Los gemelos Johnny y George Jalloff querían ser uno médico y el otro director de cine pero Dios los llamó a ser sacerdotes franciscanos y han sido ordenados en Alepo 

* Johnny explica que después del inicio de la guerra en Siria, se preguntó sobre el significado de la vida y un día, mientras rezaba el Padre Nuestro, se detuvo en la frase: ‘Hágase tu voluntad’. «Aquí una voz interior me sacudió, diciéndome: Tú dices: ‘Hágase tu voluntad’, pero haces la tuya… Comprendí el deseo de Dios de que yo fuera médico de almas y no de cuerpos»

Johnny y George Jalloff antes de ser ordenados sacerdotes en su ministerio como frailes franciscanos compartiendo la alegría del amor de Dios con la música | Foto: Cortesía de Johnny y George Jalloff

* George explica: «Así como experimenté las manos de Jesús que me levantaron de mi pecado y me abrazaron como evidencia de su amor por mí, así quiero ser ese instrumento que conecta a Dios y a las personas a través del sacramento del sacerdocio»

Camino Católico.- En medio de cantos y signos de alegría, los cristianos de Alepo (Siria) celebraron el sábado 6 de julio de 2024 la ordenación sacerdotal de los franciscanos Johnny y George Jallouf, quienes son hermanos gemelos. La ordenación se llevó a cabo mediante la oración de consagración y la imposición de manos del Vicario Apostólico de los Latinos de Alepo y tío de los ordenados, Mons. Hanna Jallouf, en la Iglesia de San Francisco de Asís, en Alepo, la ciudad más poblada del país. Años atrás, el prelado había sido secuestrado por el grupo terrorista Estado Islámico pero posteriormente fue liberado. 

En una entrevista exclusiva previa a la ordenación sacerdotal con ACI Mena —agencia en árabe de EWTN News—, los dos hermanos han relatado las etapas más importantes por las que pasaron en su camino hacia la vocación monástica y sacerdotal.

Johnny: “Entendí que la perla no es más que nuestro Dios, a quien necesito seguir”

“Sentí las primeras semillas de la vocación a la edad de 15 años. En ese momento, mi hermano y yo íbamos regularmente a la iglesia y participábamos en sus actividades, especialmente en el servicio de Misa. Un día estaba escuchando un himno con letra de Santa Teresa del Niño Jesús, y me atrajo la frase ‘en el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá colmado’, porque en ese momento era como cualquier adolescente lleno de emociones y sentimientos”, comenta Johnny.

Además, asegura que había entendido que Dios lo llamaba a algo, pero se dijo a sí mismo que aún era joven y primero deseaba cumplir el sueño de estudiar medicina.

“Pero después de aproximadamente un año y medio, la idea del llamado volvió cuando una vez escuché algo como el Reino de los Cielos, que se asemeja a un hombre que vendió todo lo que tenía para poder adquirir la perla. Después de contemplarlo, entendí que la perla no es más que nuestro Dios, a quien necesito seguir”, cuenta.

Johnny explica que después del inicio de la guerra en Siria, se preguntó sobre el significado de la vida y un día, mientras rezaba el Padre Nuestro, se detuvo en la frase: “Hágase tu voluntad”. “Aquí una voz interior me sacudió, diciéndome: Tú dices: ‘Hágase tu voluntad’, pero haces la tuya”.

Además, cuando en una ocasión admiró una imagen del Corazón de Jesús, y la sostuvo en sus manos, quiso mirar lo que había detrás del marco. Entonces, leyó la frase: “Dame las almas y toma el resto”. “Después comprendí el deseo de Dios de que yo fuera médico de almas y no de cuerpos. He tomado esta frase como lema de mi servicio sacerdotal”, explica.

Johnny y George Jalloff cuando ya eran frailes franciscanos | Foto: Cortesía de Johnny y George Jalloff

George: “Le pedía a Dios fuerza para estar siempre con Él”

Por su parte, George afirma que sintió la llamada entre los 13 y los 15 años, pero no tomó con seriedad esa idea al darse cuenta de que aún era demasiado joven para entrar en el monasterio, y por su ambición de estudiar dirección cinematográfica. Tampoco significó para él (hasta más tarde) un sueño en el que se vio vistiendo la túnica franciscana y escribiendo una oración a San Francisco de Asís cerca del altar.

“Me acompañaba una frase de los Salmos: ‘No temo mal alguno porque tú estás conmigo’, entonces le pedía a Dios fuerza para estar siempre con Él (a través de la oración y sirviendo en la Misa). Una vez Johnny me dijo que había decidido entrar al monasterio, y pasó poco tiempo antes de que le dijera que yo tenía el mismo sentimiento sobre este llamado, y sentí sin pensarlo ni planearlo previamente que había una mano empujando a tomar la decisión de entrar en la vida monástica”, relata.

Según George, escogió como lema de su servicio sacerdotal es: “Por ti me dedico”. “Contiene muchas historias y años de reflexiones y experiencias que viví en la presencia del Señor, especialmente en mi ministerio en Alepo después del terremoto. Cuando contemplamos esta frase, podemos pensar a primera vista que se trata de nosotros, pero en realidad se trata de todo el pueblo y de la iglesia. Además, a través de este lema quiero ser las manos, los pies, la boca y el corazón de Jesús”.

George explica: “Así como experimenté las manos de Jesús que me levantaron de mi pecado y me abrazaron como evidencia de su amor por mí, así quiero ser ese instrumento que conecta a Dios y a las personas a través del sacramento del sacerdocio”.

Los dos revelan el shock de sus padres después de contarles su deseo de ingresar al monasterio, y sus sentimientos de emoción y llanto. 

El manutergio de cada uno de la ordenación para su madre

En la Misa de ordenación de estos hermanos gemelos se realizó un especial rito en el que la mamá de los nuevos presbíteros recibió un lienzo litúrgico que deberá guardar hasta su muerte.

Tras el canto de las letanías de los santos, el obispo pronunció la oración de consagración y les impuso las manos. Los hermanos fueron revestidos con los ornamentos sacerdotales y el prelado ungió sus manos con el óleo crismal. 

Luego ató las manos de cada uno con un manutergio, paño que sirve en la liturgia para secar las manos de los presbíteros.

Los gemelos P. George y P. Johnny Jallouf junto a sus padres en el momento de desatar el manutergio de sus manos y besárselas | Foto: Iglesia Latina de Alepo

Siguiendo una antigua costumbre, que viene siendo retomada en varias ordenaciones sacerdotales en diversas partes del mundo, cada sacerdote se acercó a su madre, quien con cariño les desató el manutergio, les limpió el óleo y besó sus manos consagradas. 

La tradición indica que la madre deberá guardar el paño que le quitó a su hijo presbítero y que al momento de su muerte deberá ser enterrada con él entre sus manos. 

De esta manera, cuando Dios le pregunte: “Te he dado vida. ¿Qué me has dado?”, ella podrá entregar el lienzo sagrado y contestar: “Te he dado a mi hijo como sacerdote”. Así, el Señor podría tener misericordia de su alma y permitirse entrar al paraíso.

Por otro lado, el papá de los nuevos presbíteros también estuvo presente y fue el segundo en besar las manos consagradas de sus hijos. 

Finalmente, con mucha emoción, ambos gemelos impusieron las manos sobre sus padre y les dieron su primera bendición como sacerdotes.


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