El padre Carlos Ballbé, jugador olímpico, coordina la Pastoral del Deporte: «Dios me encontró y lo he visto en el hockey. En Medjugorje adorando sentí la llamada del Señor»

* «Sentía un gran vacío a pesar de tener todo lo que quería en mi vida. No sabía qué me pasaba. Hablé con un sacerdote y me propuso peregrinar a Medjugorje. Ya había ido dos veces y no me apetecía mucho. Pero, al final, fui la tercera semana de agosto de 2007. En una de las adoraciones –yo no era de rezar mucho–, me quedé aparte y ahí se fue recolocando todo. Contaba mis planes a Dios y, al mismo tiempo, me daba cuenta de que no me llenaban»

Vídeo del año 2012 coincidiendo con su participación en los juegos olímpicos en el Carlos Ballbé contaba su conversión y llamada de Dios en Medjugorje, que le permitió compaginar su entrada al seminario con la práctica del hockey

Camino Católico.-  Carlos Ballbé, Exjugador profesional de hockey –incluso participó en los Juegos Olímpicos de Londres–, periodista y sacerdote, Litus, como todos lo conocen, será el coordinador de la recién impulsada Pastoral del Deporte en la Conferencia Episcopal Española. Fran Otero Lo entrevista en Alfa y Omega.

– ¿Cómo acaba un deportista de élite siendo sacerdote?

– Siempre he sido creyente. Incoherente, pero fe he tenido. Al terminar el colegio quería ser reportero de guerra. En ese momento, mi vida era el deporte y el periodismo. Pero a raíz de la muerte de mi abuela me tomé las cosas más en serio. Y con ese cambio me empezaron a ir muy bien las cosas. Llegué con mi club, el Atlètic Terrassa, a la final de la Copa de Europa, que perdimos, y me llamó la Selección Española para preparar los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín. Era 2007 y tenía 22 años.

– No podía pedir más…

– Ese verano, antes de concentrarme con la selección, me fui a Mallorca a descansar. Cogí la mononucleosis y estuve tres semanas en cama. Ya no podía reengancharme al equipo. Sentía un gran vacío a pesar de tener todo lo que quería en mi vida. No sabía qué me pasaba. Hablé con un sacerdote y me propuso peregrinar a Medjugorje. Ya había ido dos veces y no me apetecía mucho. Pero, al final, fui la tercera semana de agosto de 2007. En una de las adoraciones –yo no era de rezar mucho–, me quedé aparte y ahí se fue recolocando todo. Contaba mis planes a Dios y, al mismo tiempo, me daba cuenta de que no me llenaban. Y sentí una llamada a entregarme al Señor, aunque no pensaba en el sacerdocio.

 

Litusposa con un stick y una pelota de tenis, deporte que practica ahora. / Foto cedida por Carlos Ballbé

– ¿Qué pasó a la vuelta?

– Hablé de nuevo con el cura y le planteé que quería despejar la incógnita, pero que no quería entrar en un seminario. Me propuso irme a una casa en Pamplona para gente que se lo está pensando y estuve allí un año. Sí me pidió que no dejase el hockey. «Si Dios te ha encontrado en el hockey, Dios está en el hockey. No lo abandones», me dijo. Además, si tenía tan claro que no iba a ser sacerdote, no había por qué tirar la carrera. Jugué mientras en un equipo en San Sebastián.

– Y entras en el seminario, pero no dejas el hockey.

– Me llamaron de mi club de Tarrasa y me dijeron que lo que estaba haciendo en Pamplona lo podía continuar en Barcelona. El único motivo por el que entré en el seminario fue porque podía seguir jugando al hockey con mi club y mis amigos. El hockey ha salvado mi vocación, he visto a Dios en el hockey. Todo lo que he conseguido ha sido gracias al seminario y al club, porque me permitieron compaginarlo. La idea era hacer cuatro años y dejarlo los dos últimos cursos.

– Pero…

En 2011, la selección española me dio la opción de optar a una plaza para los Juegos Olímpicos de Londres. Ese año viví fuera del seminario –teníamos viajes– y estudié Teología a distancia. Fue uno de los mejores de mi vida, pues pude combinar mi pasión, el hockey, con lo que da sentido a mi vida, Dios. Lo único que pedí fue poder ir a Misa los sábados por la tarde o los domingos. Y lo hice.

– ¿Cómo vive un seminarista los Juegos Olímpicos?

– Lo disfruté mucho. Había una zona con espacio para las distintas religiones. Pude estar en unos Juegos Olímpicos, comulgar cada día y conocer a católicos y creyentes de otras confesiones.

– Creo que le costó contar a sus amigos que daba el paso al sacerdocio, ¿no?

-No me costó, sino que no me atreví. Les envié un correo electrónico. Les decía que no podía contárselo a la cara porque tenía miedo a que me rechazaran o que no lo entendieran. Y fue todo lo contrario.

– ¿Se puede evangelizar con el deporte?

– Nadie puede decir que no. Yo lo he vivido, Dios me ha encontrado en el hockey. Se puede educar a las personas y si el chaval se lo pasa bien, disfruta y aprende, es mucho más fácil hablarle de Dios.

– Además de deportista y sacerdote, también es periodista. Y en su foto de perfil de WhatsApp tiene a Miguel Gil, reportero asesinado en el año 2000 en Sierra Leona. ¿Por qué?

– Toda la vida he querido ser periodista, pero deportivo. Estudié en el colegio Viaró y Miguel había hecho los dos últimos cursos allí. Cuando falleció yo estaba en el centro. Al año, un sacerdote le dijo a mi madre que como quería ser periodista tenía que leer Los ojos de la guerra [se relata su muerte]. Cuando lo leí, me dije que quería ser como él.

– ¿Conoce a la familia?

– Hace dos años, a través de un amigo, me puse en contacto con su madre, y nos vemos de vez en cuando. Hace unos días y le dije que me iba a África a hacer de Miguel Gil.

– ¿África?

– Me voy tres semanas a República Centroafricana con Juan José Aguirre, obispo de Bangassou. Voy a ayudar y, si puedo, haré un reportaje con el móvil.

Carlos Ballbé, seminarista de Barcelona, competirá en los Juegos Olímpicos de Londres en hockey hierba para conseguir una medalla para España


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