Oración a San José para poner nuestra vida en sus manos providentes / Por P. Carlos García Malo

* «San José, padre terrenal del Dios hecho niño. Trabajador y providente de la Sagrada Familia de Nazaret… confiamos en aquellas palabras de Santa Teresa de Ávila: » no recuerdo nada que haya suplicado a San José que no me haya sido dada». Ponemos nuestras vidas en tus manos providentes»

P. Carlos García Malo / Camino Católico.-   El 19 de marzo es la festividad de san José. En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María. San José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima de la Virgen María.

San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Helí. Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un «tekton». La palabra significa en particular que era carpintero o albañil. San Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.

Nuestro Señor Jesús fue llamado «Hijo de José», «el carpintero» (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22).

Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María! Ponemos nuestra vida en las manos providentes de San José con la siguiente oración:

Hombre justo y humilde.

San José, padre terrenal del Dios hecho niño.

Trabajador y providente de la Sagrada Familia de Nazaret.

Obediente a los sueños celestes

y protector de tu esposa María y del niño Jesús.

La Iglesia te recuerda hoy con especial atención y pide tu intercesión poderosa.

Jesús, como a su Madre, no puede negarte nada

y confiamos en aquellas palabras de Santa Teresa de Ávila:

«no recuerdo nada que haya suplicado a San José que no me haya sido dada».

Y así, nosotros hoy,

encomendado nuestras vidas a tu oración;

y también el instante de nuestra muerte,

pues tú, abogado de la buena muerte,

fuiste ayudado en un tránsito placentero hacia la eternidad

de las manos de Jesús y de la Santísima Virgen María.

Ponemos nuestras vidas en tus manos providentes.

Amén.

San José. Ruega por nosotros. 

  P. Carlos García Malo


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