Priska Surantono, a los 18 años, en la Meca: «Recé a Dios: ‘si este es mi camino, fortalece mi fe’. Oí una voz diciendo: ‘ven a Mí, eres mi niña’ y me he bautizado católica»

* «En el camino de vuelta a casa, a Indonesia, seguí pensando en esas palabras. En el Islam nunca comparamos nuestra relación con Dios como la de un padre y un hijo, mientras que en el cristianismo todos somos hijos de Dios. En ese momento entendí que ya no podía negar lo que estaba sintiendo. Empecé a ir a la eucaristía y había encontrado una conexión santa y sagrada con Dios en misa, y Su presencia no era como nada que hubiera sentido antes. «Me enganchó más y más y supe que quería mantener esa sensación. Era una llamada para pedir más…Es un nuevo inicio para mí. Quiero seguir fortaleciendo mi fe católica. Quiero dar más tiempo y más espacio a Dios en mi corazón. Vine a la Iglesia porque lo necesitaba, por mi alma y por Él. Voy a la iglesia por Dios, no solo por mí»

A.L.M. / Camino Católico.– El viaje espiritual de cinco años de Priska Surantono, de 23 años, hacia el catolicismo comenzó en el lugar más inesperado: La Meca. En julio de 2019 realizó la peregrinación islámica a Arabia Saudita, llamada como Umra, que cada musulmán debe hacer al menos una vez en la vida.

Priska, a los 18 años, en julio de 2019, fue a la Meca en actitud de búsqueda: “En mi época como musulmana no estaba conectada del todo con Dios; casi era una rutina o esquema, algo que hacía porque sí”, explica en el Catholic Weekly de Australia.

“Allí me arrodillé pidiéndole a Dios que me mostrara el camino. Recé: ‘si este es mi camino, si pertenezco a esto, por favor, fortalece mi fe.  Entonces oí una voz diciendo: ‘ven a Mí, eres mi niña’. Y miré alrededor, buscando quien me hablaba, y no encontré a nadie”, asegura Priska.

“En el camino de vuelta a casa, a Indonesia, seguí pensando en esas palabras. En el Islam nunca comparamos nuestra relación con Dios como la de un padre y un hijo, mientras que en el cristianismo todos somos hijos de Dios. En ese momento entendí que ya no podía negar lo que estaba sintiendo”.

En Indonesia, Priska empezó a acudir a la misa católica: «Había encontrado una conexión santa y sagrada con Dios en misa, y Su presencia no era como nada que hubiera sentido antes. «Me enganchó más y más y supe que quería mantener esa sensación. Era una llamada para pedir más». La madre de Priska se educó en una familia «protestante estricta», pero se hizo musulmana al casarse con un musulmán. Luego se divorciaron, cuando Priska era una niña. Con 19 años consiguió decir a su madre que estaba yendo a misas católicas. A ella no le gustó. Ni a su familia materna, protestante. 

«Mis tíos y tías insistieron en que mejor me convirtiera al protestantismo. Dos de mis tías, clérigas en su iglesia, intentaron decirme que era un proceso mucho más fácil que hacerme católica. Les dije que no se trataba de hacer lo fácil. No quería lo más cómodo o conveniente, quería el proceso adecuado hasta que me mereciera entrar con Dios. No me importaba si eso significaba que no me consideraran ya parte de la familia. Aunque tuvieran opiniones distintas, el apoyo de mi madre y mi hermana era todo lo que yo necesitaba. Aunque no apoyan del todo mi decisión, creo que mi familia y yo tenemos un buen trato ahora».

Vigilia Pascual 2024 en Sídney en el momento en que los padrinos imponen las manos sobre los adultos que van a ser bautizados  – Foto de Alphonsus Fok en Catholic Weekly

Como estudiante en la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Kensington, Australia, buscó en Internet el catecumenado para adultos y se integró en la comunidad de católicos indonesios, que se reúnen en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario  de la ciudad.

«No todo fue sol y arcoíris, tuve que ser perseverante en mi decisión. La misa era un paso emocionante hacia la conversión, algo que afirmaba mi fe», explicaba tras el rito de elección de catecúmenos, esperando con deseo la Pascua. También comentaba que hablando con otros conversos supo de historias similares (varios vienen de la comunidad china, de familias budistas, taoístas o sin religión). «Nos podemos inspirar unos a otros para mantenernos fieles», señala. Considera que su comunidad católica ahora le es imprescindible.

«La razón de este viaje es que me di cuenta de que Dios está ahí para mí, buscándome, esperando que yo le busque», explica.

¿Y aquella sensación de deseo, de estar cerca de Dios, con la que todo empezó? «Tras todo este tiempo, aún siento lo mismo, no ha cambiado. Aún recuerdo cuánto deseaba llegar a este punto cuando empecé, y ahora ya estoy aquí», añade. «Es un nuevo inicio para mí. Quiero seguir fortaleciendo mi fe católica. Quiero dar más tiempo y más espacio a Dios en mi corazón. Vine a la Iglesia porque lo necesitaba, por mi alma y por Él. Voy a la iglesia por Dios, no solo por mí», añade.

En la diócesis de Sídney este año se bautizan o se reciben como nuevos católicos adultos 267 personas y se les recibe en plena comunión en la Iglesia.


Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada: https://whatsapp.com/channel/0029VaALj3W8KMqnAzY1r00O


Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad