Adriano Müller, hijo de sacerdote, ordenado diácono: «Los días son iluminados por Dios, pero en este el Espíritu Santo irradiaba. Es Jesús actuando en medio de nosotros»
* «Amo lo que hago y dedico mi tiempo a Jesús. Tengo a mi familia en la roca del Señor, gracias a Dios. Por eso mi dedicación a este mi diaconado, a mi familia, a la Iglesia, a mis comunidades aquí en la parroquia Nossa Senhora das Graças. Es una bendición de Dios. Es nuestra búsqueda de nuestra santificación, todos caminando juntos, en el amor y en el dolor»
A.L.M. / Camino Católico.– Adriano Müller de 63 años es hijo del P. Paulo Müller de 87 que se ordenó sacerdote tiempo después de enviudar. Adriano ha sido ordenado diácono permanente en una Misa celebrada en la Catedral San Luis Gonzaga, en la diócesis de Novo Hamburgo, en Brasil, en presencia de su padre, el pasado 15 de noviembre. “Todos los días son iluminados por Dios, pero en este el Espíritu Santo irradiaba”, comenta el nuevo diácono permanente a ACI Digital. “Mi padre está muy feliz. El día era de completa felicidad, tanto que hasta las lágrimas brotaban de nuestros ojos”, agrega.
Antes de ser sacerdote, Paulo Müller estaba casado y tuvo cuatro hijos. “Fuimos bautizados, confirmados y yo me casé por la Iglesia Católica hace 42 años”, recuerda Adriano. Sin embargo, la “dificultad vino cuando mi madre falleció en diciembre de 1988. En casa la primera pregunta fue: ‘¿Qué haremos, Señor? ¿Cómo nos las arreglaremos sin nuestra madre?’. Nuestro padre estaba muy triste”.
En esa época Paulo Müller era ministro extraordinario de la Eucaristía. “Un día llegó y me dijo: ‘Hijo, voy a estudiar para ser diácono’, y yo le respondí: ‘Qué bueno, papá, vas a llenar aún más tu corazón de Jesús”, rememora el diácono.
Tiempo después, Paulo Müller volvió a conversar con sus hijos y les manifestó que le gustaría ser sacerdote: “Para mí fue lo máximo. Tener un papá sacerdote, eso es inusual”, relata Adriano. El 2 de junio de 1995, Paulo Müller fue ordenado sacerdote para la diócesis de Novo Hamburgo. Actualmente, él reside en la catedral San Luis Gonzaga.
Adriano cuenta que él mismo siguió «madurando como persona y cada vez más en la fe». «Y un día Jesús tocó mi corazón. No es que no estuviera conmigo, porque siempre estuvo conmigo, sino que me llamó a una misión con más responsabilidad, a ser ministro extraordinario de la Eucaristía», comparte.
Adriano fungió como ministro extraordinario de la Eucaristía durante 16 años. «Y una vez más sentí que había cumplido mi misión como ministro y que podía dar un poco más en la caridad», cuenta.
En 2018 pidió ser diácono permanente, fue aceptado e ingresó en la escuela diaconal. «Después llegó la pandemia y el mundo se enfrió, pero continuamos perseverando, rezando y pidiendo la gracia de Dios», recuerda. Pasada la pandemia del covid-19, Adriano continuó en la escuela diaconal y terminó sus estudios en julio de este 2023.
La ordenación de Adriano estaba prevista para mayo del próximo año, pero el Obispo de Novo Hamburgo, Mons. João Francisco Salm, decidió adelantarla para este mes de noviembre, a causa de la frágil salud del P. Paulo Müller. “Mi padre necesita oxígeno, tiene problemas respiratorios, tuvo Covid y ha quedado muy débil. Entonces teníamos miedo de que en poco tiempo podría no estar”, continua el diácono.
Adriano tiene dos hijos, también casados, y tres nietos. “Amo lo que hago y dedico mi tiempo a Jesús. Tengo a mi familia en la roca del Señor, gracias a Dios. Por eso mi dedicación a este mi diaconado, a mi familia, a la Iglesia, a mis comunidades aquí en la parroquia Nossa Senhora das Graças, en el barrio Rondônia”, relata.
Para él es “una bendición de Dios” tener en la familia a un sacerdote y a un diácono permanente”. “No tengo palabras. Es, cada vez más, Jesús actuando en medio de nosotros. Es nuestra búsqueda de nuestra santificación, todos caminando juntos, en el amor y en el dolor”, añadió.
El diácono destaca, además, que “ahora es alegría, pero, aunque mi padre es sacerdote y yo diácono, las dificultades también tocan a nuestra puerta. Y siempre debemos tener mucha coherencia de vida cristiana, mucha sabiduría para enfrentar las tribulaciones”.
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