Alejandro y Águeda se casaron sin tener a Dios entre ellos, a ella le diagnosticaron ELA: En medio de la angustia Cristo entró en sus vidas y ahora ayudan a otros matrimonios

Camino Católico.- Alejandro y Águeda, él una persona sin fe y ella diagnosticada con ELA, han testimoniado su fe relatando su vida matrimonial y familiar vivida con superación, aceptación y amor. Lo hicieron el sábado, 14 de diciembre de 2019,  en la vigilia Asalto al Cielo en la parroquia de Colmenar del Arroyo de la diócesis de Getafe. Alejandro y Águeda contrajeron matrimonio sin tener a Dios entre ellos. Ella pensaba que se había equivocado al casarse con él y se refugió en el trabajo. Angustia, ansiedad…hasta que Cristo se hizo el encontradizo. Alejandro vivió una conversión impactante. Ahora ayudan a otros matrimonios a través de Proyecto de Amor Conyugal.

Alejandro había sido bautizado y había hecho su primera comunión, pero en su casa no se vivía la religión, así que su comunión fue su última relación con Dios y la Iglesia. No contaba con Dios. Además, aprovechaba cualquier situación propicia para criticar a la Iglesia. Águeda y su familia sí tenían costumbre de ir a misa los domingos, pero tras casarse con él lo dejó, según cuenta Religión en Libertad en la síntesis del testimonio de este matrimonio

Con la llegada de los hijos, y movidos un impulso misterioso de Águeda, comenzaron tímidamente a acercarse a su parroquia, aunque Alejandro ni rezaba, ni se arrodillaba, ni comulgaba, ni prestaba atención a las lecturas. A partir de la catequesis de sus hijos empezaron a participar en la vida de su parroquia, aunque continuaba sin confesarse. Algo le impedía acercarse a Dios.

En abril de 2010 le diagnostican a su mujer, según les dijo su neuróloga, «una de las peores enfermedades que se conocen en el mundo, la ELA»; una enfermedad hasta hoy incurable que va paralizando gradualmente el cuerpo, con un pronóstico de vida de unos 3 años, y con necesidades especiales de discapacidad funcional a partir de los 6 meses: sillas de ruedas, grúas para el aseo, cama articulada, respiradores…

Ella tenía 41 años y sus hijos 6, 10 y 13 años. Él, con una actitud positiva, decidió  esperar  los acontecimientos. Ella, sin embargo, se derrumbó y pasó varias semanas muy deprimida.

Alejandro y Águeda renovando sus votos matrimoniales en Caná de Galilea cuando peregrinaron a Tierra Santa

Pero lo que pudo ser la peor pesadilla de su vida, fue todo lo contrario. La enfermedad asusta, pero la falta de esperanza asusta mucho más. «Mi mujer –afirma Alejandro-, encontró su salvavidas en la fe, en la entrega absoluta a Dios y a su voluntad divina; si Dios le había secado la mano derecha, es que no le hacía falta para lo realmente importante: salvarse y salvar a su familia, y a cuantos conocen de verdad su testimonio de esperanza y de fe».

Él tranquilizaba su conciencia confesándose directamente con Dios. Con ternura y delicadeza, su mujer le advierte que no puede comulgar sin confesarse. En 2015 peregrinan a Tierra Santa. Allí siente un deseo muy grande de comulgar y de confesarse; allí hace su examen de conciencia. Un 5 de abril, primer viernes de mes, en la Vigilia de jóvenes en la Catedral de la Almudena, movido por un inesperado impulso interior, hace su primera confesión tras 40 años sin confesarse. Las palabras llenas de amor y de esperanza del sacerdote le llenan de inmensa alegría.

El domingo siguiente recibe la comunión en estado de gracia. Ese mismo día se apunta a la parroquia para prepararse a recibir el Sacramento de la Confirmación. El Señor le revela el don que es la enfermedad de su mujer dirigiendo la 5 estación del Viacrucis.

Providencialmente, participa en el rezo de un Viacrucis. Es invitado a leer una estación. Jamás antes lo había hecho. Pero en el momento que le tocaba leer a su amiga, esta se tiene que marchar urgentemente y le da a él la lectura. Era la 5 estación. ¡Otra vez el 5! Sabía que algo especial le esperaba, que algo iba a ocurrir.

Llamado por Cristo a ayudarle a llevar su cruz cargando esa cruz que su mujer cargaba con amor Jesús le había perdonado y ahora le pedía que le siguiera, que contaba con él para que ayudara a su mujer a llevar la cruz que con amor ella había abrazado.

No se trataba ya de ser el cuidador de su mujer por pena, caridad humana, obligación moral o por su compromiso matrimonial; entendió que lo que Dios le pedía era que la cuidara por AMOR a Él, abrazando la misma cruz que su esposa había abrazado por amor… la cruz de Cristo.

Alejandro y Águeda han aprendido a convertir la cruz en alegría, en felicidad. Gracias a la fe, la vida familiar se transforma, llenándose de ternura, de sencillez y de alegría. Hoy sus hijos son buenos estudiantes, voluntarios, catequistas, músicos, deportistas… Alejandro, que no sabía cocinar lo más simple, cocina ahora cada día para 6 personas, incluido su suegro, hace la compra, lava a Águeda, la viste, la peina, la maquilla, le da de comer, hace la colada, hace de taxista de su mujer, rezan y asisten diariamente juntos a misa, Alejandro ha trasladado su oficina a casa y ha dejado de viajar para estar las 24 horas del día con su esposa….

El encuentro con el Proyecto Amor Conyugal les confirmó el camino que habían recorrido y les abrió a un nueva misión en el servicio a los matrimonios y a la familia con su testimonio personal y con su acompañamiento de otros matrimonios a quienes acompañan y ayudan a superar los obstáculos y dificultades que encuentran en la realización de su vocación matrimonial.

La vigilia Asalto al Cielo es una iniciativa evangelizadora y misionera desarrollada desde el año 2015 por el sacerdote de la diócesis de Getafe y párroco de Colmenar del Arroyo, Álvaro Cárdenas, como respuesta al desafío de nuestra sociedad moderna y secularizada y como expresión del anuncio misionero que reclama particularmente nuestro tiempo, tan necesitado de testigos de la fe para encontrar a Cristo. Es una vigilia mensual de testimonio, adoración y alabanza cuyo centro es Jesucristo vivo y presente en aquellos que se han encontrado con Él, y en su presencia viva en la Eucaristía. El fin de esta vigilia es el encuentro con Él en el testimonio de los suyos, en la adoración y la alabanza, y en la celebración eucarística.

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