3 sacerdotes de Burundi dan testimonio de su perdón a quienes mataron a 40 compañeros seminaristas

* Presenciaron los asesinatos en la contienda civil entre Hutus y Tutsis y vieron como quienes morían decían ‘Dios: perdónalos porque no saben lo que hacen’
* Esta experiencia fue contada el miércoles 9 de junio por la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal, en el que intervinieron otros presbíteros que hablaron de la superación de momentos difíciles de soledad, de vicios y de enfermedades
27 de junio de 2010.- Sacerdotes que han descubierto y cultivado su vocación en medio de la guerra, hombres que han dejado atrás una vida dedicada al vicio. Hombres que han descubierto su vocación en medio de la crisis de fe del país secular al que pertenecen o en medio de una enfermedad… Estos fueron los testimonios de algunos sacerdotes que compartieron ante los miles de asistentes que estuvieron presentes el miércoles 9 de junio por la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal.
El encuentro fue promovido por los sacerdotes del movimiento de los Focolares y del movimiento Shoenstatt, en colaboración con la Renovación Carismática Católica Internacional y otros movimientos eclesiales de Europa y América Latina. Igualmente contó con el apoyo de la Congregación para el Clero y participaron 4.000 sacerdotes de 70 países. Publicamos un reportaje de los testimonios y un vídeo-síntesis de varios de ellos.
Los primeros en compartir la historia de su vocación fueron tres sacerdotes de Burundi (África), Ildephonse Niyogabo, Pasteur Manirambona -en la fotografía de la izquierda- y Marc Bigirindavyi. El primero de ellos contó que entró en el seminario en 1992 y al poco tiempo estalló una guerra civil en su país. Las tropas invadieron el seminario menor de Buta, donde él hacía su formación.
(Carmen Elena Villa / Zenit / Escuchar la Voz del Señor) “Recuerdo que el 29 de abril de 1997 los adversarios entraron en nuestro seminario. Nos preguntábamos ¿cómo comportarnos?”, testimoniò Pasteur Manirambona. “Entraron a las cinco de la mañana gritando y disparando. Decían Hutus a un lado, Tutsis al otro.Pensamos en permanecer unidos – recordaba el joven presbítero –. Comenzaron a disparar sin control. Permanecimos unidos, y aquel día perdí a mi hermano junto a los demás”. El padre Niyongabo confesó que luego de este episodio experimentó una batalla interior y comenzó a preguntarse si era necesario ser sacerdote para ser un buen cristiano. Luego el rector del seminario le pidió enseñar allí, donde nuevamente se sintió llamado. “Entré en el seminario mayor y en el 2004 me hice sacerdote”, concluyó. En una cultura secularizada En el encuentro participó también monseñor Joseph Grech -en la fotografía de la izquierda-, obispo de Sandhurst (Australia) quien aseguró que el único objetivo de su vocación sacerdotal es el de “ayudar a la gente y tener una relación profunda con Jesucristo”. “En lo profundo de mi corazón sé que Jesús esta presente en todo lo que hago y toca a quienes encuentro como hacía en el tiempo lo hacía cuando caminaba por las calles de Israel”, dijo el obispo. En la esclavitud del alcohol El padre Helmut Kappes de Alemania confesó ante el público los problemas de alcoholismo que enfrentó en su juventud: “Pensaba que esto me ayudaba a afrontar mejor situaciones difíciles. Al contrario, estas aumentaron”, dijo. Y fue así como decidió entrar en una terapia de rehabilitación: “Diferentes encuentros me hicieron entender lo importante que era escuchar lo que había en el fondo de mi alma. Sobre todo En la prueba de la enfermedad El sacerdote venezolano Cristian Díaz Yepes contó que de joven quería ser pintor y escritor “pero Dios me llamaba a cosas más grandes”. Sin embargo su salud comenzó a mejorar y las directivas del seminario lo dejaron permanecer allí. Entre la ordenación diaconal y presbiterial tuvo otra enfermedad pero finalmente pudo superarla y llegar a ser sacerdote: “estoy convencido de que mi seguridad no puede ser otra que Dios”, concluyó. Contó que en una ocasión fue invitado para hablar en un programa de televisión donde se presentó un debate sobre este tema: “no debo ganar, debo solo amar”, fue el propósito del sacerdote. Como secretario nacional de la Comisión de Presbíteros en Brasil, consiguió reunir en 10 meses el dinero necesario para acabar una catedral que llevaba 30 años en construcción. "Más del 90 por ciento de las comunidades de Brasil no tienen la misa los domingos. Tienen la celebración de la Palabra, y lo hacen los laicos. Pero no ocupan el puesto de los sacerdotes, porque no hay sacerdotes”. El encuentro finalizó a las 19:30 horas con unas vísperas solemnes presididas por el cardenal Claudio Hummes, prefecto para la congregación del Clero quien antes de comenzar su homilía dirigió unas palabras espontáneas al público diciendo que este encuentro “me recuerda a Juan Pablo II en la memorable vigilia de Pentecostés en 1998 con los movimientos eclesiales. Fue realmente un encuentro grandioso e importantísimo”, afirmó.
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