Dale Recinella era abogado en Wall Street, enfermó, pide a Dios qué hacer, lo deja todo y atiende a condenados a muerte hablándoles de Cristo:  «En la cárcel encontramos a Jesús»

* «Si el condenado pide que sea yo su asistente espiritual, me permiten quedarme con él al menos doce horas a la semana. Si hay familiares que lo acompañan en esta larga agonía, tienen la oportunidad de conocer a mi esposa Susan. Será ella quien les consolará durante y después de la ejecución»

A.L.M. / Camino Católico.-  Dale Recinella era por años un connotado abogado de finanzas en Wall Street, ganaba mucho, su vida era frenética, pasaba de un matrimonio a otro, hasta la enfermedad que lo obliga a detenerse y reflexionar sobre su pasado. Llevaba viviendo así 30 años y le pide a Dios otra posibilidad, la obtiene, y de ahí el punto de inflexión. Hoy es un valioso asistente espiritual, capellán laico, para personas condenadas a muerte en la cárcel de Florida, que es el segundo “corredor de la muerte” en EEUU. Dale Recinella responde en una entrevista en Vatican News: «¿Por qué lo hago? Porque cuando vamos a la cárcel a ver a alguien, encontramos a Jesús”. Conoce los nombres de los penados, sus historias y, junto con su esposa, los acompaña todos los días hablándoles de Jesús.

El martes 28 de octubre de 2021 la Pontifica Academia para la Vida ha comunicado que Recinella es el primer galardonado con el premio ‘Custodio de la Vida’, por su testimonio de fidelidad a Cristo entre los presos. “Dale Recinella, capellán laico en el corredor de la muerte de Florida, lleva a cabo esta labor con los condenados a muerte, mientras que su esposa Susan se ocupa de las familias de los condenados y de las familias de las víctimas”, señala el comunicado.

«¿Por qué exactamente los condenados a muerte? Cuando era pequeño, mis padres se quedaron impresionados por la ejecución de Sacco y Vanzetti. Los dos fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 en el centro penitenciario de Charlestown en Massachusetts. Se quedaron horrorizados por tanta atrocidad. Pensé que debería cuidar a gente como ellos».

El encuentro con los condenados a muerte

El hermano Dale sonríe mientras piensa en sus seres queridos, pero cuando le pedimos que nos cuente en voz baja sobre su servicio, su tono se vuelve más oscuro y empieza así su crónica de una despedida a la vida según el protocolo de la prisión de Florida:

«Una vez firmada la orden de ejecución, el condenado es transferido de su celda del corredor de la muerte a la llamada casa de la muerte. La nueva celda es similar a la que ocupaba anteriormente. La única diferencia es que su habitación ahora está a poquísimos metros de la sala de ejecución».

Para nosotros, su historia podría haber terminado, pero Dale quiere explicar al detalle lo que sucede en ese lugar infernal y no encontramos el valor para interrumpirlo.

«El condenado permanece aquí por cinco o seis semanas», continúa, y explica que: «Si pide que sea yo su asistente espiritual, me permiten quedarme con él al menos doce horas a la semana. Si hay familiares que lo acompañan en esta larga agonía, tienen la oportunidad de conocer a mi esposa Susan. Será ella quien les consolará durante y después de la ejecución». La puerta de la última habitación se encuentra a poca distancia del lugar donde morirá el condenado. «Es por eso que todos los que pasan por esa celda generalmente dicen que la puerta de la cámara de ejecución se acerca cada vez más».

El día de la ejecución

Luego, el hermano Dale se detiene en los detalles: «El día de la ejecución, los miembros de la familia pueden abrazarlo y saludarlo por última vez. A las 11 de la mañana, el condenado consume su última comida, una hora después, viene el sacerdote para la extremaunción».

Le preguntamos cómo transcurre su tiempo durante este macabro ritual: «Por lo general, me quedo allí desde que el sacerdote se va hasta las 16:00, hora en que me da sus últimos mensajes para la familia y también es el momento de máxima conmoción».

La historia se interrumpe porque los ojos de Dale proyectan los recuerdos más duros y los testimonios más fuertes: «Uno de ellos me dijo: usted es el padre que nunca tuve, otro: usted es el hermano que nunca he tenido, otro más: si le hubiera conocido antes, probablemente no hubiera terminado aquí».

Pero la crónica continúa sin pausa y el narrador analiza los horarios: «A las 16 llega el equipo encargado y prepara a la víctima que, poco después, será atada a la cama donde será asesinada con una inyección letal».

Dale Recinella y su mujer Susan participaron en la Misa en Santa Marta con el Papa Francisco el 11 de junio de 2019

La inyección letal, técnica «efectiva y compasiva»

“En resumen, nos preparamos para la ejecución, con la eficiencia de enfriamiento habitual: ordenamos la última comida, organizamos las últimas visitas, se sortean los nombres de aquellos que presenciarán el asesinato desde detrás de un cristal”.

Con una técnica «efectiva y compasiva», son los dos argumentos principales empleados por los partidarios de la inyección letal como método de ejecución. Pero desde su introducción en el Código Judicial de los EE. UU. en 1972, y desde su primera aplicación en Texas en 1982, las dudas y controversias nunca se han disipado acerca de la verdad de estas afirmaciones. Dale reanuda:

«Yo también estaré en la sala de testigos que asistirá a la ejecución. A los condenados siempre les digo: Fija tu mirada más allá del cristal a una persona que te ama. Mírame a mí».

Le preguntamos a cuántas ejecuciones ha asistido. «Una ya habría sido demasiado para mí, pero lamentablemente he visto 18. Aunque si en realidad he asistido a 35 condenados a muerte, una parte de ellos eligió a su párroco o al pastor protestante para el día de la ejecución. Pero estos solo pueden estar cerca de la víctima en los últimos dos días y, por lo tanto, en las semanas antecedentes han vivido conmigo en la cámara de la muerte».

Nunca olvidaré…

Luego habla de las historias que lo han conmovido:

“Como paso mucho tiempo con ellos antes de que mueran, llevo a todos en mi corazón. Me apego a ellos, amo a todo el mundo. Pero hay dos casos que han marcado profundamente mi camino vocacional. El primero es el de un hombre y sus tres hijas destruidas por tener que despedirse de su padre. Mi esposa Susan trató de consolarlos, pero fue muy dramático”.

En el segundo caso, el relato se interrumpe varias veces, y de modo cruento.

«Era puertorriqueño, también se autoproclamó varias veces inocente. En este caso la ejecución salió mal: se contorsionó y luchó en agonía durante más de media hora antes de morir. El veneno de la inyección terminó en sus brazos debido a la ruptura de sus venas. Esto causó quemaduras internas de más de treinta centímetros, por lo cual  no lograba morir. Tuvo la sensación de ahogarse y asfixiarse, se retorcía y casi rompe las correas que lo ataban a la camilla, hasta el punto de que tuvieron que sujetarle la cabeza. Dale mira entonces a Susan y continúa: «Después de esta ejecución, de camino a casa, llamé a mi esposa. Estaba conmocionado y le dije: ‘Acabo de ver a un hombre torturado hasta la muerte’.

La conversión del violento Kenny que evangelizó a otros presos

Dale Recinella ha contado estos días a Aleteia una impactante historia de conversión fruto de su trabajo:

«En la ocasión en que acompañaba espiritualmente a los condenados a muerte en una cárcel grande de Florida, en los años 90, uno de los detenidos me pidió ayuda, se llamaba Kenny. Él terminó en el corredor de la muerte a la edad de 19 años.

El jurado durante el proceso decidió darle la cadena perpetua, en lugar de ser condenado a muerte. El delito que cometió fue robar una gasolinera, mientras el propietario fue asesinado. Él escapó de la silla eléctrica apenas por el voto de un solo miembro del jurado.

Kenny y su cómplice no querían asesinar al dueño de la gasolinera. El disparo se produjo porque un perro pastor alemán salió de un armario e intentó morder a los atracadores. El hombre de la gasolinera tenía 26 años y, obviamente, fue una pérdida terrible para su familia.

Yo encontré a Kenny 10 años después, puesto que él se presentó para recibir asistencia espiritual en prisión, intenté entender que era lo que quería de mí y de la vida. Y me respondió: ‘Quiero vivir la no violencia de Jesús en la prisión‘. Yo tenía miedo por Kenny.

Porque era un prisionero famoso en todo el sistema penitenciario estatal. Era el tipo más duro de todas las prisiones a las que fue trasladado, era reconocido por ser agresivo; visto que llegaba un nuevo preso a la cárcel donde ya estaba encerrado tenía que demostrar que era duro y desafiarlo, darle una paliza.

Dale Recinella y su mujer Susan en el santuario de Lourdes en 2018

Desde que Kenny decidió vivir el evangelio de la no violencia, este hecho ha ocurrido con todos los hombres que han venido a la prisión: Yo le dije: ‘¿Qué ha pasado?  ¿Ha venido el recién llegado a buscarte?’  ‘Sí, me ha encontrado, y me ha desafiado a pelear hasta morir.’

Kenny no lo miraba como un agresor, sino como un hermano en Cristo. Él le dijo sonriendo: ‘Jesús me ha dado buenas noticias para ti hoy’. Y este otro se enfadó: ‘¿pero es que quieres aprovecharte de Jesús para salirte con la tuya?’

‘¡Oh, no hermano! Jesús me ha dado un mensaje para ti; como he decidido dedicar mi vida a Él, no morirás hoy’ (sonrisas)’ respondió Kenny a su agresor. Esta es la manera como Kenny ha recomenzado su vida.

En el momento en que él fue a la junta de libertad condicional para evaluar su caso (pese a que estás en la cárcel de por vida, en algunos lugares, tienes la posibilidad de salir en libertad condicional), los miembros eran muy escépticos, pero como siempre se había comportado tan bien desde entonces, le dieron una oportunidad.

Susan y yo lo acompañamos en su matrimonio, se casó con Cathy una esposa amorosa que le acompañaría en su misión evangelizadora tiempo después, también estaba presente en la ceremonia el otro capellán de la cárcel y obtuvo una posibilidad.

Diez años después volvió a comparecer ante el comité y había más de cincuenta personas en la sala que habían encontrado a Kenny cuando salió de la cárcel en libertad condicional. Todos ellos se presentaron para pedir a la comisión que le devolviera la libertad.

En el tiempo en que el comité votó por unanimidad para restituirle la libertad, todos en la sala empezaron a aplaudir; nunca había visto algo así. Después de esta experiencia, Kenny, como hombre libre, se ocupó de las personas que salían de la cárcel y no sabían cómo seguir viviendo.

Mientras lo hacía, había una anciana que no sabía cómo llegar al hospital y creemos que fue así como Kenny contrajo COVID. Murió el pasado mes de mayo tras tres semanas internado en la UCI.

Muchas personas acudieron a su funeral para compartir la historia sobre cómo él les cambió sus vidas. La misión de la vida de Kenny era predicar el Evangelio de Jesucristo a los hombres y mujeres que estaban en prisión.

Y esta es la alternativa a la ejecución (o silla eléctrica), aunque en Estados Unidos se llame justicia restaurativa, este es el mejor ejemplo que puedo dar sobre el perdón y la misericordia».


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