Miriam Cañaveras al morir su hermano se planteó «¿cuál es la voluntad de Dios en tu vida? Entendí que Dios siempre me ha estado llamando y Él lo ha hecho todo y soy monja»

* «La llamada se descubre muy poco a poco. Si te dejas hacer por Dios tu vida cambia. Yo lo dejé hacer y cada día palpo aquí, en la fraternidad, que Dios me quiere así, tal y como soy, que no necesita nada de mí, solo que esté con Él… Dios me ha acogido por amor, pues así él lo ha querido, y me ha traído a esta forma de vida de Hermanas Pobres de Santa Clara de Asís y yo me siento súper afortunada»

Camino Católico.-  Miriam Cañaveras, joven murciana profesó el domingo 1 de mayo de 2022 sus votos temporales en la fraternidad de Hermanas Pobres de Santa Clara, en el monasterio de Santa Verónica, en Algezares. En tan solo un mes cumplirá 28 años, cuatro y medio de los cuales ha pasado dentro del monasterio, discerniendo su vocación como religiosa. La entrevista Susana Mendoza Bernal en la web de la Diócesis de Cartagena.

Cuando Miriam hace memoria de su vocación y mira con perspectiva atrás, se da cuenta de que «Dios lo ha hecho todo» casi sin darse ella cuenta. Cuando ella tenía 18 años, a uno de sus hermanos, Álvaro, le diagnosticaron un tumor cerebral terminal, por el que murió dos años y medio después.

Un acontecimiento que marcó un punto y aparte en su vida, y se dijo a sí misma: «Miriam, que la vida se te pasa, ¿dónde está tu felicidad? ¿Dónde te llama Dios? ¿Cuál es la voluntad de Dios en tu vida?». Pero tampoco entonces consiguió una respuesta rápida, aunque poco a poco y sin darse cuenta su vida se iba uniendo a las Hermanas Pobres de Algezares.

Miriam Cañaveras en su profesión religiosa

«Ese año 2015 me invitaron a un encuentro las hermanas. Allí vi algo que me atrajo mucho: la felicidad que ellas tenían, las sonrisas… Y a mí eso me llamó mucho la atención». Un año después, sin saber muy bien por qué, volvió a retomar el contacto con ellas. Cada vez acudía más al convento e incluso pidió ser acompañada por ellas en su fe.

Fue entonces cuando recordó una frase que un día le dijo una misionera de la caridad: «Miriam, si un día el Señor te llama, ábrele tu corazón». Y así lo hizo. «Con el tiempo entendí -cuenta- que Dios siempre me ha estado llamando, pero la llamada se descubre muy poco a poco. Si te dejas hacer por él tu vida cambia. Yo lo dejé hacer y cada día palpo aquí, en la fraternidad, que Dios me quiere así, tal y como soy, que no necesita nada de mí, solo que esté con Él».

La vida de santa Clara y sus Hermanas Pobres es lo que «da sentido» a la vida de Miriam, la llena y la hace sentir plena, «como persona y como mujer». Por eso Miriam Cañaveras, murciana de nacimiento, profesó sus votos temporales, en los que se comprometió a seguir los consejos evangélicos de castidad, obediencia y pobreza.

Miriam Cañaveras, de pie la segunda por la derecha, con sus hermanas de comunidad

En el monasterio la celebración de la profesión comenzó días antes, como si de una gran fiesta se tratara. «Solemos celebrarlo siempre juntas -cuenta Miriam-; son unos días muy especiales que disfrutamos en fraternidad, las hermanas preparan sorpresas… Y eso se notaba en la celebración, donde se respiraba mucha alegría».

Esa fraternidad, la convivencia entre las monjas, la comunidad creada en el monasterio de Hermanas Pobres, es una de las cosas que más destaca esta nueva consagrada. Además, fue uno de los motivos que le hizo, con tan solo 23 años, plantearse entrar en la comunidad; algo por lo que también da gracias hoy, tras su profesión: «En este paso he visto reflejada aún más mi pertenencia a esta fraternidad, en la que Dios me ha acogido por amor, pues así él lo ha querido, y me ha traído a esta forma de vida de Hermanas Pobres de Santa Clara de Asís y yo me siento súper afortunada».

Miriam Cañaveras con hermanas de su fraternidad

 

Esta joven religiosa tiene muy claro cuál es el sentido de su profesión y consagración: «Ahora mi corazón pertenece nada más que a Él. Es como tener una silla libre en tu corazón. Yo no me caso con el Señor, con nada ni con nadie, simplemente se me consagra, se me hace de Dios, pero para que mi amor se pueda dar a todos. Es una forma de decir: yo estoy aquí al servicio de Dios y mi amor es para cualquier persona que lo necesite».

Estos votos que profesó el domingo son temporales, por tres años, pero ella asegura que de corazón los hizo «para toda la vida».


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