Mathieu: «Deprimido por la muerte de mis primos volví a la fe preparándome para el matrimonio con mi esposa. Cristo me salvó y si no lo hubiera conocido estaría enfermo»

«Antes me había acercado a la meditación, donde intentaba estar conmigo mismo. Ahora recurro a Cristo. Hablo con él, me responde. Mi oración de la mañana me ayuda a comenzar mi día, mi oración de la tarde me motiva a prepararme para el día siguiente» 

Camino Católico.- Hundido en la depresión, Mathieu encontró el camino hacia la fe gracias a la preparación con Stéphanie, su pareja, para el matrimonio. Él le da una gran libertad para que no le siga a su ritmo en el crecimiento en la relación con Dios sino que lo haga de acuerdo a su necesidad vital, una bella ilustración de uno de los cuatro pilares del matrimonio.

Mathieu y Stéphanie se casaron en agosto de 2023. Bautizados desde muy pequeños, catequizados hasta la primera comunión, pero la abandonaron al llegar a  la adolescencia por la pérdida de seres queridas. Stéphanie vive el duelo prematuro de la muerte de una prima y junto con toda su familia no comprende este sufrimiento que les ha sobrevenido y es demasiado grande. Este trágico acontecimiento hace que se aleje de la Iglesia.

Para Mathieu, que había sido tocado profundamente desde pequeño por las palabras de Jesús –siempre estaba impaciente por ir al catecismo–, la fe le permite encontrar respuestas mientras él también sufre todo el padecimiento de la muerte prematura de sus primos jóvenes. La existencia del Paraíso, saber que un Dios cuida de sus seres queridos, le consuela. Un muy buen amigo diácono le habla a menudo de Jesús, Mathieu queda fascinado por la fe. «Pero realmente no tenía el objetivo de seguir a Cristo», explica a Famille Chretienne.

Molesto por un testimonio

Mathieu y Stéphanie se conocieron en 2018. Unos años más tarde, tras decidir casarse por la iglesia, los novios comenzaron a preparar la boda de su parroquia. Para Mathieu, estos encuentros sacan inmediatamente a la superficie sus convicciones religiosas. “En el fondo no había olvidado que Dios estaba ahí para consolarnos”, explica el joven. Siempre me había tranquilizado el hecho de que Dios existe. Hablar de ello con nuestros compañeros, así como con el sacerdote que nos iba a casar, fue una nueva revelación”.

Un hermoso sábado de enero, la pareja participa en el día de los novios organizado por la diócesis. Uno de los testimonios molesta a Mathieu. “Una de las personas que habló explicó cómo salió de su depresión. Estando un poco yo en la misma situación, pensé en mi interior que Cristo también podría ayudarme”.

En misa todos los domingos

Esa misma noche, Mathieu anuncia a Stéphanie que quiere ir a misa a la mañana siguiente. Ella no puede creerlo. “Él estaba en ese momento de baja por enfermedad, tenía miedo de que fuera allí y buscara un refugio que no sería el adecuado. Pero cuando vi que mantenía su espíritu crítico y no me imponía nada, eso me tranquilizó”, admite Stéphanie.

Desde entonces, Mathieu no ha faltado a misa. “Me conmovió mucho la dimensión comunitaria que existe en la misa. Ver a las personas intercambiar la paz de Cristo y luego hablar entre sí al salir, sentir esta presencia de unos hacia otros y lloré”, explica Mathieu.

El joven también optó por empezar a orar: “Antes me había acercado a la meditación, donde intentaba estar conmigo mismo. Ahora recurro a Cristo. Hablo con él, me responde. Mi oración de la mañana me ayuda a comenzar mi día, mi oración de la tarde me motiva a prepararme para el día siguiente”, asegura.

Y la gracia de Dios actúa. Dos semanas después de volver a misa, Mathieu empieza a buscar trabajo. “Cristo me salvó. Me da un nuevo impulso para vivir la vida cotidiana. Si no lo hubiera conocido, creo que todavía estaría deprimido”, dice con alegría.

En la escuela de la libertad

Stéphanie, que siempre había apoyado a su amado durante la depresión y sus sufrimientos, está feliz de haber encontrado una comunidad con la que compartir su fe. “Puedo ver que encontrar a estas personas lo motiva. Rezar con ellos es muy beneficioso para él. Realmente lo animé a ir a misa. Yo sola no tengo tengo suficientes recursos personales para ayudarlo a vivir su fe”, admite.

Stéphanie lleva casada con  Mathieu cuatro meses y medio y respecto a su camino de fe reconoce que “la preparación para el matrimonio me abrió un poco a la religión, pero por el momento eso es todo¡Prefiero tomarme mi tiempo!”.

La pareja descubre la importancia de la libertad.  La joven argumenta que “buscamos compromisos. Mathieu necesita un lugar para meditar y orar, le pedí que este rincón no sea un lugar de paso, porque no me siento preparada para compartir esos momentos. Por eso reza regularmente en una habitación que no está ocupada. A veces lo oigo cantar un himno. Al principio no lo soportaba, pero hoy a veces puedo cantar con él»


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