Conrado Giménez Agrela, presidente Fundación Madrina: «Dedicarse a Dios es la mayor inversión porque te da el ciento por uno y además en esta vida”

Era un alto ejecutivo de un banco, pero lo dejó todo y ahora se dedica a tiempo completo a madres en riesgo de abortar o que sufren dificultades ante un embarazo: «Me he humanizado. Antes era muy soberbio y muy hipócrita. Ahora lo he perdido todo y me apoyo sólo en Dios y en la Virgen. El único momento donde encuentro paz es en la adoración, donde le digo al Santísimo que es mi único apoyo y mi única seguridad. Cuando crees en la Providencia, Dios te lo da todo, es una forma de amar distinta»

11 de noviembre de 2012.- (Intereconomia TV / Camino Católico«Dedicarse a Dios es la mayor inversión, porque te da el ciento por uno, y además en esta vida. Pero Dios te lo pide todo y te lo va tomando poco a poco, y te duele muchísimo”, afirma  Conrado Giménez Agrela, presidente Fundación Madrina, en la entrevista  realizada por Gonzalo Altozano, este sábado, en Intereconomía TV para el programa “No es bueno que Dios esté solo”, y que puede visualizarse íntegramente en el vídeo.  

Conrado Giménez nació en Madrid en 1959, trabajaba de alto ejecutivo en un banco y lo dejó todo  -buen sueldo, trajes a medida, coches caros…- para iniciar el proyecto de la Fundación Madrina y atender a mujeres embarazadas con problemas de cualquier tipo, tanto si piensan en abortar como si padecen otra clase de dificultades.  Actualmente atienden madres que tienen des los 11 a los 40 años. Lo hacen 15 personas que las ayudan dando atención ginecológica, orientación laboral,  alimentos infantiles e higiene del bebé,  y acogiéndolas en dos pisos. También atienden 40.oo0 llamadas y correos electrónicos al año.

Pese a tenerlo todo, Conrado Giménez comprendió, en un momento de su vida, que tener entregado todo su tiempo al mendo financiero no le llenaba. Su vida empezó a transformarse cuando percibió que era feliz entregando su vida a los demás y a Dios. Hubo dos experiencias decisivas que aceleraron ese cambio: cuidar enfermos de sida con las religiosas de la Madre Teresa de Calcuta, y atender a niños de la calle en Perú. «Quedé totalmente tocado al volver de Cuzco. Me dije que mi vida tenía que cambiar. Una noche, saliendo de preparar un consejo de administración del banco a las tres de la madrugada, tuve un accidente muy grave. Incluso tuvieron que venir los bomberos a sacarme. Y no estaba preparado para irme al otro mundo a ver a Dios«.

Para discernir lo que le sucedía iba en peregrinación al santuario de Schoenstatt en Pozuelo de Alcarcón. Para llegar hasta allí tenía que atravesar zonas de prostitución, y empezó a tratar a jóvenes madres que se ganaban la vida vendiendo su cuerpo. Empezó a llevar cosas a las prostitutas como «crucifijos, estampitas de la Virgen…Yo tenía prejuicios respecto a las personas excluidas, pero te das cuenta de que tienen un corazón mejor que el tuyo….Algunas me pedían que rezara por ellas «, asegura Conrado Giménez. Varias de aquellas mujeres dejaron de ejercer  su actividad, «y alguna acabó de catequista». Esa experiencia le sirvió para empezar a pensar en la creación de la Fundación Madrina.

Empezó la entidad poniendo todo su dinero en el proyecto. Hoy se dedica a ella a tiempo completo y «sin cobrar ni un duro», una promesa que hizo al empezar: «De esa forma puedo atenderlas más libremente».  La transformación que ha vivido la describe así: «Me he humanizado. Antes era muy soberbio y muy hipócrita. Ahora lo he perdido todo y me apoyo sólo en Dios y en la Virgen. El único momento donde encuentro paz es en la adoración, donde le digo al Santísimo que es mi único apoyo y mi única seguridad. Cuando crees en la Providencia, Dios te lo da todo,es una forma de amar distinta».

Conrado fue invitado un día a México y allí conoció a la Virgen de Guadalupe, a consagró la Fundación. «Desde entonces suceden milagros» que designa con una palabra que escuchó allí: “diosinencias”, esto es, aparentes coincidencias que vienen de Dios. Pone como ejemplos momentos bajos en que ha sentido la tentación de tirar la toalla. Un día de esos, le llamó una madre para decirle que sabía que le pasaba algo y decirle: «No nos puedes dejar solas».

«Vivimos de la Providencia»,afirma Conrado Giménez, quien admite haber llorado en más de una ocasión, desesperado ante las puertas cerradas y los bolsillos vacíos, y justo entonces… «viene alguien y te ofrece algo concreto que era precisamente lo que necesitabas, desde un piso que han heredado y quieren donarnos, a una remesa de pañales que llega de golpe a un colegio donde acababan de negarnos una operación de recogida de pañales». Madrina tiene tienen unos protectores propios según explica Conrado: «Los niños que están en el cielo son unos ángeles muy especiales a quienes yo nombro patronos de la Fundación». También es rotundo al afirmar que «cada niño que nace trae un mensaje, y es que Dios aún no ha perdido la esperanza en el hombre».

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