Sebastián del Valle ante el Papa en Asís: «Delinquí, me encarcelaron, viví en la calle, me confesé durante más de tres horas y sé que Jesús está vivo y me ha salvado»

* «Cada vez estaba más enamorado de Cristo. Dios me cuida. Hasta entonces pensaba que todo tenía un precio. Nunca jamás pensé que algo tan grande fuera gratuito. Tuve que mendigar para vivir pero ahora soy un mendigo de la misericordia de Dios. Cristo ha resucitado»

Camino Católico.- Sebastián del Valle ha testimoniado ante el Papa Francisco su largo camino de dificultades hasta encontrarse con Cristo y ser sanado de sus profundas heridas como consecuencia de lo vivido. Lo ha hecho el viernes 12 de noviembre en el encuentro de oración y testimonio en Asís de la Jornada Mundial de los Pobres, celebrado en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, donde se encuentra La Porciúncula, una pequeña capilla en donde, San Francisco de Asís recibió su vocación en el año 1208. Sebastián ha contado que nació en Palma de Mallorca, que  actualmente vive en Toledo y  que de pequeño creció en una familia católica y él tenía mucha devoción al Rosario. Luego, se alejó de Dios y cometió algunos delitos por lo que estuvo en la cárcel. Tras salir de prisión se quedó solo, sin empleo  trabajaba en una feria, y se quedó sin nada durante la pandemia. y varias semanas vivió en la calle hasta que un párroco de un pueblo de Toledo lo recibió en un centro de Cáritas durante el confinamiento. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha el testimonio completo de Sebastián del Valle.

Tanto el abuelo como el tío de Sebastián pertenecían a la legión extranjera, por lo que decidió aprender artes marciales y tratar de formar parte del estamento militar. Aquella experiencia lo convirtió en un verdadero ogro.

Sebastián del Valle explicó su testimonio emocionado y entre lagrimas

“Dejé la inocencia de un niño y empecé a creerme superior. Comencé a ser violento y meterme en líos y en la violencia. Por eso, la gente de mi barrio que se dedicaba a la droga se fijaron en mí. Era ya uno de ellos. Abandoné los estudios con quince años y comencé a consumir drogas. Vi que podía conseguir dinero de forma rápida y pagar mis fiestas, coches de alta gama, tener mujeres… Sin darme cuenta me iba haciendo cada vez más daño y a mis seres queridos. Era distinto. No me conocía a mí mismo”, cuenta Sebastián entre lágrimas al recordar aquello.

Incluso cometió algunos delitos que le llevaron a prisión. No podrá olvidar el primer día entre rejas, cuando uno de los presos le arrancó del pecho un Rosario: “Sentía que Dios me abandonaba. Aunque tuve la intención de confesarme, parecía que mis pecados no se podían perdonar por haber hecho mucho daño”.

Tras abandonar la cárcel, trató de hacer borrón y cuenta nueva. Peo la cabra tira al monte y volvió a ganar un buen dinero gracias a su trabajo como feriante. Recayó en sus antiguos vicios. Su vida dio un giro de 180 grados cuando llegó la pandemia con toda su crudeza en marzo de 2020. “Me quedé solo sin empleo, en la calle. Dormía en la calle”.

Pero en aquel momento durísimo, un sacerdote de Toledo acudió a su rescate: “Le pedí ayuda y me recibió con una sonrisa. Me miró y me dijo“te voy a ayudar”.

Era párroco de la localidad toledana de Mora. Su nombre es Santiago Conde: “Me llevó al centro de personas sin hogar que Cáritas tiene en Toledo. Me sentí acogido y tenía lo necesario para vivir. Tenía comida y estaba a salvo de la pandemia».

En aquellos meses, una fuerza interior llamaba a Sebastián. Un amigo, al que llama ‘mi ángel’, le invitó a participar en el seminario ‘Vida en el Espíritu’ que cambió su existencia: “La sensación que experimenté fue indescriptible. Durante tres horas me confesé con el sacerdote. Durante los días siguientes, sin saber por qué, me sentía feliz y lo compartía con mis compañeros. Pensaban que me había vuelto loco. Cada vez estaba más enamorado de Cristo. Dios me cuida. Hasta entonces pensaba que todo tenía un precio”.

“Nunca jamás pensé que algo tan grande fuera gratuito. Supe que Jesús estaba vivo y me había salvado. Tuve que mendigar para vivir pero ahora soy un mendigo de la misericordia de Dios. Cristo ha resucitado”, manifestaba Sebastián ante la atenta mirada del Papa Francisco.

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