Eva Crosetta, presentadora en la RAI 2, alejada de la fe se convirtió en un viaje al Congo: «Dios actúa en la historia, pero también necesita que yo actúe»

* «Dios se hizo carne y quería hacer libre al hombre. Es una certeza que me da esperanza y me consuela: somos esperados en la eternidad. Lo que vivimos es sólo una parte del camino que tenemos por delante. Y luego está todo el aspecto del perdón»

Camino Católico.-  Eva Crosetta es con su 1,84 metros de estatura una de las presentadoras de televisión que más llama la atención en Italia. Esta veneciana tiene una dilatada carrera profesional primero en la televisión pública de la RAI, luego en Sky y ahora de nuevo en la RAI, en este caso en la segunda cadena donde ha comenzado a presentar el programa Sulla via di Damasco (Camino a Damasco), programa cultural y religioso que tiene como nexo el catolicismo. Lo explica J. Lozano en Religión en Libertad.

La nueva presentadora de un programa ya veterano vivió su particular camino a Damasco volviendo a la Iglesia que dejó en la adolescencia y encontrando sentido a toda su existencia. Amada por Dios ha podido amar a los demás, especialmente a los más pobres y vulnerables.

El desafío de seguir el Evangelio

Vivir la fe es ver a Cristo en el día a día y en todo lo que hace. “Es algo que va más allá de la mera creencia religiosa. La conversión se lleva a cabo en la familia, en la escuela, en el entorno laboral, en el matrimonio: significa tener una disposición mental diferente, evolucionar positivamente y aceptar el desafío, ¡porque es un gran desafío! Es seguir lo que dice el Evangelio”, explica esta italiana.

En su vida –agrega Eva- hace una práctica religiosa constante, va a “misa los domingos. La oración es, sin duda, un aspecto fundamental, pero lo que más me seduce sobre el aspecto religioso es la conciencia de este Dios que actúa en la historia. Y no he utilizado casualmente el verbo seducir: si la fe es amor, no puede dejar de tener una capacidad atractiva”.

Un Dios que se ha hecho hombre

Preguntada durante una entrevista con el semanario Credere sobre qué la sedujo de la fe católica, la presentadora afirma segura que “el hecho de que Dios se hizo carne y quería hacer libre al hombre. Es una certeza que me da esperanza y me consuela: somos esperados en la eternidad. Lo que vivimos es sólo una parte del camino que tenemos por delante. Y luego está todo el aspecto del perdón”.

Eva Crosetta está ahora muy unida a la espiritualidad que predica el padre Maurizio Botta, sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri.

La crisis que la devolvió a la Iglesia

Pero no siempre ha vivido así su fe. “Recibí una educación católica: asistí a catequesis y recibí todos los sacramentos, pero no fue nada particularmente vivo o ardiente. Entonces, como sucede con muchas personas, en la adolescencia me alejé de la Iglesia, hasta que pasé por un momento particularmente difícil”.

En ese momento complicado de su vida, Eva confiesa que se acercó a la Iglesia en busca de consuelo y de casualidad conoció al sacerdote Matteo Galloni, fundador de la Comunidad Amor y Libertad, que acudió a un programa de televisión como invitado en un programa en el que ella estaba presente.

El viaje al Congo

Eva decidió ir al Congo con la comunidad Amor y Libertad, fundada por Matteo Galloni

“Me impresionó mucho y decidí ir a Florencia para conocer la realidad que había fundado, que se ocupa de los niños y los padres que viven en zonas pobres. Ese mismo verano salí con ellos para el Congo. Cambió completamente mi perspectiva”, asegura.

Y así fue como su vida dio un giro radical en aquel viaje a África. Eva cuenta en la entrevista que “en el Congo enseñé italiano a un grupo de estudiantes: estudiaban en un lugar sin agua y sin luz. Por la noche los disparos se escuchaban a menudo”.

“Todavía recuerdo el día que fui a visitar una comunidad cercana: ni siquiera me presenté y una monja, llamada Clelia, se subió a un pequeño sillón (¡soy muy alta!) para abrazarme. Me dijo: ‘No necesito saber quién eres, te amo por el simple hecho de que estás aquí’. Otra cosa que me impresionó fue cuando algunos de los jóvenes a quienes enseñé italiano tomaron sus votos.  Les pregunté qué regalos habían recibido y Eric me respondió: ‘Mi hermana  me dio un papel para escribir, y mi madre me dio un consejo’. Lo dijo con tal solemnidad que me emocioné. Me pregunté cuánto hemos perdido los occidentales en nuestras vidas. ¿Cuánto nos hemos afeado, alejándonos de lo que es más auténtico? Me acerqué a la Iglesia y me entregué a hacer: Dios está en la historia, pero también necesita que yo actúe”, relata.

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