Teresa Villodres, profesora, acosada por maestros y padres por hacer atractiva la clase de religión
* Lleva dos años de baja por depresión por los insultos y las coacciones continuadas, que no sólo ha vivido ella sino otros muchos docentes de esta materia que sufren el bulling de claustros, directores e inspectores y de los cuales también se cuentan algunos testimonios
24 de febrero de 2011.- El sistema y las leyes marginan a los profesores de Religión en horas lectivas, salario y equiparación laboral, con respecto a sus compañeros. Pero el verdadero calvario que viven muchos de estos docentes es el que les hacen pasar profesores, directores e incluso inspectores educativos, que vuelcan contra ellos sus prejuicios ideológicos. Blasfemias, insultos, mentiras, desprecios o maniobras para que los alumnos no se matriculen en la asignatura son sólo algunas de las malas artes con las que los sectarios colocan a los profesores de Religión en la diana.
Presentamos el testimonio de Teresa Villodres, una profesora de Religión en Madrid, resumen del calvario por el que está pasando, víctima del acoso al que le han sometido otros compañeros de claustro y un grupo sectario de padres. ¿Su culpa? Querer hacer atractiva la asignatura de Religión católica, demandada por la mayoría de los padres de su centro. Pero ofrecemos un amplio reportaje de lo que viven muchos profesores de religión católica en España explicando algunas de las situaciones con las que se encuentran, admás de un vídeo con el testimonio de jóvenes de la Diócesis de Padua Italia, en el que explican las razones por las que eligieron la clase de religión
Vídeo-testimonio de jóvenes de la Diócesis de Padua: "Yo Eligí la Clase de Religión"
(José Antonio Méndez / Alfa y Omega / Escuchar la Voz del Señor) La dura exoeriencia vital de Teresa Villodres es sintetizada por ella misma:
«Cada vez que yo iba a entrar en clase, la tutora, con el conocimiento de la Dirección, colocaba en el aula unos carteles que ponían: Escuela pública, escuela laica: Religión fuera. Los ponía delante de los alumnos de su tutoría, que se quedaban en el aula porque querían cursar la asignatura de Religión. Tuve que aguantar agresiones e insultos de una madre, que no había matriculado a su hijo en la asignatura, pero que me llamaba comecocos y sinvergüenza; mentía sobre mí ante el Consejo Escolar, llegó a acusarme de llevar a los niños a exposiciones ocultas y se oponía a que yo tuviese contacto con los alumnos que no elegían Religión, por si les lavaba el cerebro.
Esta mujer y su marido se presentaron en el Museo del Prado, mientras yo estaba en una visita cultural con los alumnos, con camisetas que ponían Probablemente Dios no existe, y tuvimos que suspender la visita por el acoso al que me sometió, a lo largo de todo el museo y delante de los niños. A pesar de que, cuando empecé a dar clase en ese instituto, había un 63% de alumnos en Religión, y después de unos años llegué a tener al 87%, el grupo de padres que controlaba el APA utilizaba sus boletines para publicar artículos insultantes contra la clase de Religión y los alumnos que la recibían, en los que también decían que los profesores de esta materia éramos catequistas sin preparación, que no debíamos estar en el Consejo Escolar.
La Dirección era muy beligerante, me negaba las actividades que yo pedía para mi asignatura y se ponían del lado de los padres que me acosaban. Si no hubiera clase de Religión, no pasarían estas cosas, me decían. Un día, la Jefa de estudios interrumpió una reunión que yo tenía con los padres de alumnos de Religión, y dijo que no estaba de acuerdo con que en la escuela pública se impartiese Religión, o Historia de las Religiones, y que podía desconvocar la reunión, si quería. Después de llevar estas situaciones a juicio, aprovecharon el verano para cambiar de centro al Director y a la Jefa de estudios, pero, al curso siguiente, otros profesores me insultaron durante el primer claustro por denunciar el acoso de la Dirección. Después, apareció un blog en Internet en el que alguien anónimo me injuria, e insulta a mi marido y a mi hijo. Ahora, llevo dos años de baja, por depresión».
En realidad, es cierto que la tensión entre los profesores se traslada a los alumnos. Es el caso de J., profesor de Religión en un instituto de Madrid, que soporta las burlas de sus compañeros de claustro: hacen comentarios despectivos hacia él, hacia su asignatura, y hacia la fe; hablan entre ellos contra él cuando J. está delante, pero ignorándole como si no estuviera… Y no tienen reparos en lanzar sus bravatas aunque haya alumnos delante, lo que se traduce en que, cuando algunos alumnos no matriculados en Religión se cruzan con J. por el pasillo, blasfeman a voz en grito.
Y no sólo los profesores y directores ponen trabas a los docentes de Religión. También lo hacen sus superiores inmediatos, algunos Inspectores de Educación que envían las Consejerías, y que, en no pocas ocasiones, están en sectaria connivencia con los equipos directivos. «Hace poco -dice Emma González-, un profesor nos contaba que, cuando el Inspector fue al centro a revisar las programaciones académicas de todos los profesores, tiró al suelo la del de Religión, diciendo: Esto no se tendría que enseñar aquí, así que se lo enseñas a tu obispo o haces lo que quieras; a mí déjame en paz».
La Administración tampoco ayuda: «El equipo directivo es el único que tiene acceso al proceso de matricula, y aunque la mayoría son respetuosos, se dan actuaciones ilegales, como poner límite al alumnado de Religión y decir que no hay plazas, en lugar de poner más de un grupo», explica Martínez. Y añade: «Religión es la única asignatura en la que, con frecuencia, se mete a más alumnos por aula de los previstos por la ley, para que sólo haya un grupo, los profesores cobren menos y se apunten menos niños de los que lo solicitan».