El Papa en la Audiencia 31-10-18: «El cuerpo no es instrumento de placer, sino el lugar donde se realiza nuestra vocación de amor. En el amor verdadero no hay lujuria»

* «¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del «yo» al «nosotros», del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa. Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva-, es conyugal. El sacerdocio  lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, – no, no sirven, mejor que se queden en casa-  sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo »

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Mañana celebraremos la solemnidad de Todos los Santos y, pasado mañana, la conmemoración de Todos  los Fieles Difuntos. El testimonio de fe de quienes nos precedieron fortalezca en nosotros la certeza de que Dios acompaña a cada uno en el camino de la vida, nunca abandona a nadie a sí mismo y desea que todos seamos santos, como Él es santo»                                                                                

31 de octubre de 2018.- (CaminoCatólico.com)  El Papa Francisco ha afirmado que “el cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria ni para la superficialidad. ¡Cada hombre y mujer merecen más!”. Al igual que la semana pasada, el Santo Padre ha dedicado su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 31 de octubre en el Vaticano a continuar reflexionando sobre el 6º Mandamiento del Decálogo: “No cometerás adulterio”.

Francisco ha recordado que “la criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena destinada a amar y a ser amada”. Por lo tanto, “el Mandamiento ‘No cometerás adulterio’ nos orienta a nuestra llamada originaria, que la del amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo no ha revelado y entregado”. “El amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. De hecho, nuestra dimensión afectiva es una llamada al amor que se manifiesta en la fidelidad, en la acogida y en la misericordia”, ha señalado. Ha afirmado que “no se debe olvidar que este Mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial, y, por lo tanto, es necesario reflexionar a fondo sobre su significado ‘conyugal’”.

El Santo Padre se preguntó: “este mandamiento de fidelidad, ¿a quién está dirigido? ¿Sólo a los esposos? En realidad, este mandamiento es para todos, es una Palabra paterna de Dios dirigida a cada hombre y mujer”. “Recordemos que el camino de la maduración humana es el recorrido mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de ofrecer cuidados, de recibir la vida a la capacidad de dar la vida. Ser hombres y mujeres adultos quiere decir llegar a vivir una actitud conyugal y paterna que se manifiesta en las diferentes situaciones de la vida, como la capacidad de tomar sobre sí el peso de otro y amarlo sin ambigüedad”.

El Papa planteó: “¿Quién es, por lo tanto, el adultero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura que sólo vive para sí mismo y que interpreta las situaciones en función de su propio bienestar y de su propio beneficio”.  “Toda vocación cristiana, en este sentido, es conyugal. El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto”. Francisco repitió: “Toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el cual todos hemos sido regenerados, del vínculo de amor con Cristo”. “A partir de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe el matrimonio y a toda vocación, y comprendemos el sentido pleno de la sexualidad”, finalizó. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy me gustaría completar la catequesis sobre la Sexta Palabra del Decálogo – «No cometerás adulterio»- destacando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia. Esto es muy importante. ¿Cómo se manifiesta el amor? Con la fidelidad, la acogida y la misericordia.

Sin embargo, no se debe olvidar que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial y, por lo tanto, es bueno reflexionar más profundamente sobre su significado conyugal. ¡Este pasaje de las Escrituras, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de ese tiempo, y decir que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Quizás, en aquel tiempo, es lo más revolucionario que se ha dicho sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandato de fidelidad, ¿a quién está destinado? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandato es para todos, es una paterna Palabra de Dios dirigida a cada hombre y mujer.

Recordemos que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de prestarlos, desde recibir la  vida hasta la capacidad de dar vida.

Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en las diversas situaciones de la vida como la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad. Por lo tanto, es una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y entablar una relación profunda con los demás.

¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del «yo» al «nosotros», del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso, es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa.

Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva y decir que toda vocación cristiana, en este sentido-, es conyugal. El sacerdocio  lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, – no, no sirven, mejor que se queden en casa-  sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. Así también, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación conyugal y fecunda de maternidad y la paternidad.

Repito: toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo, como nos ha recordado el pasaje de san Pablo leído al principio. Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a cada vocación, y entendemos el significado completo de la sexualidad.

La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!
Por lo tanto, la Palabra «No cometerás adulterio», aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada original, es decir, al amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y nos ha dado (cf. Rom 12: 1).

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Completamos hoy la catequesis sobre el sexto mandamiento: «No cometerás adulterio», resaltando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Por más que es un mandamiento referido a los esposos, su llamada a la fidelidad está destinada a todos.

Es un camino en el que vamos aprendiendo y madurando nuestra capacidad de amar hasta que somos capaces de hacernos cargo del cuidado de los demás. Esta es la actitud nupcial y paterna, que se puede manifestar de varias formas, pero que rige nuestras relaciones humanas profundas. El adultero, el lujurioso, el infiel es aquel que no ha alcanzado esta madurez, que no ha pasado del yo al nosotros, y busca en los demás su propia satisfacción, sin un encuentro fruto de la acogida y de la propia donación.

Todas las vocaciones en la Iglesia, incluso el sacerdocio y la virginidad, deben estar marcadas por esta relación nupcial, es el Espíritu que llama a un amor sin reservas por la Esposa de Cristo, amando al Pueblo de Dios con la ternura y la fuerza de un padre y de una madre, de un esposo y de una esposa. En el matrimonio del mismo modo se deben cumplir estos requisitos, percibiendo la bondad intrínseca de la polaridad de lo masculino y de lo femenino, del cuerpo y del espíritu. Nuestro cuerpo, por tanto, no está destinado a ser instrumento de placer, sino a ser el lugar donde se realiza nuestra vocación de amor.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Los animo a que, siguiendo el ejemplo de los santos, cuya solemnidad celebramos mañana, sean capaces de vivir su vocación con plenitud y fidelidad, en sintonía con ese amor nupcial que Jesucristo nos ha revelado y entregado como don. Muchas gracias.

El Papa ha dicho al final de la catequesis:

Un pensamiento particular a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.

Mañana celebraremos la solemnidad de Todos los Santos y, pasado mañana, la conmemoración de Todos  los Fieles Difuntos. El testimonio de fe de quienes nos precedieron fortalezca en nosotros la certeza de que Dios acompaña a cada uno en el camino de la vida, nunca abandona a nadie a sí mismo y desea que todos seamos santos, como Él es santo.

Francisco

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