Josué Mercado fue atacado con ácido y perdió la visión de un ojo: «Encarcelaron al  joven y me ofrecieron matarlo, me di cuenta que también era hijo de Dios y lo perdoné» 

* «Empecé a orar por este joven. Al principio fue difícil. Me apetecía pedir el mal para él y para su familia. Mi cara estaba completamente destrozada. Pero comencé a pedirle a Dios bondad para él. Algo extraordinario sucedió.  Sé que el joven está fuera de prisión. Siempre rezo por su alma, y le confío que, si está cerca de Dios, pida gracias para mí. Ya no lo trato como a un enemigo, sino como a un amigo. Doy por cerrada esta etapa. A veces, cuando me miro al espejo y veo un parche en el ojo, me siento enfadado. Luego recuerdo que Dios puede convertir cualquier mal en bien. Toda esta situación me ayudó a convertirme y acercarme más a Dios»      

A.L.M. / Camino Católico.- Josué Mercado es de Guadalajara (México) y su camino hacia la fe no siempre fue fácil. El ataque con ácido que sufrió fue un punto y aparte para volverse a Dios. Tras una larga recuperación, pudo salvar un ojo, y experimentar el perdón hacia su atacante.  Hoy tiene puesto en su tienda un gran cartel con una cita que reza «Dios te ama». «Los inicios de mi fe comenzaron con mi abuela que me llevaba a la iglesia. La escuchaba cantar canciones y leer la Biblia y compartía citas y versículos conmigo. Esto despertó en mí el deseo de leer y aprender sobre las Sagradas Escrituras», relata a Misyjne.

– ¿De ese testimonio de su abuela es fruto el cartel que tiene puesto en la tienda donde ahora se lee «Dios te ama»?

– Sobre este gran cartel coloco varios fragmentos de la Sagrada Escritura. Muchas personas me dicen que estas frases les ayudan e inspiran. En realidad, colgué este cartel para mí, para que me fortaleciera cada vez que voy a trabajar. A veces llego por la mañana con cierto sentimiento de resignación, desesperanza y tristeza. Ver este letrero me recuerda que hay Alguien más grande que yo, Alguien más grande que todo esto, que me ama. Entonces me calmo y deseo vivir y dedicarme a mi trabajo sabiendo que está en las manos de Dios”.

– ¡Es esta una buena forma de evangelizar!

– Me sucedió una anécdota muy bonita. Una vez se me acercó alguien y me preguntó si era mi coche. Era un auto prestado en el que colgué un cartel que decía ‘Dios te ama’. Este joven estaba planeando suicidarse. Iba en su moto y estaba a punto de suicidarse arrojándose contra un autobús, y de repente vio esta inscripción. Entonces sintió el amor de Dios y renunció a su intención. Recuperó las ganas y las fuerzas para vivir.

En realidad colgué este cartel no para evangelizar ni para otros, sino para mí mismo, para infundirme fortaleza a mí mismo. Sin embargo, Dios no se limita a uno y ayuda también a los demás.

Josué Mercado explica que «un joven iba en su moto y estaba a punto de suicidarse, de repente vio: ‘Dios te ama’ y recupero las fuerzas y las ganas de vivir»

– Padeciste un ataque que te cambio la vida y no fue fácil perdonar ¿Qué sucedió?

– Fue hace 15 años. El negocio iba bastante bien, mis empleados estaban frente a la entrada, esperando a que les pagara. Uno de ellos me advirtió que había una persona sospechosa merodeando por ahí. Entonces salí y me encontré con un joven que tenía una jarra en la mano con una sustancia dentro. Probablemente estaba bajo los efectos del alcohol. Debo decir que no me acerqué pacíficamente, sino más bien  con agresividad.

Derramó esta sustancia en mi cara y mis ojos comenzaron a arder. Me di cuenta de que este chico tenía este líquido para atacar a otra persona y yo me interpuse en su camino. Perdí la vista y me llevaron a la Cruz Roja. Después del incidente, los empleados que estaban cerca atraparon al atacante y lo llevaron a la Policía y después entró en prisión

Estuve en el hospital porque este ácido me quemó toda la cara, incluidos los ojos. Metieron al joven en prisión y personas me ofrecieron que podían matarlo estando encarcelado. En un momento de ira, casi acepto. Mi esposa y mi familia insistieron en que lo ‘limpiaran’ en esa prisión para que no hiciera algo similar cuando saliera. Tenía un amigo, Enrique, que dijo que lo mataría gratis con sus propias manos si eso me ayudaba a recuperarme de alguna manera. Le respondí que esto no ayudaría con el tratamiento, pero que calmaría mi corazón. Pero yo no soy dueño de la vida de nadie, mi atacante también es un hijo de Dios y nadie es dueño de la vida y la muerte excepto Dios.

Luego, recobré el sentido y abandoné esta ridícula idea. Esta fue la razón de mi conversión y de un gran cambio en mí. Empecé a orar por este joven. Al principio fue difícil. Me apetecía pedir el mal para él y para su familia. Mi cara estaba completamente destrozada. Pero comencé a pedirle a Dios bondad para él. Algo extraordinario sucedió, de repente me di cuenta de que también era hijo de Dios. La resistencia a querer el bien para mi atacante había desaparecido, la ira se había calmado. Yo perdoné.

Josué Mercado vive en Guadalajara, México, ciudad donde le sucedió el ataque con ácido que le cambió la vida

– Con el tiempo, también recuperaste parte de la visión.

– Perdí la vista de un ojo para siempre. Ahora tengo esta diadema y parezco un pirata. Gracias a Dios, logré recuperar la visión en el otro ojo. Hoy bromeo diciendo que todavía tengo dos ojos; solo uno mira hacia afuera y el otro mira hacia adentro.

– ¿Volviste a encontrarte con aquel chico que te atacó?

– Nunca. Sé que el joven está fuera de prisión. Me dijeron que alguien lo vio caminando por la calle. Siempre rezo por su alma, y le confío que, si está cerca de Dios, pida gracias para mí. Ya no lo trato como a un enemigo, sino como a un amigo. Doy por cerrada esta etapa. A veces, cuando me miro al espejo y veo un parche en el ojo, me siento enfadado. Luego recuerdo que Dios puede convertir cualquier mal en bien. Toda esta situación me ayudó a convertirme y acercarme más a Dios.

– Sin embargo, hoy tienes mucha confianza en la gente a pesar de este acontecimiento. 

–No tengo falta de confianza en la gente. Muchas veces las personas que conocemos son un regalo para nosotros, nos fortalecen con sus palabras. Creo que Dios nos envía ‘ángeles’ a través de personas que traen algo bueno a nuestras vidas. Confío en que incluso el chico que me arrojó ácido fuera un ángel. En México tenemos el dicho de ‘si del cielo viene es que conviene’.


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