Cécile, alejada de la fe, se sumergió en la Nueva Era hasta que un amigo musulmán le dijo que «¡es magia, es diabólico»: «Me confesé, Dios me acogió, vino a mí y me liberó»
* «Es algo que todavía me impacta: Dios es mi libertador. Me libró de la muerte, porque yo estaba en camino de la perdición. Vi que había sembrado en mi camino pequeños guijarros, pequeñas semillas, pequeñas cosas que me condujeron hasta el final… Desde la adolescencia yo buscaba el amor absoluto, tenía una necesidad de eternidad. Comprendí quién era el Dios que yo buscaba, y que lo había encontrado»
Camino Católico.- Después de años de practicar la Nueva Era intentando sanar a personas, Cécile empieza a hacerse preguntas cuando una mujer empeora en vez de mejorar. Su novio musulmán le advierte que lo que hace «¡es magia, es diabólico». Ella reaccionó intentando averiguar qué había de cierto en esas afirmaciones y actuó en consecuencia: «Me confesé, Dios me acogió en sus entrañas, vino a mí y me liberó», explica a Découvrir Dieu. Esta es su historia contada en primera persona:
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«¡Dios mío, todo lo que he hecho, lo he hecho contra Ti! He querido adquirir un poder que solo Tú puedes dar»
Mi nombre es Cécile. Vivo en el departamento francés de Var, en la Costa Azul. Mi abuela era comunista muy anticlerical, mi madre era creyente pero no practicante. De niña interioricé una religión puramente cultural: una cierta noción de Dios, una idea de Jesucristo, la celebración de la Navidad.
En mi adolescencia me rebelé contra lo que veía como un mundo violento, injusto, capitalista… Entonces, en ese momento, me volví más hacia las religiones orientales, en particular el budismo. Después me casé y tuve un hijo, lo que me centró en mi familia y metí la cabeza en el manillar, como se dice en ciclismo. Mi matrimonio fracasó y las cuestiones existenciales regresaron. Y a partir de entonces inicié mi viaje al esoterismo y la sanación energética. Me formé, hice muchas iniciaciones, conocí a mucha gente… Hice medicina china, acupuntura, masajes. Luego, el reiki… Un montón de cosas, no me acuerdo de todas . Y además, en un momento dado, empezaron a surgirme dudas: “¿Por qué llamar a todas estas entidades? ¿Por qué no dirigirse a Dios Padre? ¡Existe un Creador…!” Además me molestaba que todos los grupos a los que me iba adhiriendo predicaban la tolerancia pero estaban llenos de rivalidades sobre quién era el mejor médium, el mejor sanador, el mejor curandero…
Todo lo que yo hacía me empezaban a interpelar, como cuando recibí a una mujer que vino para que le curase. Días después, cuando tocaba la siguiente cita, ella la llamó para decirme: “Estoy muy enferma, no podré volver”. Yo pensé en mi interior: “¡Vino para ser aliviada!, no pàra ir a peor” ”que no podía ir… porque había empeorado. Tal vez las soluciones en las que creía no funcionaban… Pequeños detalles que de forma inconsciente, creo, me iban apartando de ese mundo New Age.
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Me divorcié y luego conocí a un novio musulmán que me dijo:: “¡Para nosotros, eso es magia! ¡Es diabólico!” Al principio le contestaba: “¡No! Te voy a explicar ! Ven ! ¡Hago pequeñas cosas para ti!”. Pero él respondía siempre: «¡No quiero!”. Ante sus persistentes negativas averigué qué pensaba el islam al respecto y a raíz de eso empeze a interesarme por esa religión. Pero además pensé: “¡Todavía voy a mirar lo que dicen los católicos!”. Entonces busqué en Internet.
En aquella época estaba en paro, así que me pasé día y noche en internet, investigando. Me enteré de lo que es la posesión diabólica y de que las personas que hacen esoterismo o magia negra apelan a unas ‘energías’ que son demoníacas, que no vienen de Dios, y por tanto sus poderes son demoníacos. A mí la sanación ‘energética’ me atraía porque quería hacer el bien a los demás, mi intención era buena. Veía sin embargo en la red lo que contaban personas que habían practicado el esoterismo. Algunas cosas eran sobrenaturales -digámoslo así- o muy fuertes, y veía que los exorcistas atendían a muchas personas que habían practicado el esoterismo… Lo malo es que, en esos ámbitos, todo el mundo cree estar haciendo el bien, estar del lado correcto, nadie te dice ‘¡Yo estoy con el diablo, trabajo para él!’. No, creen estar trabajando para el bien.
Cerré mi ordenador, miré al techo y dije: ‘¡Dios mío, todo lo que he hecho, lo he hecho contra Ti! He querido adquirir un poder que solo Tú puedes dar’. Comprendí la intensidad de mi pecado al mismo tiempo que recibía el amor de Dios. Me derrumbé. Al fin comprendí lo que era la misericordia. Fue realmente un momento de transformación, estuve llorando varios minutos
Luego sentí la necesidad de confesarme. No me gustaban nada los sacerdotes, pero me dije: ‘Mi pecado es grave. Realmente tengo que pedir perdón a Dios oficialmente, por así decirlo’. Fui a ver a un sacerdote a una parroquia cercana. Él me acompañó para empezar mi camino de fe.
Conocí a Dios más profundamente y aprendí que era misericordia. Dios acogió mi sufrimiento, me acogió en sus entrañas, vino a mí y me liberó. Es algo que todavía me impacta: Dios es mi libertador. Me libró de la muerte, porque yo estaba en camino de la perdición. Vi que había sembrado en mi camino pequeños guijarros, pequeñas semillas, pequeñas cosas que me condujeron hasta el final… Desde la adolescencia yo buscaba el amor absoluto, tenía una necesidad de eternidad. Comprendí quién era el Dios que yo buscaba, y que lo había encontrado.
Incluso en medio del sufrimiento, cuando una se sabe tan amada que Él nos dice ‘Tú eres mi hija amada’… ¡te da igual si se hunde el mundo! Uno sabe que ya está en la eternidad de Dios y que, finalmente, este mundo es de paso: nos espera la eternidad. ¡Y esa esperanza no tiene precio!
Cécile
Vídeo del testimonio de Cécile en francés
‘Terapias Alternativas: El lado oculto’: un documental sobre la verdad de la Nueva Era
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