Nacho Sánchez, costalero: “Dejar en manos de Dios todo cuando sucede en mi vida, ofrecérselo y ser agradecido, es una lucha continua que intento aplicarme”

* “La oración es salud para el corazón, un reflejo del amor de Dios; entregar tu corazón a Dios”

* “Ser costalero, su anonimato, el compromiso con el compañero y por cuidar hasta el mínimo movimiento para darle así una ofrenda al Señor, me ha enseñado en mi vida valores de igualdad, humildad y hermandad, valores que se viven bajo las trabajaderas”

4 de abril  de 2014.- (Jóvenes Católicos  Camino Católico)  “Sé que a veces te preguntas si mi vida es color de rosa o si esnifo pegamento de forma escandalosa. Pero simplemente ha sido poner en manos del de arriba mi vida -con sus golpes y caídas-, ser agradecido por lo que gratis he recibido y ver el paraíso en los ojos del mísero; lo que hace que mi risa cantosa y contagiosa, sea mi herencia más valiosa”, palabras del propio Nacho, el loco (de amor) que entrevistamos esta semana.

Nacho Sánchez Calero se ha criado a los pies del Cristo de la Piedad de su ciudad natal, Ciudad Real, hace unos días revolucionó a los jóvenes cofrades de su ciudad en el V pregón de la Juventud Cofrade. Solo tiene 20 años, estudia Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo del Producto en Sevilla, y nos invita a soñar, te invita a soñar, ¿te atreves?

Y aquí estoy, hablando contigo, de ti”, dices. Tu pregón es, en realidad, una rato de oración personal, donde reflejas que Dios es el padre que nos quiere sin límites, ¿qué es la oración?

– Sin duda, es un pregón de tú a tú, como yo me dirijo a Dios; pues, Dios está en las Cofradías ¿verdad? La oración es salud para el corazón, un reflejo del amor de Dios; entregar tu corazón a Dios.

– ¿Qué sentido tiene en tu vida?

– Dejar de vivir en uno mismo para compartir fuerzas y vivir en Él.

– ¿Qué mensaje pretendías transmitir a los jóvenes cofrades con tu pregón?

– Sentí una oportunidad preciosa de hablar de Dios a los jóvenes y a todos aquellos que abran su corazón, lo que los jóvenes necesita. Quise ser yo en mis palabras y era un bonito día para decir cosas; para no quedarme en el vacío sobre el que nos movemos muchas veces.

– Muchas veces da la sensación de que los cofrades están para “figurar” y su momento de más lucimiento es el día que la estación de penitencia sale a la calle; y tú en tu pregón echas por tierra esta idea, porque afirmas: “Hoy aquí no hay atril, ni pregonero, solo estás Tú. (…) No habrá calles, ni chicotás, ni nombres propios. No para el cofrade, sino para el cristiano cofrade”. ¿Qué es ser cofrade?

– Ser depositario de un legado de fe. Cofrade es el apellido que se le da a un cristiano que expresa su fe e intenta trasmitirla al pueblo, que da el culto que merecen las sagradas imágenes; es una forma de orarestar dispuesto a llevar una bandera de trabajo, sacrificio y anonimato, con el fin de servir a su Hermandad; es ser Iglesia, que vive especialmente creando piedad popular.

La ley del “yo” dentro de una “comunidad de hermanos”, no pinta nada, como digo en el pregón.

– Perteneces a cuatro hermandades, la del Stmo. Cristo de la Piedad, Nuestra Señora del Prado, ambas de Ciudad Real; de la Macarena, Sevilla, y Padre Jesús, Ronda. ¿Cuál es tu sitio en las cofradías?

– Las trabajaderas- travesaños horizontales de madera que están situados en la parte inferior de los pasos, es decir, donde se sitúan los costaleros, que llevan los pasos de semana santa-, ese “lugar que a todos nos iguala, pues el rico va al lado del pobre y como la muerte, ella a todos nos equipara”.

– ¿Qué te ha enseñado en tu vida?

– Ser costalero, su anonimato, el compromiso con el compañero y por cuidar hasta el mínimo movimiento para darle así una ofrenda al Señor, me ha enseñado en mi vida valores de igualdad, humildad y hermandad, valores que se viven bajo las trabajaderas.

– ¿No crees que muchas veces los costaleros buscan ser protagonistas?

– Sí, se olvida que lo único que importa va encima; que todos vamos por un mismo fin y nadie es imprescindible en las cofradías.

– Desde tu experiencia…

– En el pregón cuento como yo también me vi tentado en mi juventud a creerme protagonista, pero fue la luz de “mi Cirio Pascual” (mi hermano), quien “me enseñó ese arca donde habitan hermanos; todos por igual, todos por un mismo fin”. El costal enseña a diario, se aprende todos los días siendo costalero. Creo que Dios nos recompensa nuestro sacrificio desde el mismo momento que entiendes la palabra: hermano costalero.

– Poco espacio, calor, sudor, mucho peso… ¿Qué se siente, realmente, cuando portas la estación de penitencia?

– Creo que a diario, cada uno en nuestras vidas sentimos la Cruz. La estación de penitencia es un regalo para el alma, una manera de cargarte las pilas con un leve reflejo de la penitencia verdadera: la vida. Por eso me siento un afortunado de poder estar en ese lugar con poco espacio, calor, sudor y mucho peso, pues es ahí donde tengo la oportunidad de valorar y dar gracias. Creo que la estación de penitencia te da lecciones continuas y cada uno, desde el anonimato, somos verdaderos hermanos que oran juntos.

– “Vienes a mi encuentro justo en el momento que más me alejaba de todo esto… Siempre apareces para dar sentido aún cuando el sentido no encuentro en lo que veo o siento”, afirmas. Hay momentos de nuestra vida en los que todo parece carecer de sentido y que Dios no está, ¿por qué Dios parece desaparecer a veces si es un padre bueno?

– Me ha costado mucho entender esto. Sentirme seguro y tranquilo con la libertad de Dios, no ha sido fácil. Creo que debemos enfadarnos con Él y preguntarle y preguntarle. Yo lo he hecho muchas veces, no pienses que mi vida ha sido fácil, he tenido que enfrentarme desde muy pequeño a grandes pérdidas y por tanto, grandes preguntas a Dios. Pero con los años he aprendido, como digo en el pregón, que “no hay nada malo sin algo bueno” y sobre todo entender las palabras que “El Sueño” me dice el Padre: “Aprende a en mis manos encomendar lo que ya vendrá y tu crees que ya ha tenido que llegar; que para mi «un día es como mil años, y mil años son como un día». (2 Pedro 3, 8)”.

Creo que dejar en manos de Dios todo cuando sucede en mi vida, ofrecérselo y ser agradecido, es una lucha continua que intento aplicarme. Pero créeme, que cuando uno pone en servicio de los demás su vida y entiende “que mi pluma es muy pequeñita, pero la pongo en tus manos infinitas, Padre mío”; uno se ve capaz de todo. En ese momento dejarás de enfadarte con el mundo y empezarás a vivir, pues ya sabes: “no temas a que un día se acabe tu vida, teme perder la oportunidad de empezarla a vivir”.

– Nacho, ¿por qué eres tan feliz?

Porque dejo todo en manos del Jefe. Consiste en estar loco, como ese “que Herodes tomó por loco… un loco de amor. Un loco que nos animó a soñar”…

– Gracias, Nacho.

Aquí  puedes descargar el pregón completo y escuchar el audio 

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