Susana López, hace 25 años, dejó su empresa de seguros en la que iba a ascender y se hizo monja: «Encontré en la oración de silencio la presencia de Dios y el deseo de seguirle»     

«Experimento una alegría distinta y nace en mi un deseo muy grande de hacer oración. Cuando salía de trabajar buscaba momentos de silencio, iba a alguna Iglesia… encontré en el silencio esa presencia de Dios, que ya no podía dejar de buscar. En mi vida hay un antes y un después, cuando Dios pasa de ser ‘algo’ a ser ‘alguien’. Todo cambia. Puedes tener más o menos unas vivencias religiosas, pero Dios era para mí una idea, y pasa a ser alguien personal, alguien presente y real, con el que puedes relacionarte, ahí cambia todo. Me di cuenta que iba en serio, el trabajo me gustaba mucho, estaba muy a gusto con todos, también en mi casa con mi familia. Me di cuenta de que todo eso lo podía dejar, y sintiendo una alegría muy grande. Dios es capaz de llenar mi vida» 

Camino Católico.-  El 2 de febrero de este año 2024 hizo 25 años que la vida de Susana López cambió por completo. Se marchó de su empresa de seguros, asumir el riesgo de dedicar su vida a Jesús  consagrándose como monja y entró en la congregación de las Esclavas de Cristo Rey y actualmente es superiora de la casa de la comunidad en Madrid.

Esta madrileña, de 52 años, estudió derecho y trabajaba como asesora en una compañía de seguros. Llevaba una vida normal salía con sus amigas, le encantaba jugar al mus y también el cine. Iba los domingos a misa a su parroquia pero como ella misma dice, más bien por el aperitivo que se tomaba después. Para ella ir a la iglesia simplemente formaba parte de su rutina.

Una peregrinación al castillo de Javier le lleva a conocer a Dios

Un día, precisamente allí, en su parroquia le propusieron participar en una peregrinación al castillo de Javier, en Navarra. Ella aceptó y allí empezó a sentir algo que no le había sucedido nunca. Era como si alguien la estuviera llamando para que lo dejara todo.

“Nos dijeron que guardásemos silencio, hicimos oración con los textos de la Biblia… No tenía mucha experiencia, pero sí que fue ese momento en el que descubrí un Dios personal con el que podía comunicarme. De aquí brotó todo lo demás y el deseo de poder ayudar a otros a que tengan esa misma experiencia de vida”, relata Susana en una entrevista en Iglesia en Camino.

“Experimento una alegría distinta y nace en mi un deseo muy grande de hacer oración. Cuando salía de trabajar buscaba momentos de silencio, iba a alguna Iglesia… encontré en el silencio esa presencia de Dios, que ya no podía dejar de buscar. En mi vida hay un antes y un después, cuando Dios pasa de ser “algo” a ser “alguien”. Todo cambia. Puedes tener más o menos unas vivencias religiosas, pero Dios era para mí una idea, y pasa a ser alguien personal, alguien presente y real, con el que puedes relacionarte, ahí cambia todo. El descubrimiento de esa presencia real viene acompañado de un deseo de seguirle a Él”, asegura.

Es entonces cuando se siente interpelada interiormente: “Me planteo qué me está pasando, necesito discernir si verdaderamente lo que estoy experimentando es un deseo de entregar mi vida entera a Dios. A partir de ahí hay un proceso de año y medio de acompañamiento, en el que fui descubriendo más o menos cómo Dios iba ocupando un lugar mayor y el deseo de seguir a Dios, y estar con Él, y que la gente lo conozca”.

Susana López, en el centro de la imagen de pie, es superiora de la casa de Madrid de la congregación de las Esclavas de Cristo Rey

Discernimiento para dejarlo todo

Susana conoció a las hermanas Esclavas de Cristo Rey y lo tuvo claro iba a ser religiosa como ellas.

Susana nos cuenta como fue ese proceso de reflexión y de discernimiento hasta que tomó la decisión de dejar la empresa y entrar en el convento: “Estaba trabajando cuando sentí esa experiencia fuerte de Dios, tenía la vida bastante encarrilada. Jamás pensé que terminaría optando por una entrega total. Para muchos fue sorprendente, no me movía en ambientes muy religiosos, ni yo misma lo esperaba. Fue darme cuenta de algo que me supera, algo muy grande, que no lo has buscado, fue complicado hasta que no tuve claro que iba en serio no comenté nada a nadie”.

La decisión la tuvo que tomar en un momento clave de su vida laboral: “Todo fue muy curioso, coincidió con que en el trabajo me propusieron un ascenso, para el que tenía que hacer un curso de varios meses en Madrid. Yo estaba allí trabajando, pero me planteé que no podía hacer ese curso cuando estaba pensando en marcharme, sería poco honrado. Entonces ya hablé con mi jefe y le dije que no sabía si iba a seguir trabajando allí. Mis compañeros pensaron que me iba a trabajar a otra empresa… Cuando les comenté mis razones, la sorpresa fue tremenda. Me di cuenta que iba en serio, el trabajo me gustaba mucho, estaba muy a gusto con todos, también en mi casa con mi familia. Me di cuenta de que todo eso lo podía dejar, y sintiendo una alegría muy grande. Dios es capaz de llenar mi vida”.

“Para todos fue muy sorprendente. Para mí la primera. Si te tomas la vida en serio te tienes que preguntar muchas cosas. Te tienes que entregar de verdad. Hay crisis y preguntas pero siempre he estado en búsqueda. Uno nunca se conforma. Dios no te deja estancarte ni quedarte en el rellano de la escalera”, argumenta en el programa  La Linterna de la Iglesia de Cope.

La vida un regalo de Dios

Susana López, superiora de la casa de Madrid de la congregación de las Esclavas de Cristo Rey

Para Susana López, “Dios es el que me hace libre, y me hace crecer. En mi relación con Dios lo que más destaco es el descubrimiento de la libertad, del amor incondicional y gratuito, y el llamamiento a vivir en plenitud. La fe es escuchar cómo Dios me llama a vivir en plenitud, a ser más libre y a poder dar vida a otros. La fe es recibir la vida que Dios me da, y poder compartirla con otros, no tanto a nivel racional, como a nivel de ideas. La fe si no es vida, no sirve para nada. Dios lo único que quiere de nosotros es que vivamos en plenitud y seamos libres. Me da mucha pena cuando hay gente que tiene miedo a Dios, y vive con tensión la fe, porque pienso que se están perdiendo esa vida que Él nos regala, y esa comunión con Él”.

En una sociedad en la que vivimos con muchas prisas, en la que hay mucho ruido constantemente, las Esclavas de Cristo Rey se encargan de dar acompañamiento espiritual: “El acompañamiento y el discernimiento son claras para vivir mejor. La ayuda espiritual es lo mejor que podía hacer en mi vida y por ello me decanté por esta congregación. En la casa de espiritualidad proponemos experiencias de silencio. El silencio transforma y la posibilidad de que la gente pare y pueda preguntarse es fundamental”.

Asegura que su vida está siendo un camino por el que merece la pena vivir: “Tiene sentido en la manera en que nosotras vivamos a fondo esa llamada. En la medida en la descubramos la belleza de nuestra vida y en la medida en que a través de nosotras Dios se haga presente. Esta vida nuestra que puede parecer tan enigmática es muy sencilla. Me siento muy afortunada de poder vivir hacia dentro. La vida no es solamente sobrevivir sino apostar por todo. La vida tiene sentido y el futuro está en manos de Dios”.


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