Montserrat Caballé, soprano: ”El arte y la belleza es un camino privilegiado para caminar al lado de Dios”

* ”A pesar de que la música te conduce a ello, a Dios lo tienes que llevar dentro y lo tienes que sentir. Tienes que ser fiel, ponerte al servicio de la Belleza y sentir la Trascendencia a la que te lleva… Es una experiencia mística y según lo que cantas todavía más. ¡Cuando cantas algunas obras es como si estuvieses suspendida en una nube! ¡La fe te da tanta fuerza!… He tenido la suerte de tener una fe muy grande porque mis padres la tenían y así me la transmitieron”

* ”Entré a rezar en una iglesia ortodoxa. Rezaba, pero al mismo tiempo sentía como si le tuviese que pedir disculpas a la Virgen porque no era un templo católico. Por primera vez escuché una voz que decía: «Todas son mi casa.» Me quedé petrificada, me volví blanca…, y se dieron cuenta de ello las personas que me acompañaban. Fue una experiencia muy grande”

* ”Cantar en la Sagrada Familia es como si cantara en el Templo de Jerusalén”

* ”Mi hija Montserrat Martí canta muy bien, pero sobre todo lo que está garantizado es su corazón. Es una mujer con una fe inquebrantable, a la que Dios le ha regalado un marido y una hija de 8 meses fantásticos. Además, mi nieta tiene la suerte de que al levantarse y al acostarse su madre le reza para que aprenda las oraciones”

18 de mayo de 2012.- La soprano Montserrat Caballé  (Barcelona, 1933) canta el 18 de mayo, por primera vez, en la Sagrada Familia de Barcelona , de 19.30 a 21.30 h., en un acto abierto al público, como clausura de los actos del Atrio de los Gentiles en Barcelona, lo que le hace especial ilusión. Carme Munté la entrevista en el semanario «Catalunya Cristiana» y la artista da detalles sobre su firme convicción católica y la de su familia. Ofrecemos la parte esencial de esta entrevista-testimonio.

Montserrat Caballé y su hija Montserrat Martí
Montserrat Caballé y su hija Montserrat Martí

– Usted cantará en la  Sagrada Familia. ¿Cómo se siente ante esta actuación?

– Estuve presente en la dedicación de la Sagrada Familia por el papa Benedicto XVI, el día 7 de noviembre de 2010, pero esta ocasión es muy emocionante, para mí, por el hecho de poder cantar en esta inmensidad tan especial y tan hermosa, y al mismo tiempo tan emblemática. Es como si cantara en el Templo de Jerusalén. La Sagrada Familia es para nosotros muy especial, como lo era para el pueblo de Israel el templo que acogía el Arca de la Alianza. Espero que me salga la voz, ¡porque estaré muy emocionada!

– El atrio de los Gentiles se celebra en Barcelona los días 17 y 18 de mayo con el lema «arte, belleza,  trascendencia». ¿estos tres elementos han ido también unidos en la trayectoria musical de Montserrat Caballé?

– Sí, ya cuando estudiaba música tenía la sensación de que lo que estudiaba no era de este mundo. En el momento de dar el salto al ámbito profesional, esta sensación todavía se incrementó más. Es como si a través de la música me reencontrase conmigo misma.

– ¿El arte y la belleza son un camino privilegiado para acercarse a Dios?

– ¡Yo diría que es un camino privilegiado para caminar al lado de Dios! A pesar de que la música te conduce a ello, a Dios lo tienes que llevar dentro y lo tienes que sentir. Tienes que ser fiel, ponerte al servicio de la Belleza y sentir la Trascendencia a la que te lleva. Es como desligarte de ti mismo y caminar por un sendero que no ves pero que sientes. Es como alzar el vuelo hacia una dimensión que no es la tuya, que se te lleva. Es como si estuvieses en otro nivel. Y, de repente, cuando se baja el telón es como si te despertases.  

– ¿Es una experiencia mística?

– Lo es, y según lo que cantas todavía más. ¡Cuando cantas algunas obras es como si estuvieses suspendida en una nube! ¡La fe te da tanta fuerza! Siempre me ha sorprendido experimentar cómo en cualquier continente donde he ido la música tiene una trascendencia muy especial para todos los públicos y les acerca a una dimensión que quizás no entienden, pero que es motivo de unión. La música es motivo de unión entre los seres, y esto se capta enseguida. 

– A lo largo de su trayectoria operística, ¿en qué escenarios, ante qué partituras… ha experimentado una plenitud mayor?

Por ejemplo cantando La Vierge o Marie-Magdeleine, de Jules Massenet, o algún otro oratorio simbólico. Esta emoción todavía se incrementa más cuando cantas estas obras en una catedral o en la Sala Nervi del Vaticano, donde he cantado por Navidad en varias ocasiones. Casi es como si experimentases el dolor profundo de la Virgen. Resulta muy difícil explicar con palabras para una persona como yo, que he estudiado música pero no otras disciplinas. Ahora bien, he tenido la suerte de tener una fe muy grande porque mis padres la tenían y así me la transmitieron. Aún recuerdo con gran emoción cómo en una ocasión, durante uno de mis viajes, entré a rezar en una iglesia ortodoxa. Rezaba, pero al mismo tiempo sentía como si le tuviese que pedir disculpas a la Virgen porque no era un templo católico. Por primera vez escuché una voz que decía: «Todas son mi casa.» Me quedé petrificada, me volví blanca…, y se dieron cuenta de ello las personas que me acompañaban. Fue una experiencia muy grande.

– Usted nunca ha escondido su condición de creyente. ¿Le ha resultado sencillo vivir la fe en el mundo de la lírica?

– Cuando lo explico, muchas personas sonríen porque no lo entienden. Por eso, en más de una ocasión me he planteado si valía o no la pena explicarlo. Me he dado cuenta de que casi siempre sí vale la pena porque quizás la otra persona también puede sentirlo, o en el recuerdo puede recordarlo, y quizás puede servir para tocar los sentimientos de la persona que no cree. No pretendo ni mucho menos ser una persona que divulga el Evangelio, pero sí la fe que tengo. Es un don que no sólo nos sirve a los que lo tenemos sino también a los que en algún momento pueden compartirlo y sentirlo.

– ¿Es consecuencia directa de su fe el hecho de haber creado una fundación para niños necesitados?

– Mi marido y yo vimos que era algo bueno ayudar a niños necesitados y siempre nos hemos sentido útiles con este compromiso. Hay mucha gente que piensa que cantar es sólo una diversión, pero no lo es. No hemos venido a este mundo sólo a distraer a la gente, sino también a hacer algo positivo por los demás.

– Pronto cumplirá 80 años. en todas las entrevistas le preguntan si se retirará. usted dice que todavía no, pero que cuando lo haga lo hará con total discreción… ¿por qué?

– Porque es como lo quiero hacer. Siempre doy gracias a Dios por haberme conservado la voz durante tantos años. Por tanto, continuaré cantando y ayudando a los demás mientras pueda. Me gustaría que cuando llegase el momento simplemente la gente se preguntase: «¿Dónde está Montserrat?» No hay nada más tremendo que una persona que quiera continuar brillando. El público, cuando te ama, te quiere poner en un pedestal, pero yo lo que quiero es la máxima discreción e irme igual que como llegué.

– Gracias a su hija, Montserrat Martí, que ha seguido sus pasos, ¿podemos decir que el relevo está garantizado?

– Canta muy bien, pero sobre todo lo que está garantizado es su corazón. Es una mujer con una fe inquebrantable, a la que Dios le ha regalado un marido y una hija de 8 meses fantásticos. Además, mi nieta tiene la suerte de que al levantarse y al acostarse su madre le reza para que aprenda las oraciones. Ésta es la garantía de que seguirá mis pasos. Verdaderamente, cuando canta obras religiosas tiene un aire muy celestial. «Madre», me dice ella, «cuando estoy en el escenario querría ser capaz de elevarme hacia las nubes como haces tú». Y yo le digo: «Tranquila, ya lo conseguirás.»

– ¿Le causa especial dolor cuando se caricaturiza la fe?

Nadie tiene derecho a ridiculizar a las personas que tenemos fe ni a hacer, por ejemplo, una versión de Jesucristo que sea una especie de caricatura. ¡Sólo lo hacen para generar polémica!

– ¿El atrio de los Gentiles es una buena oportunidad para dialogar y establecer un respeto mutuo?

– Sí, porque si no hay un respeto mutuo, el diálogo se hace muy difícil y a menudo se convierte en un monólogo que no escucha al otro. Necesitamos un diálogo que acerque las mentes y los sentimientos y que nos ayude a comprender al otro. Los no creyentes han de entender que los creyentes llevamos la fe en nuestro interior y que no tienen ningún derecho a ridiculizarla, como hacen muchas veces.

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