David Henrie, actor de «Los magos de Waverly Place», vuelve a la fe rodando la última película de Verástegui

«Los productores de Little Boy cambiaron mi vida, ayudándome a encontrar un bien mayor y a despertar al niño que hay en mi corazón, haciéndome volver a mi fe, devolviéndome mis creencias… Eso ha cambiado completamente mi vida»

13 de marzo de 2015.- (Carmelo López-Arias / Religión en Libertad  Camino Católico)  Los magos de Waverly Place, producción original de Disney Channel para la televisión, se estrenó en 2007 y supuso el lanzamiento como estrella internacional no sólo de la actriz y cantante Selena Gómez (Alex Russo en la serie), sino también de David Henrie en el papel de Justin, el mayor de los hermanos Russo: una peculiar familia de aprendices de magos cuyas historias merecieron varios premios Emmy.

A la espera del estreno de Little Boy

El segundo gran papel de David, que tiene ahora 25 años, es sin duda el que ha interpretado a las órdenes de Alejandro Monteverde (Bella) en Little Boy, una producción en la que participa Eduardo Verástegui y que se estrenará el próximo 24 de abril en Estados Unidos. Henrie hace el papel del hermano mayor del protagonista, un niño de siete años que tiene una relación muy especial con su padre, que ha sido movilizado durante la Segunda Guerra Mundial, y hará todo cuanto esté en su mano para que regrese a casa.

En Little Boy la fe adquiere un papel muy relevante, porque el pequeño pone en práctica la advertencia evangélica de que, cuando es auténtica, mueve montañas. En su papel de hermano mayor del niño,  Henrie es muy escéptico ante dicha fe… y esa era también su postura personal, a pesar de que fue educado como católico en una familia de origen italiano y fuertemente cristiana.

Fue precisamente durante el rodaje de Little Boy cuando David (quien ha participado junto a Verástegui en diversas iniciativas provida) se replanteó las cosas. Durante un pase de prensa de la película en Nueva York el pasado 26 de febrero, lo confesó así a los medios, según refiere Breathcast: «Los productores de Little Boy cambiaron mi vida, ayudándome a encontrar un bien mayor y a despertar al niño que hay en mi corazón, haciéndome volver a mi fe, devolviéndome mis creenciasEso ha cambiado completamente mi vida».

«Por favor, méteme en este proyecto»

David dijo que, cuando leyó el guión, se metió en una cafetería y se puso a llorar. Luego llamó a su gente y le dijo: «Es el mejor guión que he leído nunca. Por favor, méteme en este proyecto». «Yo no sabía que había cristianos detrás de esta idea», añadió, visiblemente emocionado, en referencia a Monteverde, Verástegui o los productores de La Biblia e Hijo de Dios, Mark Burnett y Roma Downey, «pero siempre estaré agradecido a Little Boy porque fue la película que salvó mi vida, que antes de esta interpretación se encontraba en una fase de agnosticismo».

Desde el punto de vista profesional, para él supuso un importante cambio de registro, al estar acostumbrado a papeles de comedia de situación y de joven simpático y descerebrado. En esta película debía sacar a la luz su mejor veta dramática, preparada para emociones fuertes.

Una prueba de la verdadera fe: amar a los enemigos

El niño protagonista del film, Jakob Salvati, por su parte, es hijo de un pastor protestante y, como cuenta Christian Post, también ha habido relación entre su vida y su papel en Little Boy: «He escuchado a los predicadores en la iglesia que puedes mover montañas sólo con la fe de un grano de mostaza, y en la película, en vez de mover montañas, intento acabar con la guerra», dijo el pequeño en una convención de productores cristianos en Nashville (Tennessee) a finales de febrero.

En la película, su personaje, Pepper Flynt Busbee, es católico, y cuando el párroco descubra lo enorme que es su fe y para qué quiere utilizarla, le pedirá una prueba de ella mediante el precepto cristiano del amor a los enemigos, haciéndose amigo del único japonés del pueblo, Hashimoto.

«A Hashimoto todos le odian»,explica Eduardo Verástegui al comentar la película, «incluyendo el niño, porque ve en él la razón por la que su padre está en la guerra. Pero el sacerdote le dice: ´Tu fe no puede actuar si tienes odio en tu corazón. Hazte su amigo´. En otras palabras, si quieres ser perfecto, ama a tus enemigos».

Ése es, en última instancia, el mensaje de la película, explica David Henrie, condensándolo en un interrogante a modo de reflexión: «¿En qué pones tu fe? ¿Pones tu fe en ti mismo o en algo más grande que tú?».

 

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