Colm O´Connell, misionero en Kenia, entrenador de 30 campeones mundiales de atletismo y un periodista dice que «tiene un arma secreta: su fe”

El reportero Jim de Zoete añade que “es un hombre de Dios y lo muestra de forma práctica. La fe de Colm le da una increíble sensación de calma, que sus atletas absorben. Esto viene de tener un propósito mayor en la vida. Él dice: nunca te jubilas de ser misionero, nunca dices ´vale, ya lo hice todo´. La vida sigue. Hay vida más allá del oro olímpico. Esta es la clave: el objetivo nunca fue ganar las Olimpiadas. Colm dice: mi misión es ayudar a la gente joven a tener una vida mejor»

26 de enero de 2016.- (Religión en Libertad  Camino Católico) ¿Cuántos campeones mundiales de atletismo ha entrenado en Kenia el misionero irlandés Colm O´Connell? Él dice que no lleva la cuenta, pero en la prensa deportiva calculan que al menos una treintena. Su último pupilo convertido en leyenda es David Rudisha, un «monstruo» de los 800 metros, encumbrado en las Olimpiadas de Londres 2012. 

Le llaman «el gurú de los corredores Hermano Colm». Jim de Zoete, un periodista que lo estudió varios años para un documental de la BBC que se emitió en 2014, llegó a ciertas conclusiones sobre este misionero entrenador: «Tiene un arma secreta, tiene su fe. Es un hombre de Dios y lo muestra de forma práctica», aseguró en un reportaje para The Spectator. 

Jim de Zoete señala que el elemento espiritual protege al entrenador misionero de muchas tentaciones.

«Significa que el atletismo no es el todo ni el fin de la vida. Significa que no está interesado en el lado financiero de entrenar, y que a menudo prefiere retrasar la entrada en competición de un joven atleta, dejando que desarrolle sus propios ritmos, en vez de presionarlo por dinero. Al contrario que muchos entrenadores, no va con sus atletas a los eventos. Nunca ha estado en los Juegos Olímpicos, por ejemplo. Cuando David Rudisha se colocó en la línea de salida en Londres 2012, él estaba en su sillón de las tierras altas de Kenia».

Irradiar calma que viene de la fe

El periodista añadía además: «Más importante aún es que la fe de Colm le da una increíble sensación de calma, que sus atletas absorben. Después de años filmándole, llegué a la conclusión de que esto viene de tener un propósito mayor en la vida. Él dice: nunca te jubilas de ser misionero, nunca dices ´vale, ya lo hice todo´. La vida sigue. Hay vida más allá del oro olímpico. Esta es la clave: el objetivo nunca fue ganar las Olimpiadas. Colm dice: mi misión es ayudar a la gente joven a tener una vida mejor. Podía haber sido con cualquier cosa, y coincidió que fue con las carreras».

La agencia AFP ha difundido ahora la visión del hermano Colm desde su atalaya de experiencia entrenadora en África. 

«Cada mañana, el hermano Colm, continúa a sus 67 años acudiendo al colegio Saint Patrick, ubicado junto a su casa en Iten, en las estribaciones del valle del Rift, a 2.400 metros de altitud, para entrenar a sus atletas, entre ellos el campeón olímpico de 800 metros, David Rudisha», explica la agencia. 

Entrenamiento tradicional

Este misionero irlandés nacido en el condado de Cork mantiene su forma´tradicional´ de entrenar, insólita en una época en la que la tecnología ha invadido el deporte moderno, y que le ha permitido forjar una treintena de campeones olímpicos y mundiales, como Peter Rono, Wilson Kipketer, Linet Masai y Janet Jepkosgei.

Miembro de la hermandad de San Patricio, Colm O´Connell llegó a Iten en junio de 1976 para enseñar geografía. Sin conocer nada del atletismo, comenzó a entrenar al equipo de la escuela local. Entre 1986 y 1993 fue director del Saint Patrick´s High School y solo tres años después empezó a entrenar a atletas profesionales.

En 1989, el misionero irlandés crea el primer campo de entrenamientos de Kenia. Desde entonces, decenas se han diseñado en los altiplanos del oeste keniano. «El hecho de que el atletismo se convirtiese en profesional a finales de los años 80 fue un cambio muy importante», explica. «La gente comenzó a entender que se podía vivir de ello», añade el religioso, que en aquella época se puso a reclutar a jóvenes atletas procedentes de todo el valle del Rift. 

El atletismo, también para chicas

O´Connell también ayudó al desarrollo del atletismo femenino en Kenia, a través de la escuela para chicas de Sing´ore, en Iten. «Cuando llegué, el atletismo femenino estaba confinado a las escuelas. Y sólo había unos pocos colegios que se interesaban. Llevó tiempo, porque había unos tabúes asociados al atletismo», recuerda.

«Se esperaba que las chicas se casaran tras dejar el colegio. El atletismo no era considerado un trabajo, y menos para las chicas. Hizo falta tiempo para que fuesen aceptadas como atletas y que se considerase que pudiesen convertirse en profesionales. Pero se acabó entendiendo que las chicas puedan ganar más dinero siendo atletas que las mujeres casadas».

Colm O’Connell ya ha explicado que desea ser enterrado en Kenia, donde se siente muy cercano a la gente y donde, asegura, “aún se respira el espíritu libre que la Iglesia jamás debe olvidar…”.

 

 

 

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