Papa Francisco responde ante jóvenes en Japón: ¿cómo enfrentarnos a los problemas de bullying? Lo plantea Leonardo Cachuela, joven migrante que ha sufrido acoso

* Leonardo Cachuela: «No me gustaba ir a la escuela. Hubo momentos en que no podía ir a la escuela durante una semana. Lo pasé mal todos los días, y varias veces pensé en suicidarme. Sin embargo, fui salvado muchas veces por la gente en la iglesia y por escuchar las palabras de Jesús. Hubo momentos en que fui a la iglesia el domingo y me sentí muy cómodo. Suaves palabras de los sacerdotes, líderes y amigos, junto con lo que Jesús enseñó y las palabras de la Biblia: “No tengáis miedo, yo estoy con vosotros. No te sorprendas, yo soy tu Dios. Te fortaleceré, te ayudaré y te tendré en mi mano derecha victoriosa”, me animaron todos»

Video de la transmisión en directo de Vatican News  con el testimonio-pregunta de Leonardo Cachuela y con la respuesta del Papa Francisco en su discurso a los jóvenes en Tokio

* Papa Francisco: «Para muchos de nosotros mirar la vida de Jesús nos permite encontrar consuelo, porque Jesús mismo sabía lo que significaba ser despreciado y rechazado, incluso hasta el punto de ser crucificado. También sabía lo que era ser un extraño, un migrante, uno “diferente”. En cierto sentido Jesús fue el más “marginado”, un marginado lleno de Vida para dar. Leonardo, podemos siempre mirar todo lo que nos falta, pero también podemos descubrir la vida que somos capaces de dar y donar. El mundo te necesita, nunca te olvides de eso; el Señor te necesita, tiene necesidad de ti para que puedas darle el coraje a tantos que hoy piden una mano que los ayude a levantarse. Les quiero decir una cosa a todos, que les va a servir en la vida: Si alguno de nosotros, y me incluyo, mira a una persona de arriba hacia abajo con desprecio, es poca cosa; pero si alguno de nosotros mira a una persona de arriba hacia abajo para tenderle la mano y ayudarla a levantarse, ese hombre o esa mujer es un grande»

Camino Católico.-  El 25 de noviembre de 2019, el Papa Francisco se reunió con los jóvenes en la Catedral de Santa María, Tokio. En ese encuentro tres jóvenes dieron testimonio de sus vidas ante el Santo Padre plantearon preguntas. Leonardo Cachuela, joven migrante que ha sufrido bullying y discriminación interpeló: “¿cómo debemos enfrentarnos a los problemas de bullying, discriminación e intimidación que se están extendiendo por todo el mundo?”. En el video de Vatican News se visualiza y escucha el testimonio de vida-pregunta de Leonardo Cachuela y la respuesta del Papa Francisco en su discurso a los jóvenes en Tokio, cuyo texto completo es el siguiente:

Leonardo Cachuela

Testimonio de vida-pregunta de Leonardo Cachuela, joven migrante que ha sufrido bullying y discriminación, ante el Papa Francisco

Mis padres son filipinos y yo nací en Filipinas. Nos mudamos a Japón cuando yo estaba en cuarto grado. Fue muy difícil para nosotros vivir en otro país. No podía hablar el idioma, y había diferencias de cultura y costumbres. El problema que más sufrí fue la intimidación.

Cuando yo era un estudiante de primaria y secundaria, fui intimidado por un chico de la misma clase. En voz baja, lo suficientemente alta para que yo la oiga, decía: “extranjero inútil”, “gordo”, “asqueroso”. Sólo por contacto visual me sentí ridiculizada y poco a poco no podía sonreír más y todos los días sólo quería desaparecer.

Cuando pensé que los demás hablaban a mis espaldas, me preocupaba cada vez más. Sentí que mi mera existencia estaba siendo negada. Nunca sufrí violencia física, pero las palabras, las miradas, las expresiones faciales y la presión que sentía no me oprimían. En la escuela, pasaba cada vez más tiempo solo, evitando a los demás. No tenía muchos amigos durante el tiempo libre, y cuando trataba de unirme a un grupo, todos me dejaban con la sensación de que me estaban evitando. Esto continuaba todos los días, y no me gustaba ir a la escuela. Hubo momentos en que no podía ir a la escuela durante una semana. Lo pasé mal todos los días, y varias veces pensé en suicidarme.

Sin embargo, fui salvado muchas veces por la gente en la iglesia y por escuchar las palabras de Jesús. Hubo momentos en que fui a la iglesia el domingo y me sentí muy cómodo. Suaves palabras de los sacerdotes, líderes y amigos, junto con lo que Jesús enseñó y las palabras de la Biblia: “No tengáis miedo, yo estoy con vosotros. No te sorprendas, yo soy tu Dios. Te fortaleceré, te ayudaré y te tendré en mi mano derecha victoriosa”, me animaron todos.

El bullying, la intimidación, es un gran problema no sólo en Japón, sino también en varios lugares del mundo. Además, los lugares donde se produce el bullying, el acoso escolar, se están expandiendo de entornos como las escuelas a Internet. Hay muchas personas que sólo quieren vivir felices pero no pueden sobrevivir.

Por favor, dígame, Santo Padre, ¿cómo debemos enfrentarnos a los problemas de bullying, discriminación e intimidación que se están extendiendo por todo el mundo?

Leonardo Cachuela

Leonardo Cachuela, en primer plano ayudando al Papa a probarse un obsequio que le hicieron los jóvenes

 

La respuesta del Papa Francisco en su discurso a los jóvenes:

Gracias, Leonardo, por compartir la experiencia de bullying y discriminación que sufriste. Cada vez más los jóvenes encuentran el valor de hablar sobre experiencias como la tuya. En mi edad, cuando yo era joven, nunca se hablaba de cosas como las que dijo Leonardo. Lo más cruel del bullying, del acoso escolar, es que hiere nuestro espíritu y nuestra autoestima en el momento en que más necesitamos fortaleza para aceptarnos a nosotros mismos y poder encarar nuevos retos en la vida. En ocasiones, las víctimas de bullying incluso se culpan a sí mismas por haber sido blanco “fácil”. Pueden sentirse fracasados, débiles y sin valor, y llegar a situaciones altamente dramáticas: “Si tan solo yo fuera diferente…”.

Sin embargo, paradójicamente, son los acosadores, los que hacen el bullying, los verdaderamente débiles, porque piensan que pueden afirmar su propia identidad lastimando a los demás. Algunas veces atacan a cualquiera que consideran diferente, que representa algo que los amenaza. En el fondo, los acosadores, los que hacen el bullying tienen miedo, son miedosos que se cubren en la apariencia de fortaleza. Y en esto —presten atención—, cuando ustedes sientan, vean que alguno tiene necesidad de herir a otro, de hacer el bullying a otro, de acosarlo, ese es el débil, el acosado no es el débil, es el que acosa al débil porque necesita hacerse el grandecito, el fuerte para sentirse persona. Yo le dije a Leonardo recién: “Cuándo te digan que sos obeso, decile, es peor ser flaco como vos”.  Debemos unirnos todos contra esta cultura del “bulismo”, todos juntos contra esta cultura del “bulismo”, y aprender a decir: ¡Basta! Es una epidemia donde la mejor medicina la pueden poner entre ustedes mismos.

No alcanza con que las Instituciones educativas o los adultos usen todos los recursos que están a su alcance para prevenir esta tragedia, sino que es necesario que entre ustedes, entre amigos, entre compañeros, puedan unirse para decir: ¡No! No al “bulismo”, no a la agresión al otro. Eso está mal. No hay mayor arma para defenderse de estas acciones que la de poder “levantarse” entre compañeros y amigos, y decir: Esto que estás haciendo, el “bulismo”, es grave.

El que hace “bulismo” es un miedoso, y el miedo siempre es enemigo del bien, por eso es enemigo del amor y de la paz. Las grandes religiones, todas las religiones que cada una de nosotros practica, enseñan tolerancia, enseñan armonía, enseñan misericordia; las religiones no enseñan miedo, división o conflicto. Para nosotros los cristianos, escuchamos a Jesús que constantemente les decía a sus seguidores que no tuvieran miedo. ¿Por qué? Porque si estamos con Dios y amamos con Dios y a nuestros hermanos, ese amor expulsa el temor (cf. 1 Jn 4,18).

Para muchos de nosotros, como bien nos lo recordaste Leonardo, mirar la vida de Jesús nos permite encontrar consuelo, porque Jesús mismo sabía lo que significaba ser despreciado y rechazado, incluso hasta el punto de ser crucificado. También sabía lo que era ser un extraño, un migrante, uno “diferente”. En cierto sentido —y acá estoy hablando a los cristianos y a los que no son cristianos, véanlo como modelo religioso—, Jesús fue el más “marginado”, un marginado lleno de Vida para dar. Leonardo, podemos siempre mirar todo lo que nos falta, pero también podemos descubrir la vida que somos capaces de dar y donar. El mundo te necesita, nunca te olvides de eso; el Señor te necesita, tiene necesidad de ti para que puedas darle el coraje a tantos que hoy piden una mano que los ayude a levantarse.

Les quiero decir una cosa a todos, que les va a servir en la vida: mirar con desprecio, menosprecio a una persona es mirarla de arriba hacia abajo, es decir, yo soy superior y vos sos inferior, pero hay una sola manera que es lícita y que es justa de mirar a una persona de arriba hacia abajo, para ayudar a levantarla. Si alguno de nosotros, y me incluyo, mira a una persona de arriba hacia abajo con desprecio, es poca cosa; pero si alguno de nosotros mira a una persona de arriba hacia abajo para tenderle la mano y ayudarla a levantarse, ese hombre o esa mujer es un grande. Así que cuando miren a uno de arriba hacia abajo pregúntense: ¿Dónde está mi mano, está escondida o está ayudándolo a levantarse?; y van a ser felices. ¿De acuerdo? ¿De acuerdo o no? Están todos mudos.

Y esto implica aprender a desarrollar una cualidad muy importante, pero devaluada: la capacidad de aprender a donar tiempo para los demás, a escucharlos, a compartir con ellos, comprenderlos; y sólo así vamos a abrir nuestras historias y nuestras heridas a un amor que nos va a transformar y comenzar a cambiar el mundo que nos rodea. Si no donamos, si no perdemos tiempo, “ganamos tiempo” entre las personas, lo perderemos en muchas cosas que, al final del día, nos dejarán vacíos y aturdidos —en mi tierra natal dirían nos llenan de cosas hasta que nos empachan—. Así que, por favor, dediquen tiempo para su familia, dediquen tiempo a los amigos, y también para Dios, orando y meditando, cada uno según su propia creencia. Y, si les resulta difícil rezar, no se rindan. Un sabio guía espiritual dijo una vez: la oración se trata principalmente de estar simplemente allí. Estate quieto, hacé espacio para que entre Dios, déjate mirar y Él te va a llenar de su paz.

Francisco

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