los otros y eso es lo más.

-Durante las dos semanas que estuviste ingresado en el hospital tras la agresión del grupo de neonazis ¿sentiste que Dios te hablaba o estaba presente a tu lado?

-No.  Para nada veía a Dios. Quería venganza, me sentía revotado con Dios.

-¿Qué pasó con tu vista?

-Perdí permanentemente la visión casi total del ojo izquierdo, aunque en realidad  no era para ver menos si no  que era para ver más, pues yo antes era ciego al amor de Dios.

-De todo lo que escuchaste en ese Seminario en Castellón, ¿Qué fue lo que más te impactó?

-Muchas cosas me impactaron. Por ejemplo, descubrir que en las Escrituras estaba mi vida, que no eran solo historias que pasaron, sino que era totalmente actual para mí. Que Dios me amaba tal como yo era a pesar de que era despreciable, que me quería tanto que había muerto y resucitado por mis pecados. Que me esperaba una vida plena de la mano de Cristo, que yo me había pasado la vida buscando el sentido y el sentido era amar y esto no lo podía realizar yo, que es un don de Dios.

-¿Cómo es tu relación con la Iglesia hoy?

-Vivo la fe en comunidad en el Camino Neocatecumenal, igual que mi esposa y mis hijos en la parroquia de San Luis Gonzaga de  Barcelona. El Señor me ha hecho redescubrir la Iglesia como algo hermoso, donde Cristo se hace presente realmente, donde me han anunciado lo más importante de mi vida la Buena Noticia, el Kerigma.

-¿Qué le dices a los padres, que como le pasó a los tuyos, tiene un hijo viviendo una vida como la que viviste?

-Sin duda que recen como mi amada tía. La oración es un arma muy poderosa. Que tengan la certeza que aunque un hijo abandone a Dios, Dios jamás lo abandona; y que lo que les debe cuestionar no debe ser nuestro mal estar sino más bien nuestra actitud de oración y comunión en el matrimonio. Ni la oración cae en vacío ni la Palabra de Dios. Pensad que cuando me leía la Biblia mi abuelo en mi niñez, eso que hacia mi abuelo conmigo, que no es poco, era una semilla que aun da fruto.

-En  tu relato, resalta como un personaje central tu tía materna. ¿Has tenido una relación cercana con ella cuando eras pequeño?

-Ya en mi juventud cuando más metido en el fango estaba, cuando mi abuelo ya no estaba, mi tía Josefa tomó lo que mi abuelo empezó.  Yo le contaba mis cosas y ella (con biblia en mano) me daba una palabra a la luz de las escrituras. La verdad que no siempre era de mi gusto pero por respeto la aguantaba muchas veces, ella dura que dura, sentía que su sobrino se perdía ya que sabía que Cristo tenía el poder de cambiar mi corazón, que mi vida en el fondo era un teatro, un montaje y que en lo profundo  yo era un joven destruido, amargado, incapaz de amar a nadie. Que estaba en una situación caótica de abandono personal, con una falta de higiene impresionante, enganchado a todo, sin freno, sin medida, haciéndoles a mis padres una vida muy difícil.

– ¿Sigues escuchando la música que escuchabas en tus días de joven punk?

-Para nada, esa música de protesta, anti sistema ya no significa nada en mi vida. Sólo  estuvo presente un tiempo que pertenece a mi historia de salvación. Hoy tengo otro concepto de lo que es ser un antisistema, de lo que es vivir a contra corriente y esto te lo regala Cristo en su Iglesia, porque una familia numerosa es lo que sale de lo establecido, un matrimonio que se ama, unos hijos que se les pasa la fe como buenamente podemos y donde se les enseña sobre todo que antes que el trabajo, que el dinero, que el prosperar, que los estudios, es ser persona amada de Dios, honrada hasta en las cosas pequeñas y buscando a Cristo siempre como lo más importante.

 -¿Por qué te atrajo el ambiente punk  y por qué empezaste a consumir?

-Pues sin duda por ser alguien, a pesar de no tener un ambiente adverso me sentía frustrado por mi timidez,  quería vivir la vida, darme gusto en todo, porque la sociedad te engaña y te dice que la vida está en ser, en vivir para ti, porque  todo es relativo, pasajero, que lo importante, es tener, que te sirvan, te consideren, que todo está en función tuya, que la justicia es justicia en tanto me favorece o esté en sintonía con mi pensar. Que el primero soy yo, que las personas las utilizo a mi antojo, que el dolor ajeno es ajeno a mí, que los problemas de los demás son sus problemas, que yo me esfuerzo lo mínimo, que no tengo porque aguantar nada, que el pecado es un cuento.

-Después de dejar atrás tus días  punk, ¿cómo fue la relación con tus padres? ¿Y el resto de tus familiares?

-¿Qué puedo decir? Mi relación cambió radicalmente pero por supuesto todo a mejor, era un hombre nuevo, sin duda estaba recobrando la alegría perdida entre las falsas carcajadas  de cuando estás colocado. Ya no necesitaba aparentar ni llamar la atención con una indumentaria. Podía estar limpio y perfumado, era un joven contento con su vida porque hasta lo más oscuro de mi vida pertenecía a mi historia de salvación.

-¿Por qué te defines como un evangelizador de las redes?

-Porque gratis hay que dar lo que gratis has recibido. Y lo que Dios nos regala es para proclamarlo. Tanta gente hay sufriendo  por que están engañados o porque no entienden su historia, o simplemente porque no conocen a Jesucristo. Hay que ser realistas. Los divorcios superan en muchos países a las bodas, los jóvenes han perdido el sentido del esfuerzo, la capacidad de sufrimiento, no saben lo que es el amor. Todo es sexo y libertinaje. No podemos estar impasibles a este terrorismo que nos sacude. Los ancianos nadie los quiere porque ya no producen sólo son un gasto y cuidarlos nos destruye. Estamos construyendo una sociedad individualista donde todo se realiza a través de una pantalla, sin el trato humano, sin que se puedan conocer personalmente al otro y amarlo. Donde sólo hay un dios que es el dinero. En nuestra mano está decir la verdad, y la verdad es que el que tiene el Espíritu de Jesucristo tiene un corazón dispuesto a amar. Esto es lo que esta sociedad necesita, porque si tú has experimentado que Cristo te ama, tú ya no abortas, ni metes a tus padres en el asilo, ni dejas a tu mujer por otra más joven. El problema está en el corazón y Dios es un renovador de corazones. Por eso, que mejor aprovechar estos medios que llegan a tanta gente.

-¿Qué hay que decirles a los jóvenes, en particular, y a la gente, en general, para que no crean que la droga o la bebida es la solución a las dificultades que presenta la vida misma?

-Hay que anunciarles a Cristo por que hoy es la droga y el alcohol y mañana será la infidelidad o no sé qué pecado. Si no te encuentras con el amor autentico es muy difícil salir. Una persona que cree que  su vida no tiene sentido, no precisa pequeños arreglos o consejos. Necesita una vida nueva y eso solo lo hace el Autor de la Vida. Si no tienes a Cristo es como un pez que se muerde la cola, todos necesitamos sentirnos queridos. Y si no sabes más, la sociedad te avoca a una vida de buscar donde no está. Huyes de tu cruz y caes en cosas que no hacen más que aumentar la cruz. Eso, sólo eso, te aporta consumir o el sexo libre: una insatisfacción que la tienes que llenar de más insatisfacciones.

Miriam Pareja Álvarez, 26 años, nació en una familia católica, creía que Dios existe, pero «viví dos años, de fiesta, alcohol y dejarme llevar: Jesucristo me dijo que Él era mi Dios»

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