Danilo Tonin, el camionero de Dios, abandonó todo en 1998 y respondiendo a la llamada del Señor se hizo misionero laico entre los pobres de Benin

* «Mi decisión maduró en el curso de varios años. Comenzó en Lourdes en 1996 durante uno de los viajes que hacía pasando por Lourdes. Fue para mí un llamado de Dios a dedicarme a los pobres y una conversión a vivir el Evangelio más profundamente…Mi «sí» a Dios maduró en el tiempo, con la meditación, el estudio y, sobre todo, la oración « 

* » Mi acción en Benín consiste en amar cada día y en modo concreto a la gente pobre, también a través de la asistencia sanitaria. El objetivo es el de proporcionar una ayuda que les permita, con poco dinero, recibir las visitas médicas, los diagnósticos y, sobre todo, las operaciones sanitarias»

13 de julio de 2011.- Danilo Tonin es un exempresario. En 1998 abandona todo y se convierte en misionero entre los pobres de Benin. Organiza hospitales itinerantes montados en camiones, escuelas agrarias para los campesinos y cursos de formación para los médicos.Y espera la visita del Papa en noviembre.

Camionero para los pobres en nombre del papa Ratzinger. Danilo Tonin, 67 años, exempresario de Padua y, después de la vocación nacida en Lourdes en 1996, misionero laico en Benín, espera en noviembre «como un rayo de luz en medio de tanta miseria» la visita de Benedicto XVI a la «Clinique médica móvil» que lleva el nombre de la primera beata focolarina, Chiara Luce Badano. 

(Giacomo Galeazzi  Vatican Insider) —¿Cómo se desarrolla su misión en África?

—Me ocupo de la gente pobre de Benín. La mayor parte de la población de esta zona es pobre y tiene muchos problemas de salud. Vive de la agricultura, pero con mucho sacrificio; cultiva la tierra sólo con la zapa de mango corto y transporta todo en grandes canastos de mimbre o de metal sobre la cabeza. Las mujeres se ocupan de cultivar la tierra y recogen la leña en la sabana para cocer la harina de mandioca, hacen la «source» con tomates, cebollas y pimientos, cocinan el pescado sobre pedazos de carbón o lo fríen con el aceite de palma. 

 

—¿Cuándo decidió dejar su actividad empresarial y dedicarse a los pobres de Benín?

 

—Decidí dejar «todo» y dedicarme a los pobres en 1998, si bien mi decisión maduró en el curso de varios años. Comenzó en Lourdes en 1996 durante uno de los viajes que hacía pasando por Lourdes. Fue para mí un llamado de Dios a dedicarme a los pobres y una conversión a vivir el Evangelio más profundamente. 

 

—¿Cuánto tuvo que ver la fe en su decisión?

 

—Mi «sí» a Dios maduró en el tiempo, con la meditación, el estudio y, sobre todo, la oración. De hecho, en enero del 2005, me inscribí en la Universidad de Teología y comencé mis estudios en la Facultad del Triveneto en Padua. Terminé el quinto año de Universidad con la presentación de la tesis sobre «La mística de Chiara Lubich» y conseguí el diploma con honores (Magna cum laude) en junio del 2009. El estudio ha tenido su importancia en mi maduración para una adhesión completa a Dios, que me ha marcado un camino en el que confirmé que nada sucede porque sí, y que la casualidad no existe, pero como todos los sucesos, también las «piedras afiladas» en mi sendero de la vida están iluminadas siempre por Su luz: Dios-Providencia. 

 

—¿Qué representa para usted la visita de Benedicto XVI a su misión durante el viaje apostólico de noviembre?

 

—Esta visita del Papa es para mí una señal tangible de la Providencia que viene a definir y a darme una confirmación de estar dentro del radio de la voluntad de Dios. Este ser en Él es lo más importante en mi vida. El resto no cuenta. Estar con los pobres, vivir con ellos y ayudarlos concretamente en su vida cotidiana a lograr una existencia mejor: eso es lo que cuenta. 

 

—¿Cómo lleva a cabo su acción de voluntariado en Benín?

 

—Como decía antes, mi acción en Benín consiste en amar cada día y en modo concreto a la gente pobre, también a través de la asistencia sanitaria. El objetivo es el de proporcionar una ayuda que les permita, con poco dinero, recibir las visitas médicas, los diagnósticos y, sobre todo, las operaciones sanitarias. Para dar a todos los enfermos indigentes la posibilidad de poder curarse y operarse sin gastos excesivos o pudiendo no pagar nada, estoy organizando un hospital itinerante montado sobre camiones adecuadamente equipados. Un camión será la sala operatoria con su antesala de preparación y con una puerta rebatible colocada en la parte posterior. Esta puerta servirá para bajar lentamente al suelo la camilla del paciente después de la intervención quirúrgica y transportarlo hasta la habitación de internación posoperatoria. Un segundo camión será utilizado como depósito de los insumos médicos y de las maquinarias indispensables para la sala operatoria. Un tercer camión albergará, en cambio, los grupos electrógenos para la producción de corriente eléctrica. Habrá un equipo para la producción del recambio de aire de la sala operatoria que permitirá tener un recambio 15 veces por hora, a una temperatura adecuada para un ambiente operatorio, aunque en el exterior haya, durante muchos meses al año, temperaturas de entre 40 y 59 grados. Y habrá, además, otras maquinarias necesarias para la esterilización de los instrumentos y de la vestimenta de los médicos. 

 

—¿Hospitales de campaña en la guerra a la pobreza?

 

—Sí, para esto colaboran en este hospital itinerante varios equipos de médicos que, por turnos, vienen a Benín a sus expensas y operan gratuitamente: «Médicos sin Vacaciones». Algunos días de la semana, estos médicos especialistas en cirugía general, plástica, ginecológica, y en oftalmología dan clases de especialización dirigidas a los médicos locales. Para la realización de este hospital especial, me valgo de la colaboración de Adriano Cestrone, director general de la empresa hospitalaria y Universidad de Padua y del asesoramiento de varios técnicos e ingenieros hospitalarios de la zona del Véneto. Además, junto con agrónomos y veterinarios, colaboradores locales, entre los cuales se encuentra Luciano Gregorio, director del Centro Studi Sitab de la Universidad Agraria y Veterinaria de Padua, estamos preparando un escuela agraria para los campesinos. No sólo eso. En el programa también hay una empresa agrícola para el sustento económico de nuestro «hospital especial», realizado en diez hectáreas de terreno agrícola, que me han sido donados por el dueño de un pueblo.

 

 

 

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