María Teresa Martínez Vallvey, 35 años: De enfermera a monja de las Misioneras de la Caridad

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mara_teresa_martnez_vallvey.jpg*  Renuncia a su puesto en el Hospital de Navarra y a su acta de concejal en Berrioplano para ingresar como monja en la orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta

* "Siempre he intuido que estaba puesta por Dios para algo. Él nos preguntará al final que hemos hecho con nuestra vida. Y yo tenía un vacío, a pesar de tener todo lo que una persona puede tener"

* "Para mí la fe siempre ha estado ahí, pero en distintos niveles de importancia en mi vida en función de los años. Hace tres años empecé a rezar más. Me gusta mucho esa frase de Santa Teresa en la que se dice que para un cristiano que no haga oración ni 15 minutos al día no necesita ya demonio que le tiente"

28 de noviembre de 2010.- María Teresa Martínez Vallvey, vecina de Pamplona de 35 años, acaba de renunciar a su plaza de enfermería después de años de estudio y tres oposiciones. "Renuncié el mismo día en que tomé posesión del puesto", comenta alegre. También ha dejado su acta de concejal por UPN en el Ayuntamiento de Berrioplano y, en breve, se despedirá de su familia y amigos para comenzar una nueva etapa en su vida. "A mí no se me apareció ningún ángel para alertarme. Mi vacío interior era cada vez mayor", relata sobre su decisión: convertirse en monja de la orden de la Madre Teresa de Calcuta, las Misioneras de la Caridad.

( I.M.M. / Diario de Navarra) Nacida en Bilbao, pero en Pamplona desde 1989, ella es la pequeña de 9 hermanos.madre_teresa_de_calcuta_3_270x250.jpg Estudió enfermería en la Universidad de Navarra y, hasta la fecha, desempeñaba su trabajo como enfermera en el Hospital de Navarra. Durante esta legislatura ha sido concejal de UPN en Berrioplano. "Entré en política porque sabía que había recibido de la sociedad formación, y quería transmitirlo de alguna manera. Pero no es mi camino", comenta.

"Siempre he intuido que estaba puesta por Dios para algo. Él nos preguntará al final que hemos hecho con nuestra vida. Y yo tenía un vacío, a pesar de tener todo lo que una persona puede tener", comenta mientras recuerda los últimos tres años, en los que se ha fraguado, poco a poco, su decisión definitiva.

"Para mí la fe siempre ha estado ahí, pero en distintos niveles de importancia en mi vida en función de los años. Hace tres años empecé a rezar más. Me gusta mucho esa frase de Santa Teresa en la que se dice que para un cristiano que no haga oración ni 15 minutos al día no necesita ya demonio que le tiente", reflexiona.

En el verano de 2009, movida por una inquietud que le impulsaba a conocer el tercer mundo y la pobreza, llegó a la India, cerca de Calcuta. "Caí en shock. Lo duro no fue ver a la gente en la calle o la pobreza tan grande. Lo duro para mí fue el contraste de mi vida con lo que allí me encontré. Fui allí con otra médico y una farmacéutica y por la mañana ayudábamos en un asilo de gente necesitada en Predman y por la tarde en un lugar que creó la Madre Teresa en Kalighat, donde la gente va a morir", cuenta. En la India encontró lo que había echado de menos en su vida.

"Al volveprema_junto_a_la_tumba_de_madre_teresa2_270x250.jpgr a Pamplona, entristecí. Allá no había sentido una llamada especial a mi vocación y la dejé aparcada, junto a la tumba de la Madre Teresa de Calcuta. Le di muchas vueltas a todo y mi director espiritual me recomendó que lo dejara todo escrito, por si me servía en un futuro para conocer la llamada", rememora María Teresa Martínez.

Desde entonces, comenta, se dedicó a "cumplir el mensaje de la Madre Teresa" con su familia, con sus amigos o con los enfermos. "Pero, de verdad, nada me llenaba. El vacío que sentí era muy grande y no quería quedarme en verano en Pamplona. Sin embargo, se me cerraron todas las puertas de las ONG para poder acudir a algún lugar. Casualmente, a través de una amiga, pude acudir a Nápoles a colaborar en un campamento de niños con familias con problemas", expone sobre cómo dio otro paso hacia su decisión.

"En Nápoles me entró la paz y la alegría, las monjas que allí había me dieron envidia". Tras leer textos de la Madre Teresa a su vuelta a Pamplona decidió dar un paso más para disipar sus dudas y pasó 15 días en Madrid en un convento. "Ahora me encaja el puzzle de mi vida", relata mientras asegura que lo deja todo "para ser feliz". "A pesar de cambiar la comodidad de mi vida actual por otra que puede ser más un camino de espinas", señala.

En enero marchará medio año al centro que la orden de las Misioneras de la Caridad tienen en Sabadell. Será su primer paso. Luego vendrá el noviciado en Roma y, por último, los votos. "Luego, donde toque", concluye.

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