Lucia Otgongerel ante el Papa: «Comprendí que Jesús había sido crucificado por mí, sentí que esa era también mi Cruz, y así acepté con felicidad mi Cruz de discapacitada»

* «Por eso digo a muchos hermanos y hermanas creyentes discapacitados que Dios lo da todo, da oportunidades a todas las personas, y dependiendo de cómo veas y aceptes esta oportunidad, tu vida se llena del amor de Dios. A mí me faltan dos brazos y dos piernas, pero quiero decir que soy la persona más afortunada del mundo, porque tomé la decisión de aceptar plenamente el amor de Dios, el amor de Jesús»

Video completo de Vatican News del testimonio de ante el Papa Francisco en Mongolia traducido al español

Camino Católico.-  En un emotivo testimonio ante al Papa Francisco, Lucia Otgongerel, laica de Mongolia, que carece de brazos y piernas, aseguró que la experiencia de comprender el sacrificio de Jesús en la cruz como un acto de amor la llevó a una profunda aceptación de su propia discapacidad.

“Cuando vi la cruz, vi a Jesús con clavos en las manos y en los pies: ¿por qué se clava así a una persona? En cuanto encontré dentro de mí la respuesta a esta pregunta, me di cuenta de que Jesús había sido clavado en la cruz por mí, por amor, por mis pecados, y sentí que ésta es una cruz que debo soportar y llevar de buena gana. Comprendí que había sido crucificado por mí, me conmoví y sentí que esa era también mi Cruz, y así acepté con felicidad mi Cruz de discapacitada”, ha compartido Lucia Otgongerel este 4 de septiembre a las 9:30 a.m. (hora de Mongolia) durante la visita del Santo Padre para la inauguración de la Casa de la Misericordia en Ulán Bator, Mongolia.

Lucía Otgongerel ante el Papa Francisco en Mongolia / Foto: Vatican Media 4-9-2023

“Por eso digo a muchos hermanos y hermanas creyentes discapacitados que Dios lo da todo, da oportunidades a todas las personas, y dependiendo de cómo veas y aceptes esta oportunidad, tu vida se llena del amor de Dios. A mí me faltan dos brazos y dos piernas, pero quiero decir que soy la persona más afortunada del mundo, porque tomé la decisión de aceptar plenamente el amor de Dios, el amor de Jesús», ha expresado la laica que pertenece a la parroquia de Santa María en Ulán Bator.

Lucia, quien es la séptima de una familia de ocho hijos, ha relatado cómo su vida tomó un rumbo inspirador después de un encuentro con la Iglesia Católica y los Misioneros de la Consolata en 2002.

Lucía Otgongerel emocionada saludando al Papa Francisco en Mongolia después de contar su testimonio / Foto: Vatican Media 4-9-2023

Comenzó su relato recordando su infancia y la valiosa ayuda de sus padres y hermanos: “Pasé mi infancia en compañía de mis padres. Aunque me vi nacer con una discapacidad, crecí como una niña normal y feliz con la ayuda de mis queridos padres y mis hermanos”.

Fue en 2002 cuando recibió una invitación para unirse a la Iglesia Católica, un momento que marcó el comienzo de su viaje espiritual: “Mi primer camino de fe comenzó con la ayuda de los Misioneros de la Consolata. Estoy muy agradecida, porque gracias a ellos comencé esta hermosa experiencia en la fe cristiana”.

Lucía Otgongerel, en segundo plano a la derecha de la imagen, y el Papa Francisco con un icono de la Virgen en Mongolia / Foto: Vatican Media 4-9-2023

Al final de su mensaje, Lucia compartió su alegría recitando el Salmo 23:

El Señor es mi pastor: nada me falta; en verdes pastos él me hace reposar. A las aguas de descanso me conduce, y reconforta mi alma. Por el camino del bueno me dirige, por amor de su nombre.

Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo. La mesa has preparado para mí frente a mis adversarios, con aceites perfumas mi cabeza y rellenas mi copa.

Irán conmigo la dicha y tu favor mientras dura mi vida, mi mansión será la casa del Señor a por largos, largos días.


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