Papa Francisco en el Ángelus, 1-12-19: «Jesús viene a nuestra vida cada día. Estar atentos a nuestro prójimo en dificultad como Dios siempre hace con nosotros»

* «El Adviento es tiempo favorable para acoger la venida de Jesús, que viene como mensajero de paz para mostrarnos los caminos del Señor. En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida: “Velen, pues, porque no saben en qué día vendrá el Señor” (Mt 24, 42). Velar no significa tener materialmente los ojos abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto al don y al servicio, esto es velar. El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de establecer relaciones genuinamente humanas, por la incapacidad de hacerse cargo del hermano solo, abandonado o enfermo. La espera de Jesús que viene debe traducirse, por tanto, en un compromiso de vigilancia. Se trata, en primer lugar, de maravillarse ante la acción de Dios, ante sus sorpresas, y de darle a Él la primacía. La vigilancia significa también, concretamente, estar atentos a nuestro prójimo en dificultades, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar a que él o ella nos pida ayuda, sino aprender a prevenir, a anticipar»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Sigo con preocupación la situación en Iraq. Supe con dolor que las manifestaciones y protestas de los últimos días han provocado una reacción dura, que ha causado docenas de víctimas. Rezo por los muertos y por los heridos; Estoy cerca de sus familias y de todo el pueblo iraquí, pidiéndole a Dios paz y concordia»

1 de diciembre de 2019.- (Camino Católico)  El mal y el pecado provienen del hecho de que los individuos y los grupos sociales prefieren seguir caminos dictados por intereses egoístas. Lo recordó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus del primer domingo de Adviento. También dijo que “velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir”.

A la hora del Ángelus del primer domingo de Adviento – y tras haber celebrado anteriormente en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana la Santa Misa por la paz para la Comunidad Católica Congoleña que reside en Roma e Italia – el Santo Padre comenzó recordando a los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro que el nuevo año litúrgico que hoy comienza nos conduce a celebrar la Navidad de Jesús.

Francisco recordó que en la primera lectura propuesta por la liturgia del día Isaías profetiza que al final de los días, estará firme el monte del templo del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas y que hacia él confluirán todas las naciones. Y explicó que “el templo del Señor en Jerusalén se presenta como el punto de convergencia y encuentro de todos los pueblos”. “Después de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesús mismo se reveló como el verdadero templo”.

De manera que – como dijo el Papa – “la maravillosa visión de Isaías es una promesa divina y nos impulsa a asumir una actitud de peregrinación, de camino hacia Cristo, sentido y fin de la historia”. De donde se deduce que “los que tienen hambre y sed de justicia sólo pueden encontrarla recorriendo los caminos del Señor, mientras que el mal y el pecado provienen del hecho de que los individuos y los grupos sociales prefieren seguir caminos dictados por intereses egoístas, que causan conflictos y guerras”.

Tras recordar que el Adviento es el tiempo propicio para acoger la venida de Jesús, que viene como mensajero de paz para indicarnos los caminos de Dios, el Santo Padre Francisco afirmó que en el Evangelio de hoy, “Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida”. Y dijo que “velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir”. Por esta razón añadió:

“El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de instaurar relaciones genuinamente humanas, de hacerse cargo del hermano solo, abandonado o enfermo”.

Hacia el final de su reflexión Francisco afirmó que “la espera de Jesús que viene debe traducirse, por lo tanto, en un compromiso de vigilancia”. Vigilancia que también significa “estar atentos a nuestro prójimo en dificultad, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros”. Y concluyó invocando a María, “la Virgen vigilante y Madre de la esperanza”, a fin de que “nos guíe en este camino, ayudándonos a dirigir nuestra mirada hacia la montaña del Señor, imagen de Jesucristo, que atrae a todos los hombres y a todos los pueblos hacia sí”.

Después de rezar el Ángelus del primer domingo de Adviento, el Santo Padre manifestó a los fieles que sigue “con preocupación la situación en Iraq”. Y se refirió “con dolor” a las noticias sobre las protestas de los últimos días que han recibido una dura reacción y que ha causado docenas de víctimas. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, primer domingo del tiempo de Adviento, comienza el nuevo año litúrgico. En estas cuatro semanas de Adviento, la liturgia nos lleva a celebrar la Navidad de Jesús, al tiempo que nos recuerda que Él viene a nuestra vida cada día, y regresará gloriosamente al final de los tiempos. Esta certeza nos lleva a mirar al futuro con confianza, como el profeta Isaías nos invita a hacer, que con su voz inspirada acompaña todo el camino del Adviento.

En la primera lectura de hoy, Isaías profetiza que “al final de los días, estará firme el monte del templo del Señor en la cumbre de las montañas más elevado que las colinas; hacia el confluirán todas las naciones”. (2,2). El templo del Señor en Jerusalén se presenta como punto de convergencia, como punto de encuentro de todos los pueblos. Después de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesús mismo se reveló como el verdadero templo. Por lo tanto, la maravillosa visión de Isaías es una promesa divina y nos impulsa a asumir una actitud de peregrinación, de camino hacia Cristo, sentido y fin de la historia. Los que tienen hambre y sed de justicia sólo pueden encontrarla recorriendo los caminos del Señor; mientras que el mal y el pecado provienen del hecho de que los individuos y los grupos sociales prefieren seguir caminos dictados por intereses egoístas, que causan conflictos y guerras. El Adviento es tiempo favorable para acoger la venida de Jesús, que viene como mensajero de paz para mostrarnos los caminos del Señor.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida: “Velen, pues, porque no saben en qué día vendrá el Señor” (Mt 24, 42). Velar no significa tener materialmente los ojos abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto al don y al servicio, esto es velar. El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de establecer relaciones genuinamente humanas, por la incapacidad de hacerse cargo del hermano solo, abandonado o enfermo. La espera de Jesús que viene debe traducirse, por tanto, en un compromiso de vigilancia. Se trata, en primer lugar, de maravillarse ante la acción de Dios, ante sus sorpresas, y de darle a Él la primacía. La vigilancia significa también, concretamente, estar atentos a nuestro prójimo en dificultades, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar a que él o ella nos pida ayuda, sino aprender a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros.

Que María, la Virgen vigilante y Madre de la esperanza, nos guíe en este camino, ayudándonos a dirigir nuestra mirada hacia la  “montaña del Señor”, imagen de Jesucristo, que atrae hacia sí a todos los a los hombres y a todos los pueblos.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Sigo con preocupación la situación en Iraq. Supe con dolor que las manifestaciones y protestas de los últimos días han provocado una reacción dura, que ha causado docenas de víctimas. Rezo por los muertos y por los heridos; Estoy cerca de sus familias y de todo el pueblo iraquí, pidiéndole a Dios paz y concordia.

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha instituido un nuevo Organismo consultivo internacional de asesoramiento para la juventud formado por veinte jóvenes de diferentes proveniencias geográficas y eclesiales. Esta es una respuesta concreta a la solicitud del Sínodo dedicado a los jóvenes el año pasado (ver Fin., 123). La tarea de este organismo es ayudar a comprender la visión de los jóvenes sobre las prioridades del Ministerio de la Juventud y otros temas de interés más general. Recemos por esto.

¡Los saludo a todos, romanos y peregrinos de diferentes países! Especialmente a los fieles polacos y el coro de niños de Bucarest.

Saludo a los grupos de Giulianova Lido, Nettuno y Jesi; así como los peregrinos de Cavarzere con el coro “Serafin” y la asociación rumana en Italia.

Esta tarde iré a Greccio, lugar donde San Francisco hizo el primer pesebre. Allí, firmaré una carta sobre el significado y el valor del pesebre. El pesebre es un signo simple y maravilloso de la fe cristiana. Es una carta breve que puede hacer bien para preparar la Navidad. Acompáñenme con la oración en este viaje.

Os deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

Papa Francisco en Greccio: «En el pesebre se manifiesta que Dios nos ama y nunca nos deja solos, nos acompaña con su presencia escondida pero no invisible»

El Papa en homilía en la Misa del 1er. Domingo de Adviento, 1-12-19: «El consumismo te hace creer que la vida solo depende de lo que tienes, y así te olvidas de Dios y de los que te rodean»

Santa Misa del 1er. Domingo de Adviento a Comunidad Congoleña presidida por el Papa Francisco, 1-12-19

Texto completo de la Carta Apostólica «Admirabile signum» firmada por el Papa Francisco alentando la tradición de poner belenes en todo lugar

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