Esther Luque, periodista: «La oración es arma contra la oscuridad. Dios escucha y está a nuestro lado, aunque a veces sus planes no coincidan con los nuestros»

* «Cada noche, mi madre se sentaba en el filo de mi cama y me enseñaba las oraciones más básicas. Mi abuela, por otro lado, me recordaba siempre que nunca dejara de rezarle a la Virgen, aunque la vida me golpeara fuerte y se aflojaran mis lazos con Dios. Con el paso de los años, ese consejo me ha servido en muchos momentos de oscuridad. Gracias a ella comprendí que la oración es la expresión de la fe»

Camino Católico.-  Esther Luque Doblas es directora del programa “Hoy por Hoy Málaga” de la Cadena SER, entiende su trabajo como un servicio público. Esta periodista, casada y madre de dos adolescentes, ha superado por dos veces el cáncer y fue reconocida con el premio Cardenal Herrera de comunicación en 2016. «El centro de la oración es una actitud», afirma a Ana María Medina en la web de la Diócesis de Málaga.

Esther Luque Doblas ante el micrófono en que cada día debe afrontar la actualidad

«Vivimos en una sociedad en la que los silencios engañan y los ruidos distraen», asegura convencida Esther Luque, «y quizás la oración haya sido el rincón donde he podido encontrar un silencio sincero y un ruido sosegado, discreto y confiado. Practicar la oración puede equilibrar nuestro ruido interior y el que viene de fuera».

En la vida de esta periodista, la oración «es el arma que no permite que la oscuridad tenga la última palabra, aunque como dice el Papa, rezar no es escapar de las dificultades de la vida», añade.

Justo por eso, esta malagueña se agarra a la oración en todo momento, en tribulación y cuando la vida parece le sonríe. «Cuando las cosas se complican y todo se pone cuesta arriba -cuenta- me acuerdo de aquella parábola sobre la necesidad de rezar siempre sin cansarse. La protagonista es una viuda que a fuerza de suplicar a un juez logra que él le haga justicia. Con esa conformidad me agarro a la oración y pienso que Dios escucha y está a nuestro lado, aunque a veces sus planes no coincidan con los nuestros. También doy gracias cada día por todo lo bueno que me ofrece que es mucho, a pesar de las dificultades que la vida pone en el camino. Quizá el tiempo de Pascua es un buen momento para dar gracias, porque como decía un sacerdote jesuita, «la resurrección es ver cicatrizar lo que creíamos que dolería toda la vida. Y  acariciar con ternura esas cicatrices» Quizá esas caricias vengan a través de la oración»

Esther Luque Doblas junto a su familia al ser reconocida con el premio Cardenal Herrera de comunicación en 2016

Se califica como “poco convencional” a la hora de meditar, «entre otras cosas porque creo que el centro de la oración no responde a un lugar, sino a una actitud. Reconozco que he tenido momentos más espirituales y otros no tanto. Para mí ver un amanecer, un atardecer, contemplar la naturaleza en su estado puro, escuchar una canción o estar en una reunión con amigos me ayuda a percibir su presencia, aunque también busco momentos para detenerme y dialogar con él, porque entiendo que la oración no se puede reducir a un brote espontáneo de un impulso», explica.

Su aprendizaje le vino de la mano de su madre y su abuela. «Cada noche, mi madre se sentaba en el filo de mi cama y me enseñaba las oraciones más básicas. Mi abuela, por otro lado, me recordaba siempre que nunca dejara de rezarle a la Virgen, aunque la vida me golpeara fuerte y se aflojaran mis lazos con Dios. Con el paso de los años, ese consejo me ha servido en muchos momentos de oscuridad. Gracias a ella comprendí que la oración es la expresión de la fe», cuenta.

Esther Luque Doblas con el pelo corto tras superar por dos veces el cáncer que afrontó también con la fe y la oración

Solo Dios basta de Santa Teresa

A la hora de recomendar una oración, Esther Luque elige a una de las grandes maestras de la vida espiritual, santa Teresa de Ávila.

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.


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