Mateo Méndez, 12 años, al presentar la Jornada de la Infancia Misionera: «Ser misionero es centrarse en Jesús, rezar y actuar. Me gustaría ser cura»

* «Tú puedes decir: ‘te pido por los niños de Oceanía‘. Y después no hacer nada. Pero puedes rezar por ellos y luego pasar la hucha del Domund por la calle,  fabricar tus propios productos para hacer un mercadillo en el colegio, ofrecerte a ser delegado de Pastoral para hacer un montón de propuestas, ayudar de Monaguillo como hago yo muchas veces. Y rezar para que lo que no puedas hacer tú, lo puedan hacer otros»

Video del testimonio de Mateo Méndez en la rueda de prensa de presentación de la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra en España el domingo 14 de enero

A.L.M. / Camino Católico.- “Decir que eres un niño misionero está muy bien, pero la palabra solo no vale, hay que actuar. Para ser misionero hay que ser bueno, pero sobre todo hay que centrarse en Jesús”, ha explicado Mateo Méndez de 12 años, con aplomo y sin titubeos, en la rueda de prensa de presentación de la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra en España el domingo 14 de enero. El muchacho ha relatado su testimonio de fe respondiendo a qué es y cómo vivir siendo un niño misionero que se visualiza íntegro en el video de las Obras Misionales Pontificias.

El madrileño Mateo Méndez es suscriptor con sus ahorros de la revista ‘Gesto’ y ha participado hasta en dos ocasiones en el campamento misionero organizado por Obras Misionales Pontificias. “La primera vez no fui porque quisiera ser misionero, sino porque me atraía la idea de ir a un campamento lejos, en un entorno de naturaleza donde vivió el santo Francisco Javier”, comenta Mateo.

Diferencia entre ser bueno y ser misionero

Sin embargo, al año siguiente quiso repetir por otro motivo: “Porque me gustó mucho la idea de focalizarnos en el resto de los niños con actividades sencillas. Nos despertábamos temprano y empezábamos el día dando gracias a Dios y pidiendo por los niños de otros continentes que no tienen familia, ni recursos. Para mi hacer esto es una cosa maravillosa, que me gustó mucho porque te enseñan a ser misionero. No hace falta irse al Congo para ser misionero, aunque está fenomenal, pero si no puedes, tienes otras muchas cosas que puedes hacer para ser misionero”, expone Mateo, que echa mano de su particular listado de tareas:

Tener presente a los niños de otros continentes, obedecer en casa, rezar por los misioneros, dar ejemplo con el resto de tus amistades y bendecir la mesa el día de tu cumpleaños cuando hay muchos amigos delante. También, animar a la gente a ir a catequesis o al campamento de la Infancia Misionera”.

Mateo Méndez de 12 años junto al cartel de la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra en España el domingo 14 de enero

Para Mateo, “Uno puede ser bueno sin ser misionero, sin ser católico: puede poner la mesa, limpiar los platos, no pelear con sus hermanos, ceder en un montón de cosas en su casa y ser aplicado. Pero eso no es ser misionero eso es ser bueno. Para ser misionero también hay que ser bueno.  Pero ser misionero es centrarse en Jesús, no en hacer ver que los demás te vean bueno o que eres misionero. Ser misionero es centrarse en Jesús”.

De la oración a la acción

Y explica cómo poner en práctica el vivir centrado en Jesús: “Tú puedes decir: ‘te pido por los niños de Oceanía‘. Y después no hacer nada. Pero puedes rezar por ellos  y luego pasar la hucha del Domund por la calle,  fabricar tus propios productos para hacer un mercadillo en el colegio, ofrecerte a ser delegado de Pastoral para hacer un montón de propuestas, ayudar de Monaguillo como hago yo muchas veces”.

Mateo insiste en que no basta con las buenas intenciones, sino que un misionero debe pasar a la acción: “Está muy bien rezar y yo rezo por la mañana y por la noche con mi familia de Mil amores, pero también me gusta actuar. Eso es lo que nos enseñaron a hacer en el campamento. Además de rezar hacíamos actividades en las que nos hacían reflexionar. Por ejemplo: ‘¿Por qué San Francisco Javier teniendo tan buenos recursos y una buena familia lo dejó todo por seguir a Jesús para ayudar a gente que ni conocía?’”

Y acto seguido este joven misionero responde: “Yo también tengo muy buenos recursos y no puedo dejarlo todo por seguir a Jesús. Pero sí puedo ayudar activamente haciendo conciertos solidarios, dar propuestas para que lo que tú no puedes hacer lo hagan otros, animando a la gente a centrarse en Jesús”. entonces pues ese fue uno de

La segunda vez que Mateo fue al campamento de la Infancia Misionera su actitud ya fue otra: “Fui a jugar con todos los niños. Por ejemplo. jugar al fútbol no solamente con los buenos en ese deporte sino con todos. Jugar a los deportes que también le gustaban a los otros, no únicamente estar yo todo el día en el campo de fútbol. Centrarme más en jugar con niños que normalmente estaban solos porque no son buenos en cualquier deporte no son y simplemente por eso, sin conocerles, les das de lado sin que te caigan mal. Ese es el tipo de cosas que nos enseñaron el campamento centrarnos en lo activo. Y rezar para que lo que no puedas hacer tú, lo puedan hacer otros”.

Con estas vivencias a sus espaldas, ¿se ve como misionero en un futuro? “Misionero como tal, no, pero me gustaría ser cura o párroco y tener algún monaguillo”, apunta con desparpajo Mateo, aunque justo después recapacita:  “Irme a otro país, podría estar bien. Me gustaría mucho México, porque se fue un monitor al que le tenía mucho aprecio y me contó que la gente necesita que allí les llegue el mensaje de Jesús”.

España, líder en generosidad con Infancia Misionera

José María Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP)

Gracias a niños como Mateo Méndez en todo el mundo -y a adultos que apoyan Infancia Misionera-, la Santa Sede puede apoyar 2.500 proyectos infantiles al año, que benefician a más de 4 millones de niños en las misiones. Son proyectos de educación, salud, protección de la vida y evangelización. Un año más, España fue el país que más aportó: 2.325.225,17€, para sostener 431 proyectos en 44 países.

“No se trata sólo de apoyar proyectos, sino que se ayuda a que la Iglesia esté presente allí donde los niños necesitan de los misioneros”, ha explicado José María Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP), institución organizadora de la Jornada. Y por ello se ayuda a orfanatos, maternidades, escuelas, leproserías… Y por otro lado, “Infancia Misionera no es solo una institución que recoge dinero. Intentamos concienciar a los niños de que la labor de los misioneros no depende solo de ellos”. Y por ello se organizan al año eventos como sembradores de estrellas, concursos de dibujos y el campamento al que asistió Mateo Méndez.


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