James Rodríguez, revelación de Brasil 2014, confiesa en Twitter: “¡De la mano de Dios, con la Fe de siempre!»

* “De la mano de Dios ante cada reto, con alegría cada día”

* “Cuando somos grandes en humildad estamos más cerca de lo grande”

6 de julio de 2014.- (Camino católico)  Colombia fue eliminada ayer viernes en los cuartos de final del Mundial de fútbol por la selección anfitriona, Brasil. Eso, sin embargo, no cambia nada respecto al reconocimiento que el mundo del fútbol ha hecho del jugador colombiano James Rodríguez como el mejor de la fase de grupos.

James Rodríguez es católico y el testimonio de amor a Dios ha estado presente en todo el mundial. Ayer, al terminar el partido ante Brasil, James, que lloraba, fue consolado por David Luiz, quien pidió al público que aplaudiera a la estrella colombiana y con el que intercambió la camiseta.

El pasado 29 de junio, tras la victoria sobre Uruguay por 2-0 que le daba a su país por primera vez el paso a cuartos de final de un Campeonato del Mundo de fútbol, James Rodríguez escribió un breve tuit en su cuenta: «La alegría es de Colombia, la gloria es de Dios». Había metido los dos tantos, convirtiéndose en el héroe nacional.

Sólo dos días antes, la FIFA había elegido a este joven de 22 años, nacido en Cúcuta, casado con Daniela (la hermana del guardameta de la selección David Ospina) y padre de una niña (Salomé, cuyo nombre lleva tatuado en el antebrazo), como mejor jugador de la fase de grupos de Brasil 2014, con 9,79 puntos sobre 10, tras haber marcado en todos los partidos y convertirse en el mejor artillero colombiano en la historia de los Mundiales. 

James Rodríguez afirma en redes sociales que el sentido y la clave de su vida es Dios… Fe, esperanza, humildad y alegría son los valores que en recurrentes posteos viraliza desde Twitter este colombiano de 22 años: 

“De la mano de Dios ante cada reto, con alegría cada día”; “Cuando somos grandes en humildad estamos más cerca de lo grande”; “Gracias a Dios por permitirme celebrar el gol 50 en el exterior”;“¡De la mano de Dios, con la Fe de siempre!”; “Siempre de la mano de Dios”…  

Son algunos de los tweets que este deportista pone de relieve, haciendo del fútbol un medio para animar a otros jóvenes hacia esta intimidad con lo trascendente.

Para Rodríguez, quien fue abandonado por su padre -Wilson Rodríguez ex jugador del Cali y el Tolima-, la fe es un don que le fue traspasado desde pequeño por su madre, Pilar Rubio… quien en más de una entrevista ha declarado que “no hay nada por encima de Dios… Estamos esperando a que termine de la mejor manera el Mundial y luego lo que quiera Dios”.

Es tal la pasión de James que -siguiendo la moda de muchos otros futbolistas- se tatuó en su pantorrilla izquierda el rostro de Cristo. Pero más allá de estos signos, el exitoso futbolista -que gana casi un millón de euros al año y cuyo fichaje cuesta unos 18 millones de euros-, cada vez que tiene días libres se le puede ver acudiendo a orar “en una iglesia católica cerca de su casa”, según confidencia diario “El Espectador” de Bogotá, Colombia.

Los cercanos a James Rodríguez destacan de su personalidad la prudencia y madurez que manifiesta. Por ello no les extraña que se hubiere casado muy joven, a los 19 años, y ya sea padre desde el pasado año de la pequeña Salomé. Ella, dice la hermana del seleccionado colombiano, es «lo mejor que le ha pasado en su vida».

Esa sensatez de Rodríguez, fundada en Dios y la familia, la hizo explícita en septiembre pasado cuando en una arenga a los hinchas pidió erradicar toda conducta violenta:  

«No puedo creer que los violentos de los estadios sean hinchas de verdad. Son delincuentes disfrazados de hinchas. Somos hinchas por herencia de nuestros abuelos, de nuestros padres, de nuestros barrios, somos hinchas por convicción, por materia prima de nuestro ADN. Nuestros hijos serán hinchas, como nosotros. Los hinchas son un jugador más desde las tribunas. Cuando los jugadores estamos en la cancha sentimos sus emociones: sus alegrías cuando se gana, sus tristezas y frustraciones cuando se pierde. Un gol no sería tan emocionante sin verlos a ustedes gozando en las tribunas. Nosotros, los hinchas del fútbol, no podemos permitir que los delincuentes se disfracen de hinchas y nos provoquen. Vivamos y gocemos el fútbol, pero también debemos proteger las vidas de todos los hinchas. Debajo de la camiseta con los colores de nuestros equipos, todos los colombianos llevamos la camiseta amarilla de nuestra Colombia. Una Colombia unida por nuestra bandera y por los deseos de vivir en paz en nuestros hogares, en nuestras ciudades, en nuestros campos y en nuestros estadios. Con todo mi corazón de hincha… James Rodríguez».

 

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