Papa Francisco en la Audiencia: «El placer sexual, que es un don de Dios, se ve socavado por la pornografía, satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción»

* «Debemos defender el amor, el amor del corazón, de la mente, del cuerpo, el amor puro de donarse recíprocamente. Y esa es la belleza de las relaciones sexuales. Ganar la batalla contra la lujuria, contra la “cosificación” del otro, puede ser un esfuerzo que dura toda la vida. Pero el premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer, que no es para usarse el uno al otro, sino para amarse. Cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión – el verdadero amor no posee, se dona -, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste, es una triste soledad»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Expreso mi cercanía y mi solidaridad con las víctimas, todas civiles, del ataque con misiles que afectó a una zona urbana de Erbil, la capital de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí. Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con este tipo de acciones, sino con el diálogo y la cooperación. Pido a todos que eviten cualquier paso que aumente la tensión en Oriente Medio y otros escenarios bélicos.. La guerra siempre destruye, la guerra no siembra amor, siembra odio. La guerra es una verdadera derrota humana. Oremos por las personas que sufren en la guerra»

Foto: Vatican Media 17-1-2024

17 de enero de 2024.- (Camino Católico) En la Audiencia General de este miércoles 17 de enero, el Papa Francisco ha continuado con su ciclo de catequesis sobre “los vicios y las virtudes”, centrando su reflexión en la lujuria, “un vicio particularmente odioso” que puede devastar la relación entre las personas. Al inicio de su catequesis, el Santo Padre se ha referido al vicio de la gula como el “demonio que está siempre agazapado a la puerta del corazón” y como “una especie de voracidad hacia otra persona”, es decir, “el vínculo envenenado que los seres humanos tienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad”.

El Pontífice aclara que en el cristianismo “no se condena el instinto sexual”, al tiempo que advirtió acerca de los peligros de la “hermosa dimensión sexual y del amor”. El Papa Francisco se refirió a la experiencia del enamoramiento como “un misterio” y como una de las “realidades más sorprendentes de la existencia”. Además, remarca que “si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros”, ya que la persona enamorada “deja de pensar en sí mismo para proyectarse completamente hacia el otro”, convirtiéndose “en un amor incondicional y sin motivo”.

“Este ‘jardín’ donde se multiplican las maravillas no está, sin embargo, a salvo del mal. Está contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso”, advierte. Esta “contaminación” devasta las relaciones entre las personas: “Son amores en los que ha faltado la castidad: una virtud que no hay que confundir con la  abstinencia sexual. La castidad es otra cosa que abstinencia sexual, y va unida a la voluntad de no poseer nunca al otro”.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Para el Santo Padre, “amar es respetar al otro, buscar su felicidad, cultivar la empatía por sus sentimientos, disponerse en el conocimiento de un cuerpo, una psicología y un alma que no son los nuestros, y que hay que contemplar por la belleza que encierran”. Sin embargo, precisa que “la lujuria se burla de todo esto: saquea, roba, consume de prisa, no quiere escuchar al otro sino sólo a su propia necesidad y placer; la lujuria juzga aburrido todo cortejo, no busca esa síntesis entre razón, pulsión y sentimiento que nos ayudaría a conducir sabiamente la existencia”.

Resalta asimismo que “el placer sexual, que es un don de Dios, se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción”. En este sentido, afirma que “debemos defender el amor de la mente, del cuerpo, el amor puro de darse el uno al otro y esta es la belleza de la relación sexual”.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Hacia el final de su catequesis, señaló que “ganar la batalla contra la lujuria, contra la cosificación del otro, puede ser un empeño que dura toda la vida. El premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer, que no es para usarse el uno al otro, sino para amarse”.

El Papa ha expresado su cercanía a las víctimas, todas civiles, del ataque con cohetes en Erbil, en el Kurdistán iraquí: «Las buenas acciones entre vecinos no se construyen con tales acciones, sino con el diálogo y la colaboración». Invita a todos a «evitar cualquier paso que aumente la tensión en Oriente Medio y en otros escenarios bélicos» y reza para que «los cristianos alcancen la plena unidad».

Antes de finalizar la Audiencia General, miembros de dos grupos circenses que portaban banderas de Ucrania y en la que participaron también niños, ofrecieron al Santo Padre y a los fieles presentes en el Aula Pablo VI un animado espectáculo con diferentes coreografías. En el vídeo superior de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media 17-1-2024
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 17 de enero de 2024
Catequesis. Vicios y virtudes. 4. La lujuria
Foto: Vatican Media 17-1-2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy escuchemos bien la catequesis, porque después tendremos un circo que actuará aquí para entretenernos.

Continuemos nuestro itinerario sobre los vicios y las virtudes; y los antiguos Padres nos enseñan que, después de la gula, el segundo «demonio», es decir vicio, que está siempre agazapado a la puerta del corazón es el de la lujuria. Mientras que la gula es la voracidad hacia la comida, este segundo vicio es una especie de «voracidad» hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos mantienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Entiéndase bien: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre una pareja de novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad, la dimensión sexual, la dimensión del amor, no está exenta de peligros, hasta el punto de que ya San Pablo tiene que abordar la cuestión en la primera Carta a los Corintios. Escribe así: «Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos» (5,1). El reproche del Apóstol se refiere precisamente a un uso malsano de la sexualidad por parte de algunos cristianos.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Pero miremos la experiencia humana, la experiencia del enamoramiento. Aquí hay muchos recién casados, ¡ustedes pueden hablar de esto! Por qué sucede este misterio y por qué es una experiencia tan impactante en la vida de las personas, ninguno de nosotros lo sabe. Una persona se enamora de otra, el enamoramiento llega. Es una de las realidades más sorprendentes de la existencia. La mayoría de las canciones que oímos en la radio hablan de esto: amores que se encienden, amores que siempre se buscan y nunca se alcanzan, amores llenos de alegría o amores que atormentan hasta las lágrimas.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros. Una persona enamorada se vuelve generosa, disfruta haciendo regalos, escribe cartas y poemas. Deja de pensar en sí misma para proyectarse completamente hacia el otro. Es bello esto. Y si le preguntas a una persona enamorada: “¿por qué amas tú?”, no encontrará respuesta: en muchos sentidos, el suyo es un amor incondicional, sin motivo. Paciencia si ese amor, tan poderoso, es también un poco ingenuo: el enamorado no conoce realmente el rostro de la otra persona, tiende a idealizarla, está dispuesto a hacer promesas cuyo peso no capta inmediatamente. Este «jardín» donde se multiplican las maravillas no está, sin embargo, a salvo del mal. Puede ser contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso, al menos por dos razones.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

En primer lugar, porque devasta las relaciones entre las personas. Para documentar tal realidad, desgraciadamente bastan las noticias cotidianas. ¿Cuántas relaciones que comenzaron de la mejor manera se han convertido luego en relaciones tóxicas, de posesión del otro, carentes de respeto y de sentido de los límites? Son amores en los que ha faltado la castidad: una virtud que no hay que confundir con la abstinencia sexual – la castidad es más que abstinencia sexual-, sino con la voluntad de no poseer nunca al otro. Amar es respetar al otro, buscar su felicidad, cultivar la empatía por sus sentimientos, disponerse en el conocimiento de un cuerpo, una psicología y un alma que no son los nuestros y que hay que contemplar por la belleza que encierran. Amar es esto, el amor es hermoso. La lujuria, en cambio, se burla de todo esto: la lujuria saquea, roba, consume de prisa, no quiere escuchar al otro sino sólo a su propia necesidad y placer; la lujuria juzga aburrido todo cortejo, no busca esa síntesis entre razón, pulsión y sentimiento que nos ayudaría a conducir sabiamente la existencia. El lujurioso sólo busca atajos: no comprende que el camino del amor debe recorrerse lentamente, y que esta paciencia, lejos de ser sinónimo de aburrimiento, nos permite hacer felices nuestras relaciones amorosas.

Pero hay una segunda razón por la cual la lujuria es un vicio peligroso. Entre todos los placeres del hombre, la sexualidad tiene una voz poderosa. Implica todos los sentidos; habita tanto en el cuerpo como en la psique, y esto es bellísimo, pero si no se disciplina con paciencia, si no se inscribe en una relación y una historia en la que dos personas la transforman en una danza amorosa, se convierte en una cadena que priva al hombre de libertad. El placer sexual, que es un don de Dios, se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción. Debemos defender el amor, el amor del corazón, de la mente, del cuerpo, el amor puro de donarse recíprocamente. Y esa es la belleza de las relaciones sexuales.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Ganar la batalla contra la lujuria, contra la “cosificación” del otro, puede ser un esfuerzo que dura toda la vida. Pero el premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer, que no es para usarse el uno al otro, sino para amarse. Esa belleza que nos hace creer que construir juntos una historia es mejor que lanzarse a la aventura – ¡hay tantos don Juanes! -, cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión – el verdadero amor no posee, se dona -, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste, es una triste soledad. Gracias.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Siguiendo este ciclo de catequesis dedicado a considerar los vicios y las virtudes, hoy meditamos sobre la lujuria. Se trata de un vicio que ataca y distrae todos nuestros sentidos, nuestro cuerpo y nuestra psique. Este vicio se presenta como un apetito voraz que impulsa a utilizar a las personas, a depredarlas, a robarlas buscando en ellas un placer desordenado. En cambio, el amor verdadero se muestra desinteresado, sin condiciones; es generoso, es comprensivo, es servicial.

La Biblia y la Tradición cristiana ofrecen un lugar de honor y de respeto a la dimensión sexual humana. Ésta nunca se condena cuando preserva la belleza que Dios ha inscrito en cada uno de nosotros, cuando está abierta al cuidado del prójimo, a la vida y la ayuda mutua. Por ello, cuidemos siempre que nuestros afectos y nuestro amor no se vean contaminados por la voluntad de poseer al otro.

Saludo cordialmente a todos los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor la gracia de saber amar como Él ama, con un amor libre y gratuito, y también de saber contemplar respetuosamente el don que Dios nos da en el hermano. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los acompañe. Muchas gracias.

Foto: Vatican Media 17-1-2024

En otras lenguas el Santo Padre ha manifestado:

Foto: Vatican Media 17-1-2024

Expreso mi cercanía y mi solidaridad con las víctimas, todas civiles, del ataque con misiles que afectó a una zona urbana de Erbil, la capital de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí. Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con este tipo de acciones, sino con el diálogo y la cooperación. Pido a todos que eviten cualquier paso que aumente la tensión en Oriente Medio y otros escenarios bélicos.

Mañana comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que este año tiene como tema: «Ama al Señor tu Dios… y ama a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10,27). Os invito a orar para que los cristianos alcancen la plena comunión y den un testimonio unánime de amor hacia todos, especialmente hacia los más frágiles.

Por último, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. Hoy la liturgia conmemora a San Antonio Abad, uno de los padres fundadores del monaquismo. Su ejemplo os anime a acoger el Evangelio sin concesiones.

Y no nos olvidemos de los países que están en guerra, no nos olvidemos de Ucrania, no nos olvidemos de Palestina, de Israel, no nos olvidemos de los habitantes de la Franja de Gaza que tanto sufren. Oremos por muchas víctimas de la guerra, muchas víctimas. La guerra siempre destruye, la guerra no siembra amor, siembra odio. La guerra es una verdadera derrota humana. Oremos por las personas que sufren en la guerra.

¡Mi Bendición para todos!

Francisco


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