Jacques Mourad, sacerdote sirio secuestrado por el ISIS: “El rosario me sostuvo durante los 84 días de secuestro”

“Siempre estaba presente la Madre, la Virgen María, que me ha sostenido desde el primer momento. Cada vez que lo rezaba, sentía una paz extraordinaria en mi corazón. No puedo explicarlo. La segunda cosa que me ayudó fue la oración de Charles de Foucauld, que fue víctima de la violencia pero eligió consagrar su vida en un monasterio por el diálogo con el Islam”

22 de diciembre de 2015.- (13 TV  / Camino católico)  Su caso no es nada común. Su liberación es casi un milagro. El sacerdote Jacques Mourad ha visitado Roma y ha explicado cómo escapó de las garras del Estado Islámico en Siria: «El 1 de septiembre fue nuestra «liberación”, entre comillas. Ese día, el califa del Estado Islámico envió a 5 o 6 personas de Irak para que los cristianos de  Qaryatyn firmásemos un acuerdo con el Estado Islámico”.

La condición era que no salieran nunca de su ciudad, Qaryatayn. Junto a él, liberaron a otros 25 cristianos. Sin embargo, han escapado de la zona aterrorizados por la violencia del Estado Islámico, y los constantes bombardeos. El padre Mourad explica que ni siquiera tenían ni comida en la ciudad. Por eso, lamenta enérgicamente la indiferencia ante los refugiados: 

«Europa, Occidente, no ve su responsabilidad ante las decenas de personas que huyen de la guerra, de los bombardeos, de las masacres. Que se lanzan al mar y mueren allí huyendo, precisamente, de la muerte, de la guerra en Siria. Esto no puede ser, es ilegal. ¿Cómo pueden estos países aceptar que mueran personas de esta forma sin hacer nada?”.

Fue secuestrado el 21 de mayo en su monasterio de Mar Elian por radicales del Estado Islámico y trasladado a Raqqa, la capital del califato. Dice que «hay dos cosas que me ayudaron durante mi cautiverio. Primero, el rezo del Rosario. Siempre estaba presente la Madre, la Virgen María, que me ha sostenido desde el primer momento. Cada vez que lo rezaba, sentía una paz extraordinaria en mi corazón. No puedo explicarlo. La segunda cosa que me ayudó fue la oración de Charles de Foucauld, que fue víctima de la violencia pero eligió consagrar su vida en un monasterio por el diálogo con el Islam”.

Gracias a esta fuerza, pudo soportar las amenazas casi diarias de sus 84 días de cautiverio: Le decapitarían si no se convertía al islam.

Pese a todo dice que sigue creyendo en la bondad de todas las personas porque son hijas de Dios y Dios no hace nada malo. Con esa misma esperanza confía en que llegue pronto la paz a Siria.

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