James Bors, 53 años y 2 hijos, fue protestante y militar en un submarino nuclear, su esposa se suicidó y será cura: «Quiero llevar a la gente a caminar más profundamente con el Señor»

* «La fe católica se basa en la Escritura, la historia, la tradición y la lógica, lo encaja todo, es orgánico, lo integra en una misma cosa… Quiero ayudar a las personas a conocer y entender las Escrituras más profundamente, y ayudarles a ser testigos fieles»

Camino Católico.-  James Bors entró en el seminario de Baltimore (EEUU) en 2015, con 53 años. Miró a su alrededor, a sus compañeros seminaristas, que tenían la misma edad que sus hijos veinteañeros. ¿Se adaptaría a la vida del seminario, él, que había tenido trabajos tan peculiares y había viajado tanto?

Pronto se dio cuenta de que en realidad le encantaba y se sentía agradecido: él llevaba años haciendo malabarismos para conjugar su vida profesional, familiar, personal y evangelizadora, y ahora podía centrarse sólo en estudiar y rezar. Su horario estricto lo vivió como un orden liberador. Es ordenado sacerdote en Baltimore este mes de junio de 2022. P. J. Ginés cuenta su testimonio vital de conversión en  Religión en Libertad.

Bors ha vivido muchas cosas especiales que no han vivido otros sacerdotes; algunas hermosas, como tener hijos y verlos crecer; otras tristes, como sufrir en 2010 el suicidio de su esposa, a la que quería y aún quiere. No hay muchos sacerdotes que puedan decir «sé lo que se siente» a ambas cosas.

Entre otras peculiaridades de su pasado, está el tiempo en su juventud que fue protestante, lejos de la Iglesia católica. Y sus años en la Marina de EEUU, primero como oficial del submarino nuclear de combate USS Birmingham, luego como profesor e instructor en la academia naval militar.

Y 25 años en el mundo de la empresa y asesoría empresarial, especialmente de maquinaria y productos técnicos. Ahora, venderá el Cielo, el mejor producto, y reparará almas.

Un niño poco religioso

James Bors creció en una familia católica que, para su disgusto de niño, se empeñaba en ir a misa cada domingo, «¡incluso en vacaciones!», se escandalizaba él de niño.

A él lo que le gustaba de joven era el deporte y la mecánica. Estudió ingeniería mecánica en la Academia Naval de Annapolis y fue oficial militar en un submarino nuclear. Allí conoció otros militares, cristianos protestantes, que le invitaron a un curso bíblico no denominacional. Su fe alegre, su apasionamiento, su forma intencional, decidida, de «vivir la fe fuera de las cuatro esquinas del templo», con la Palabra de Dios y la oración, le cautivaron. Ellos le contagiaron la fe viva y el amor a la Palabra.

Mientras se preparaba para salir con el submarino, en un picnic en una iglesia conoció a una chica que le encantó, Shirley, rodeada de sobrinitos. La perdió de vista, y se dedicó a recorrer todas las casas del vecindario tocando a la puerta y preguntando por ella. Finalmente, fue el pastor de la iglesia quien le dio la pista correcta. Jim la cortejó con insistencia y prisas y se casaron 4 meses después.

Una familia católica

James Bors y su esposa Shirley, el día de su boda en 1985. Se casaron en una base militar.

Jim y Shirley vivieron unos años en Hawaii, tuvieron dos hijos y luego volvieron a Annapolis, con Jim como instructor naval en la academia.

Jim ya era católico de nuevo. Compañeros protestantes le habían planteado temas sobre el catolicismo que él quiso investigar en serio. Estudió con pasión la doctrina católica sobre la Virgen María, el Papado y los sacramentos. Y cuanto más estudiaba, más se enamoraba de la Iglesia que le había aburrido de niño.

Ya entonces se dio cuenta de lo que como seminarista ha podido confirmar aún más: «La fe católica se basa en la Escritura, la historia, la tradición y la lógica, lo encaja todo, es orgánico, lo integra en una misma cosa», aseguraba en un testimonio para la web del seminario.

Así, la familia en la que crecieron sus hijos fue católica. Él organizaba grupos de oración y de estudio bíblico católico en la parroquia local. Su esposa leía en misa. Más adelante, dejó la Academia y estuvo 25 años en el mundo de la empresa, con muchos viajes de negocio y un ritmo acelerado.

Él aprovechaba los vuelos de negocio para hablar sobre Dios con la gente que se sentaba a su lado: tenía toda una estrategia para conducir la conversación a los temas espirituales. Quería evangelizar.

Una tragedia que sólo la fe podía consolar

En 2010 llegó la tragedia. Su esposa Shirley se suicidó a los 50 años. Era algo inesperado para todos y devastador. La causa era una enfermedad mental que se descontroló con la mala reacción a un medicamento que intentaba ayudarla. «Fue como chocar con una pared», recuerda Jim.

«Hasta ese momento nunca realmente había bajado el ritmo en mi vida. Y nunca había sufrido de verdad«, recuerda.

Quedaba como padre solo de dos adolescentes. En ningún momento se enfadó con Dios ni dudó de su fe. Al contrario, la fe le dio fuerzas y consuelo.

Pasaron 6 meses y la gente que le conocía en su parroquia y veía su fuerte fe y esperanza ya le planteó si quizá pensaba hacerse sacerdote. Él dijo que no enseguida. Pero luego lo pensó en serio. Era algo a considerar, pero antes los chicos debían crecer. Dejó caer algunos comentarios a sus hijos, tanteándolos, y ellos pensaban que bromeaba.

Pero cinco años después de enviudar, en 2015, en un viaje a Europa, Jim habló con ellos en un restaurante en Francia. Tenía 3 opciones, les dijo: volver a casarse, seguir soltero o hacerse sacerdote, y su opción preferida era ser sacerdote, pero no pensaba hacerlo si ellos no lo veían bien.

James Bors con sus hijos y su nuera.

«Tú no eres cura, tú eres papá»

El mayor respondió enseguida que sí. «Aunque luego, cuando lo pensé, me di cuenta que era un poco raro, en plan, ‘ey, tú no eres un cura, tú eres papá'», comentó el joven a la web del seminario.

Al pequeño le asombró más: «Era algo fuera de lo ordinario, nunca había pensado que mi padre sería sacerdote… pero al pensarlo me di cuenta de que encajaba con su deseo de toda la vida, el de vivir y compartir el Evangelio».

Y así James entró en el seminario con 53 años. Explica que cada día se acuerda de su esposa, al despertar, en sus oraciones de la mañana. Cree que ella estaría contenta de verle servir a Dios con alegría. Del seminario, dice que le recuerda la academia naval: «una te forma para servir al país, el otro te forma para servir a Dios».

Y de los feligreses a los que servirá en esta nueva etapa de su vida, dice: «Sólo quiero llevarlos a caminar más profundamente con el Señor, ayudarles a conocer y entender las Escrituras más profundamente, y ayudarles a ser testigos fieles«.


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