Matrimonios que comenzaron su camino en una Jornada Mundial de la Juventud: Familias con el sello de la JMJ

* Inmaculada Álvarez  y Salvatore: «La experiencia de las JMJ marcó fuertemente nuestra juventud. Nuestra experiencia existencial de Dios pasa por la vocación a la que nos sentimos llamados en ellas, que nos hizo capaces de un  generoso»

* Pilar y Daniel: «Yo era bastante loco, pero me dije que, si el Señor quería que fuera así, íbamos a mantenernos fieles»

* Amelia y Andreas: «Recordar cómo nos conocimos nos hace ver dónde está anclada nuestra relación»

* Olivier y Alexandra: «Desde el principio de nuestra relación, tenemos la suerte de rezar juntos a menudo, y esto nos ha dado mucha fuerza»

18 de agosto de 2011.Las JMJ son una llamada a la santidad en todos los estados de vida. Por eso, no es de extrañar que, de ellas, no sólo surjan vocaciones consagradas, sino también al matrimonio. Y no sólo una llamada abstracta, o en teoría: las Jornadas han propiciado muchos encuentros que, antes o después, han acabado en boda. La intensidad con la que se viven esos días, ayuda; pero no lo es todo, ni lo esencial. Además, conocer al futuro esposo, o a la futura esposa, en una Jornada no es la única forma en la que una JMJ puede marcar a una joven familia. Cuatro matrimonios han explicado su testimonio a Alfa y Omega.

Inmaculada Álvarez  y Salvatore: 14 años de matrimonio después de comprometerse como novios en Denver

Inmaculada Álvarez y su marido Salvatore participarán en la JMJ de Madrid con los mayores de sus seis hijos. «Será una ocasión muy especial que vivir con ellos, para transmitirles nuestra fe de forma tangible, visible, pues las JMJ son parte de nuestra vida para siempre, también para ellos». Los grupos de sus respectivas parroquias, ambos del Camino Neocatecumenal, se conocieron en la Vigilia de la JMJ de Czestochowa. «Entre españoles e italianos no es difícil entenderse». Algunos chicos de ambos grupos siguieron en contacto, y volvieron a coincidir en Denver. Allí, Inmaculada y Salvatore se plantearon el noviazgo en serio. «Todo nos separaba (idioma, distancia). Pero en lo fundamental, en Cristo, en la fe, en la forma de ver la vida, etc., nos sentíamos profundamente unidos. Atravesamos muchas dificultades (no había Internet, ni vuelos baratos, y nos veíamos sólo en vacaciones), pero si hoy estamos felizmente casados, después de 14 años, es porque la experiencia de las JMJ marcó fuertemente nuestra juventud. Nuestra experiencia existencial de Dios pasa por la vocación a la que nos sentimos llamados en ellas, que nos hizo capaces de un  generoso».

Pilar y Daniel: Novios en Toronto y casados en junio pasado

«Vivíamos a cinco kilómetros, pero nos conocimos en Nueva York»,camino de la JMJ de Toronto. Daniel, con 18 años, y Pilar, con 16, peregrinaban con la parroquia de Santa María de Caná, de Pozuelo (Madrid). A Daniel, por ejemplo, le llamó la atención «su sonrisa permanente, a pesar de que estos viajes son bastante cansados». Su noviazgo comenzó ya en Toronto, en un barco por la bahía. «Son días de unas vivencias muy fuertes, y nunca sabes cómo van a acabar. Al volver, Pilar se fue de vacaciones un mes entero. Yo era bastante loco, pero me dije que, si el Señor quería que fuera así, íbamos a mantenernos fieles. Pasó un mes, dos…» y, en junio pasado, se casaron. Su visión de la familia cristiana que quieren formar pasa por el compromiso con la Iglesia y, por eso, casi recién llegados a su nuevo hogar en Illescas (Toledo), no han tardado en ponerse a disposición del párroco.

Amelia y Andreas: Novios 3 meses después de conocerse en la JMJ de Colonia

Amelia llegó a Weiterstadt con más jóvenes de la Familia de Santa María para participar en los Días en las Diócesis previos a la JMJ de Colonia. Allí, se alojó en casa de Andreas, uno de los voluntarios de la parroquia. Aunque no vivieron la JMJ juntos, la amistad que había nacido esos días continuó tras la Jornada, con correos electrónicos «cada vez más frecuentes y largos». Tres meses después eran novios. Ya no eran adolescentes (ella tenía 27 y él 32), y fue todo bastante rápido. «Íbamos al grano, porque las cosas importantes las hablamos desde el principio. Los dos queríamos formar una familia cristiana. En verano de 2006, me fui a Alemania a buscar trabajo. No lo encontré, me surgió uno aquí y decidimos que Andreas viniera a España». Se casaron un año después, y ahora tienen dos niñas. «Recordar cómo nos conocimos nos hace ver dónde está anclada nuestra relación».

Olivier y Alexandra: Casados hace unas semanas siendo voluntarios de la JMJ Madrid 2011

Hace un año, Olivier decidió dejar Francia para ser voluntario en la JMJ. Alexandra, entonces su prometida y, desde hace pocas semanas, su mujer, no dudó en acompañarlo y buscar un trabajo aquí. La decisión, tomada entre los dos, «era un compromiso fuerte para dar sentido y sabor a nuestro noviazgo. Desde el principio de nuestra relación, tenemos la suerte de rezar juntos a menudo, y esto nos ha dado mucha fuerza» para tomar decisiones o afrontar momentos difíciles. La boda la han preparado a distancia. «¡Ha sido una verdadera gracia! Así hemos podido concentrarnos en lo esencial: la preparación espiritual». La ayuda de sus padres para sacar adelante esta aventura ha sido su mejor regalo. Y creen que el trabajo para la JMJ ha sido un entrenamiento para el matrimonio: «Estrés, horarios, alegrías pero también desilusiones, amistades pero también a veces discusiones y tensiones…, ¡como en una familia! Esta experiencia tendrá frutos en cómo vivir la fe en nuestro hogar, y de no tener miedo y enseñar nuestra fe».

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