Antonio Sánchez Franco: «Estudié para pastelero, Dios me llamaba con insistencia y yo decía que no, fui a una convivencia y vi que el Señor sí me quería para Él y seré cura»

* «Mi padre nos decía que si el Señor nos llama a algo pues no vamos a desoírlo; a cada uno nos da lo que podemos llevar. El Señor me volvió a tocar muy fuerte y le pedí a la Virgen que me iluminara. Mi respuesta entonces fue: Señor, lo que tú quieras, cuando tú quieras, como tú quieras, pero contigo. Deseo entregar mi vida a Jesucristo para ayudar a muchas almas a experimentar el amor de Dios»

Video del testimonio de Antonio Sánchez Franco que compartió en marzo de 2016 cuando era seminarista de primero 

Camino Católico.-  Antonio Sánchez Franco es uno de los cinco jóvenes que este mes de septiembre serán ordenados sacerdotes en la Diócesis de Cartagena. «Antonio, ¿tú qué quieres ser, pastelero o cura?», le preguntó el rector del seminario. En ese instante no pudo contener sus lágrimas de emoción con una respuesta clara y decidida. Pero hasta ese momento el Señor tuvo que insistir en su llamada muchas veces.

Antonio Sánchez Franco tiene 29 años y es de Llano de Brujas (Murcia). El mayor de cuatro hermanos, de una familia creyente. Su día a día siempre ha sido muy cercano a la parroquia ya que su padre era el sacristán y su madre catequista. Cuando de pequeño le preguntaban sobre qué quería ser de mayor «siempre contestaba que obispo», recuerda entre risas a Cristina Celdrán en la web de la Diócesis de Cartagena.

A los siete años comenzó a colaborar como monaguillo y así fue creciendo alrededor de la Iglesia. «Estar a diario en la parroquia era mi vida normal, junto a mis estudios y mis amigos», recuerda. Conforme fue pasando el tiempo, Antonio seguía involucrado en la comunidad parroquial, colaborando con Cáritas y participando en una cofradía. Sentía que el Señor le llamaba a algo más, pero él no quería darle importancia. Incluso llegaba a molestarse cuando le preguntaban si finalmente quería ser sacerdote. «Hoy día no está de moda ser cura y yo decía que ya colaboraba y respondía al Señor con todo lo que me pedía». «Así paso el tiempo y me confirme. En la confirmación tuve un gran encuentro con el Señor, y sentí que recibía su Espíritu Santo. Acabé el bachillerato y yo no sabía lo que quería hacer con mi vida, sentía la llamada de Señor, pero me daba miedo y creía que no era lo mío, por lo que empecé a estudiar una FP por hacer algo». 

Finalizada su formación en Servicios en Restauración, continuó trabajando y estudiando Panadería, Repostería y Confitería, dejando siempre dos tardes libres para seguir como catequista. Pero el Señor le seguía llamando «con más insistencia», aunque su respuesta seguía siendo «no, yo no».

Antonio Sánchez Franco en el seminario de Murcia a sus 25 años

En 2013, murió mi padre después de una larga enfermedad, y ese momento fue un punto de inflexión para poder ver su felicidad y la entrega de él a Dios, y mi pequeña entrega. Su ejemplo de vida y de fe sirvió de testimonio a Antonio. «Mi padre nos decía que si el Señor nos llama a algo pues no vamos a desoírlo; a cada uno nos da lo que podemos llevar», explica. Estas palabras calaron hondo, haciéndole replantearse su vocación: «Sacerdote, ¿por qué no?» resonaba entonces una y otra vez en su cabeza. «El Señor me volvió a tocar muy fuerte y le pedí a la Virgen que me iluminara. Mi respuesta entonces fue: Señor, lo que tú quieras, cuando tú quieras, como tú quieras, pero contigo».

Llegó el verano y, aunque no le gusta mucho la playa, todo se dio a favor para que pudiera asistir a una convivencia del seminario: «Fui a pasar esos días con la convicción de que ese no era mi sitio, pero finalmente sirvió para cerciorarme de que el Señor sí me estaba llamando, sí me quería para Él». Ahí pudo descubrir que había muchos más chicos de los que él imaginaba con sus mismas inquietudes, incluso más jóvenes que él y de los que le llamaba la atención su valentía para seguir a Cristo a pesar de su corta edad. Fue en este momento cuando el rector del seminario le formuló aquella pregunta sobre cómo se veía en el futuro y cuya respuesta cambió el rumbo de su vida.

Septiembre fue un mes determinante, de nervios y preparación, con su ingreso en el seminario. Cuando pasó la puerta, inmediatamente se dio cuenta: «Había encontrado la horma de mi zapato, la chaqueta que mejor me quedaba, y descubrí una gran familia». Este ha sido el lugar donde se ha formado durante los últimos años para llegar al sacerdocio, aprendiendo a ser de Cristo y configurando su corazón con Él. Considera que el camino de la vocación es «un camino de rosas, pero también con sus espinas» del que asegura que no cambiaría nada.

Antonio Sánchez Franco después de ser ordenado sacerdote junto al obispo de Cartagena  Mons. José Manuel Lorca Planes

En los días previos a su ordenación sacerdotal  siente el deseo de entregar su vida a Jesucristo «para ayudar a muchas almas a experimentar el amor de Dios». Así mismo, se muestra agradecido a sus formadores, su parroquia y también a la comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Molina de Segura, donde ha servido como diácono durante el último curso y considera que su ordenación «no es un culmen sino un empezar».

Antonio Sánchez Franco ha sido ordenado sacerdote el domingo 11 de septiembre de 2022, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Lágrimas de Llano de Brujas, por el obispo de Cartagena Mons. José Manuel Lorca Planes quien inició su homilía subrayando que «no podemos hacer otra cosa en este momento, sino cantar y bendecir a Nuestro Señor por lo bien que hace todas las cosas, porque, como canta la Santísima Virgen María en el Magníficat, se ha fijado en la humildad de su siervo y porque su misericordia llega a sus fieles de generación en generación…».

Antes de finalizar la celebración de su ordenación, Antonio se dirigió a los presentes en una emotiva acción de gracias: «Llego a este momento de mi vida realmente agradecido, siento que no merezco nada de lo que me está pasando. Estoy alegre en el Señor y le doy gracias por llamarme a servirle en la Iglesia, en su Iglesia, y confirmarme en la llamada, por su paciencia conmigo para animarme, por ayudarme a sostener mi sí hasta hoy. Por hacerse presente en mi camino a través de tantas personas en mi proceso vocacional».

Agradeció al obispo su acogida, confianza y preocupación; el ejemplo de los sacerdotes que le han acompañado durante su vida; la cercanía y fraternidad de sus compañeros de curso y otros seminaristas; la presencia constante y fortaleza de su familia; y el cariño de su comunidad parroquial y de todas las personas que han estado junto a él en el tiempo de formación en el seminario y durante su diaconado.

Antonio inicia su ministerio sacerdotal en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Molina de Segura, junto al párroco y la comunidad parroquial a los que ha servido como diácono, esperando ser un sacerdote «fecundo, despojado y libre»: «Dios me quiere a su servicio para que sea buena noticia para los que están solos, perdidos, para los que sufren, para los que han perdido la esperanza, para los que buscamos hacer presente en esta vida el reino de Dios. No tengamos miedo de responder a Dios, Él nos llama, está enamorado de nosotros e insiste en buscarnos, aunque no lo creamos. Gracias Señor por todo, por todos y por este día».

Eduardo Pérez, 31 años, «Era tenor, todo giraba en torno a mí y la fama. El Señor se sirvió del canto para acercarme a Él, sólo Él es la suma belleza, y me llamó a ser cura»


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