Edgardo, condenado a muerte en EE.UU.: «Jesucristo es mi Señor, mi Rey y mi Salvador. Entró en mi vida después de mi arresto. Él es el gran Amor de mi vida. Él es mi Todo»

* «Desde entonces, paso la mayor parte de mi tiempo leyendo la Biblia, estudiándola y escribiendo mensajes para evangelizar: ‘Cuando estaba prisionero, Tú me diste la Libertad. Cuando ya no tenía una razón para vivir, Tú me diste una Misión’»

Aliénor Strentz / Camino Católico.- Hace cinco años, Aliénor Strentz descubrió la Comunidad de San Egidio. Atraída por una de sus misiones, cartearse con un condenado a muerte, obtuvo el contacto de un prisionero y recibió un nombre, un apellido y una dirección en California. Su correspondencia revela la conversión extraordinaria de Edgardo mientras se encontraba en el corredor de la muerte y lo cuenta en Aleteia.

Al implicarse en esta correspondencia, era legítimo imaginar desde el otro lado del Atlántico a una persona desesperada, atea y sin rumbo. No era nada de eso. El primer correo de Edgardo, compuesto de tres páginas escritas a máquina en un inglés perfecto, estaba repleto de esperanza cristiana e incluso de humor.

Sus primeras palabras marcaron el tono de su correspondencia:

“Hola, Aliénor, ¿qué tal estás? ¿Sabes que el día que me escribiste por primera vez era el día de mi cumpleaños? ¡Sí, es la verdad!”.

Luego relató brevemente su historia: desde el cruce a pie de Guatemala a Estados Unidos a la edad de 16 años hasta su caída a los infiernos tras un robo a mano armada en una tienda de comestibles.

A los 21 años, fue condenado a muerte por el asesinato de un policía. Ahora tiene 50 años.

Ha pasado más de la mitad de su vida en una prisión de alta seguridad de California.

Después de algunos detalles que menciona sobre su rutina cotidiana y sus “aficiones” (el baloncesto, el dominó y el ajedrez), en nuestras conversaciones Edgardo pasa a concentrarse en la espiritualidad. Le encanta hablar del gran Amor de su vida: Cristo.

Una conversión extraordinaria

En su primera carta, Edgardo resume con pudor su conversión extraordinaria:

“Jesucristo es mi Señor, mi Rey y mi Salvador. Entró en mi vida poco después de mi arresto en 1992. Desde entonces, paso la mayor parte de mi tiempo leyendo la Biblia, estudiándola y escribiendo mensajes para evangelizar. Él es el gran Amor de mi vida. Él es mi Todo”.

Edgardo descubrió la misericordia de Dios en el corredor de la muerte. Tras una poderosa convicción de pecado, logró avanzar y entablar un vínculo personal y único con Cristo. Desde entonces escribe todos los días textos de evangelización o poemas como este:

“Tú eres mi Todo.

Cuando estaba perdido, Tú me encontraste.

Cuando estaba muerto, Tú me diste la Vida.

Cuando estaba en las tinieblas, Tú me diste la Luz.

Cuando estaba prisionero, Tú me diste la Libertad.

Cuando ya no tenía una razón para vivir, Tú me diste una Misión”.

Un cambio interior que se expresa en sus relaciones

Esta conversión en Cristo cambió también radicalmente su relación con el prójimo.

Lleno de delicadeza y atención por los demás, Edgardo me pregunta en sus cartas por mis actividades cotidianas, mi trabajo y mi manera de vivir mi fe. Se olvida de sí mismo, me da ánimos y me dedica cumplidos: “¿Tus alumnos de piano saben la suerte que tienen de aprender piano contigo?”.

Edgardo publica regularmente mensajes de esperanza en la revista Compassion destinada a los condenados a muerte estadounidenses.

Se convirtió en el portavoz de sus camaradas en un artículo titulado “Sus numerosos pecados le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor” (Lc 7, 47).

Dificultades para creer y la fuente de la esperanza

En él, describe la dificultad de los condenados a muerte para creer en Dios. El motivo es, según Edgardo, que se sienten excluidos para siempre de la sociedad, sean cuales sean sus esfuerzos por ser mejores personas.

“Nuestra sociedad ha decidido no perdonar nuestros errores y nuestras faltas, sino, por el contrario, castigarnos toda nuestra vida en nombre de la justicia”.

Edgardo confiesa en este artículo la fuente de su esperanza:

“Que sea bueno, noble y generoso no es la razón por la que amo a los demás y les perdono. Es solamente por la gracia y el amor con el que Cristo me ha amado y perdonado por lo que estoy en disposición ahora de imitarle”.

Un «hilo de vida» a través de la Comunidad de San Egidio

La Comunidad de San Egidio describe la correspondencia con un condenado a muerte como un “hilo de vida” para los prisioneros, que, en efecto, sufren mucho en la espera indefinida de su ejecución.

La correspondencia epistolar con una persona en el mundo les da un espacio para expresarse, descubrir su interioridad y entablar una relación de amistad profunda.

Si tú también quieres practicar esta obra de misericordia espiritual (el consuelo de los afligidos), puedes contactar con la Comunidad de San Egidio.

Comunidad de San Egidio, Stefania Tallei, encargada de la correspondencia con los condenados a muerte y a quien puedes escribir a: stefaniatallei@gmail.com


Aliénor Strentz es doctora en etnología y antropología y fundadora del blog Chrétiens heureux.


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