Thomas triunfaba como ‘trader’, vio familias que vivían en coches, la ansiedad lo rompió, no creía en Jesús pero fue a un retiro: «Dios se me manifestó y me dijo: ‘¡Thomas, te amo!’»

* «Las dudas no terminaron el día que tuve aquella conversión fulminante Me encontré diciendo: ‘Fantástico, Dios existe y ha venido a buscarme. Gracias, Señor, porque me amas. Pero ahora ¿qué hago? Entonces, tuve una reunión con un sacerdote que se dedicó durante un año, todos los domingos, después de misa, a responder todas mis dudas y preguntas sobre la fe. Y entonces un día me propusieron compartir piso con personas que vivían en la calle y estuvo con ellos durante tres años. Tuve así la ocasión de vivir verdaderamente el evangelio en el día a día. Un pequeño milagro cotidiano»

Camino Católico.-  A Thomas su trabajo frenético  de comercial financiero como ‘trader’ le rompió. Sin creer en Jesús, hizo un alto en un retiro con monjas donde abre su corazón al amor de Dios, que le lleva a vivir en un piso compartido con gente que vivía en la calle. “Tuve así la ocasión de vivir verdaderamente el evangelio en el día a día. Un pequeño milagro cotidiano”, asegura en un vídeo de Découvrir Dieu. Este es su testimonio contado en primera persona:

Thomas tuvo un encuentro fulminante con Dios
¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para triunfar en la vida?

Mi nombre es Thomas. Tengo 40 años. Después de la carrera de ingeniería, encontré directamente el trabajo de mis sueños, de comercial financiero como ‘trader’, un trabajo bastante complicado, con muchas tensiones, rodeado de personas con estrés y numerosos picos de ansiedad a lo largo del día y mucho trabajo: Trabajaba de las 7 de la mañana a 11 o 12 de la noche. Y no me iba del todo mal.

Y un día, hago el mejor acuerdo de mi carrera. Eso atrajo sobre mí los ojos de la dirección, mirándome incluso con sospecha. Me vi aislado durante media jornada, con una presión muy fuerte porque no se sabía si había dado un gran pelotazo o había cometido una estafa.

Mi jefe vuelve a verme más tarde durante  el día, después de haber revisado todo lo que he hecho, y me dice: “¡Lo has hecho realmente bien! ¿Puedes repetirlo?”

Esa misma noche volví a casa. Vivía en un buen barrio y vi dos coches que estaban llenos de familias. Y me di cuenta de que había dos familias que dormían en ellos, debajo de mi casa. Y me planteé una primera cuestión: ‘Thomas, ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para triunfar en la vida? ¿Realmente puedes aceptar ver esto a las puertas de tu casa, y salir por la mañana al trabajo, exultante?’ Empecé a hacerme muchas preguntas. Las ansiedades empezaron a crecer porque no tenía un estilo de vida saludable: trabajaba catorce o quince horas al día, dormía solo tres horas por la noche. Empecé a volverme completamente hipocondríaco, completamente insomne.

Tras su conversión Thomas acabó compartiendo piso con personas que habían vivido en la calle

Tenía uno de mis muy buenos amigos que es coach y con quien hablaba mucho y me dijo: “Thomas, le das demasiadas vueltas a las cosas, hay algo que no está bien en tu vida. No puedes seguir así. Si te parece, te voy a buscar algo que hacer durante una semana, una especie de retiro”. Unos días después, regresó. Me sugiere que vaya a Canadá a un retiro, con religiosas. Entonces me dije: “Las monjas, tal vez tienen algo más profundo…”. Y decidí: “Apuesto por las monjas”. Además, Canadá estaba lo bastante lejos como para no poder dar media vuelta!

Unos meses después, estaba en Quebec. Y entro en esta comunidad religiosa con las otras personas que iban al retiro y nos recibieron con una guardia de honor, aplausos y canciones. “¡Están locas!, pensé, ¿qué hago yo aquí?” Entonces recordé que había elegido ese lugar precisamente porque no había marcha atrás.

Estando allí, pensé: “Jugaré a fondo la partida». Llegó un momento en que reflexionando me centré en algo de mi vida realmente difícil: Una herida por la cual sentía realmente que debía perdonar, pero era incapaz, no lo conseguía: no puedo perdonar.

Durante el retiro, conocí a una hermana que se llamaba Yvette a quien le conté lo que me sucedía  y ella me dijo: “Sí, Thomas, en verdad deberías perdonar… ¿Por qué no le rezas a Jesús para que Él te sane?” Yo le respondí: «Yvette, tu idea es hipergenial, es superbuena, pero ¿sabes lo que pasa? Que yo no creo mucho en Jesús. Sí, creo que era un buen tipo, pero… no tengo fe. Yvette me replicó: “Escucha, Thomas, si quieres, yo puedo rezar por ti. Yo sí creo en Jesús”.

Yvette empezó a orar por mí. Sería incapaz de decir si aquello duró treinta segundos o diez minutos, pero lo que sí recuerdo es que viví algo completamente sobrenatural. Me sentí de golpe visitado por una especie de fuerza bondadosa, como un fuego que encendía todos los miembros de mi cuerpo. Una gran paz, una alegría enorme aparecieron súbitamente en mí. Yo, que estaba completamente ansioso y angustiado, de buenas a primeras me sentía reconciliado con una sensación de paz.

Y miré a la religiosa y le dije: “¡Yvette, ha sido una locura! ¡No lo comprendo! ¡Tal vez tu Dios existe!” E Y ella me replica: » ¡Ah!, eso seguro, Thomas».

Dios me había hecho ir allí. Se me había manifestado. Acababa de decirme: ‘¡Thomas, te amo! Y no solamente te amo ahora, sino que te amo desde el principio’ Era algo extraordinario.

Las dudas no terminaron el día que tuve aquella conversión fulminante Me encontré diciendo: ‘Fantástico, Dios existe y ha venido a buscarme. Gracias, Señor, porque me amas. Pero ahora ¿qué hago? Entonces, tuve una reunión con un sacerdote que se dedicó durante un año, todos los domingos, después de misa, a responder todas mis dudas y preguntas sobre la fe.

Y entonces un día me propusieron compartir piso con personas que vivían en la calle y estuvo con ellos durante tres años. Tuve así la ocasión de vivir verdaderamente el evangelio en el día a día. Un pequeño milagro cotidiano.

Thomas

Video del testimonio de Thomas en francés 


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