Caroline Molan se alejó de Dios hasta que leyó una experiencia del “más allá”, acudió al rosario en su embarazo, se confesó y comulgó: «Jesús se hizo vivo en mi corazón»

*  «Después de un año viviendo con una amiga, le hicimos una fiesta de despedida antes de que se marchase. Allí conocí a Tom. Siempre vi algo sólido en él, y encajamos enseguida… No fuimos castos antes del matrimonio. Tras tener mi primer hijo por cesárea, me quedé embarazada de nuevo, y no quería tener otra cesárea. En medio de la angustia, empecé a rezar el rosario, que fue como una solución fácil. A través de Tom, volví a misa tras años sin ir, y sentía de nuevo que el corazón me quemaba»

Caroline Molan explica su conversión en una entrevista en el programa Cambio de Agujas de H.M. Televisión,

*  «Cuando Nora, mi segunda hija, tenía 5 meses, rezamos la novena del Perpetuo Socorro, muy famosa en Irlanda. Allí leí la experiencia cercana a la muerte de Gloria Polo y se lo conté a mi madre. Como sabía que me interesaba ese tema, me dio un libro con experiencias cercanas a la muerte, `Quiero ir al cielo cuando muera´. Aquel libro fue un punto de inflexión. Dio respuestas a todas mis preguntas. Fue como si estuviese abrazando a Jesús y le pidiese perdón. Al día siguiente me fui al confesionario. No tenía ni idea. Le dije al sacerdote que habían pasado 15 años desde mi última confesión, y le conté todos mis pecados. Era encantador, y aquel día, pude confesarme y recibir la Eucaristía»

Camino Católico.- Como tantos adolescentes, la irlandesa Caroline Molan intentaba encajar entre sus pares y en este proceso Dios, la experiencia de fe, la adhesión a la sana doctrina de la Iglesia, fue quedando al margen.  Aun así, cada cierto tiempo volvían a su mente algunas preguntas trascendentales que la inquietaban: ¿qué hay después de la muerte?, ¿a dónde vamos?

Durante el período de sus estudios universitarios, Caroline era una chica promedio que asistía a fiestas y tenía una vida sexual activa, sin por ello dejar de tener interés por encontrar un chico con quien casarse, tener hijos, formar familia. Dios seguía estando relegado de su vida.

Pero cuando se mudó a Cahir (Irlanda) para comenzar a trabajar como veterinaria, dos hechos significativos ocurrieron: Uno, que conoció a Tom, un chico que le resultó agradable y con quien congenió desde el principio. Y dos, su reencuentro con Dios tras leer la historia de Gloria Polo y su experiencia del “más allá”. Caroline Molan explica su conversión en una entrevista en el programa Cambio de Agujas de H.M. Televisión, presentado por Cristina Casado. Esta es una síntesis textual de su testimonio en primera persona:

Caroline Molan, su esposo Tom y sus dos primeros hijos

“Dios siempre presente en mi infancia, pero no le permití entrar para sanar mis heridas”

Durante mi infancia, Dios siempre estuvo presente. Recuerdo que rezábamos e íbamos a misa en familia cada domingo. Cuando era muy pequeña, leía a Santa Catalina de Siena y quería inspirarme en su vida. Quería ser mejor… Quizá nuestra niñez podía haber sido más feliz. Hubo ciertas heridas, especialmente la falta de cercanía emocional entre mi madre y yo, y no le permití a Dios entrar para sanarlas… Empecé a tener muchas preguntas. Con ocho años falleció mi tío, y en su funeral me impactó saber que era él, pero que al mismo tiempo, no lo era. ¿Dónde se fue? ¿Qué pasa cuando te mueres?… Continuamente le preguntaba a mi padre sobre el cielo y sobre la vida después de la muerte.

“Descubrí que no saber lo que ocurre en tu propio corazón o en el de los demás es algo que perjudica tu relación con Dios”

Dios siempre estuvo presente, pero me alejé de Él conforme me hice mayor. En mi adolescencia, me preocupé con las clases, me centré en mis amigos y empujé a Dios de mi vida. Solo le esperaba cuando yo quería que Él estuviera, pero no podía sentirle, y cuando tenía alguna sensación de querer mejorar las cosas, no sabía gestionarlo. Siendo sincera, no tenía relación con Dios… La falta de cercanía entre mi madre y yo me hirió durante aquellos años. Pienso en aquellos a los que la herida causada por un padre ausente les dificulta concebir a Dios como un padre amoroso. Y diría que ocurre lo mismo con la madre. Hay una herida materna correspondiente. Descubrí que no saber lo que ocurre en tu propio corazón o en el de los demás es algo que perjudica tu relación con Dios. Esa fue mi experiencia.

“Tenía un agujero enorme en mi alma, un abismo gigante que me hacía desear a alguien que me quisiese. Escondía tan bien mi ansiedad y ataques de pánico existencial que ni pensé en buscar a Dios”

Dediqué el tiempo que duraron los estudios de secundaria y la universidad en encajar, en no ser diferente y en decidir por mí misma. Lo común era ser rebelde contra Dios, la Iglesia y unas normas que teníamos que obedecer, en lugar de verlas como una relación personal. Decidí yo, como siempre sin rezar, que iba a ser veterinaria. Fui aceptada, y comencé la universidad, donde todo eran fiestas, beber, juergas y un deseo de encajar y ser parte de algo que, en el fondo, era un desastre.

Basé todas mis amistades en la superficialidad. Siempre he tenido un carácter muy alegre, pero vivía en una profunda angustia existencial, y me perseguían algunas preguntas: ¿Por qué estamos aquí? ¿De qué va todo esto…? Siempre había algo con lo que distraerse, como aprobar un examen, tener éxito, buscar alguien que me quisiese.

Tenía hambre de amor y afirmación por mis amigos. Tenía un agujero enorme en mi alma, un abismo gigante que me hacía desear a alguien que me quisiese. Escondía tan bien mi ansiedad y ataques de pánico existencial que ni pensé en buscar a Dios. En aquellos años, fui a misa una o dos veces y cuando entraba me ardía el corazón, pero no pensaba que era Dios intentando entrar. Era como estar en la niebla, y Dios intentaba penetrar las nubes.

Empecé a trabajar al terminar la universidad y continué con la misma vida. Todo era ir de un desastre a otro continuo. Usaba mi cuerpo como una moneda para conseguir lo que quería. Era puro egoísmo, y cuando tienes un agujero en tu alma, haces lo que sea para llenarlo.

“Me quedé embarazada de nuevo, y no quería tener otra cesárea. En medio de la angustia, empecé a rezar el rosario… Volví a misa tras años sin ir”

Después de un año viviendo con una amiga, le hicimos una fiesta de despedida antes de que se marchase. Allí conocí a Tom. Siempre vi algo sólido en él, y encajamos enseguida. Tenía una relación muy fuerte con su madre, que era cariñosa, alegre y divertida, pero sobre todo, era buena y de oración.

No fuimos castos antes del matrimonio. Tras tener mi primer hijo por cesárea, me quedé embarazada de nuevo, y no quería tener otra cesárea. En medio de la angustia, empecé a rezar el rosario, que fue como una solución fácil. A través de Tom, volví a misa tras años sin ir, y sentía de nuevo que el corazón me quemaba.

“Aquel libro dio respuestas a todas mis preguntas, y Jesús se hizo vivo en mi corazón, pude confesarme y recibir la Eucaristía”

Cuando Nora, mi segunda hija, tenía 5 meses, rezamos la novena del Perpetuo Socorro, muy famosa en Irlanda. Allí leí la experiencia cercana a la muerte de Gloria Polo y se lo conté a mi madre. Como sabía que me interesaba ese tema, me dio un libro con experiencias cercanas a la muerte, `Quiero ir al cielo cuando muera´. Aquel libro me impactó, especialmente cuando una mujer habló de cómo sus pecados dañaron a Jesús. Cuando cerré el libro pensé: esto es verdad. Y si es verdad, no hay nada más importante.

Aquel libro fue un punto de inflexión. El padre explica que, cuando mueres, el Espíritu Santo te permite ver tus pecados, lo que has hecho y lo que has dejado de hacer. Dio respuestas a todas mis preguntas, y Jesús se hizo vivo en mi corazón. Fue como si estuviese abrazando a Jesús y le pidiese perdón.

Al día siguiente me fui al confesionario. No tenía ni idea. Le dije al sacerdote que habían pasado 15 años desde mi última confesión, y le conté todos mis pecados. Era encantador, y aquel día, pude confesarme y recibir la Eucaristía.

Todos se reían de mí por que compraba libros online con todo lo que tuviese que ver con Dios y con la fe, y los regalaba a mis seres queridos y familiares. Seguro que pensaban que estaba loca,  pero tenía una sed inmensa por saber más de mi fe.

“Bendigo al Señor por nuestro matrimonio. A través de él hemos sido capaces de amarnos el uno al otro en nuestro acercamiento a Dios”

Desde aquel momento, no hay comparación en mi vida. Tengo los pies en tierra firme, y no estoy buscando en la oscuridad o preocupada por el por qué de todo. Tom se había casado con una chica totalmente distinta, pero bendigo al Señor por nuestro matrimonio. A través de él hemos sido capaces de amarnos el uno al otro en nuestro acercamiento a Dios. Yo he crecido, el también, toda la familia lo hemos hecho. Ha sido increíble. Me consagré a la Virgen en la fiesta de la presentación en 2017, y pensé que sería bonito que pudiésemos consagrarnos todos. Nos consagramos todos a Nuestra Señora el 8 de diciembre de aquel año, y poco después, nos fuimos a Medjugorje.

Desde nuestra conversión como familia, nos han sucedido cosas magníficas, es asombroso. Tom acude a la adoración eucarística con frecuencia, los dos estamos creciendo juntos hacia el Señor. Indudablemente, somos mucho más felices de lo que pudimos haber sido nunca.

Caroline Molan

Publicado originalmente en Camino Católico en mayo de 2021

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