El padre Carlos Martins era ateo antes de convertirse en «el apóstol de las reliquias»

Recorre el mundo con sus tesoros y garantiza una promesa por la que nadie le ha pedido nunca la «hoja de reclamaciones»

12 de julio de 2012.- (Religión en Libertad / Camino CatólicoEl padre Carlos Martins, de 37 años, forma parte de los Compañeros de la Cruz, una congregación muy joven, de corte carismático, que cumple ahora el cuarto de siglo y está constituida en torno a la misa y la eucaristía. Pero lo último que pensaba el padre Martins hace no demasiados años es que iba a ser sacerdote y a recorrer Norteamerica predicando la devoción a las sagradas reliquias.

«Crecí en una familia nominalmente católica. Ni siquiera íbamos a la iglesia. Y la escuela católica a la que asistí sólo lo era también en el nombre»,explica a Catholic News Agency. A medida que fue creciendo, se fue convirtiendo en un «ateo práctico» que al llegar a la vida adulta lo era también desde el punto de vista «intelectual»: «Era imposible que Dios existiese, estando el mundo como está».

Y así llegó a la universidad, donde todo cambió. Conoció a un grupo de «católicos muy comprometidos» que le hicieron cuestionar su ateísmo, y llegó a un profundo encuentro con Cristo mediante la adoración eucarística. El resto vino con la vocación, los años de seminario, la ordenación sacerdotal, y ahora el ministerio de dar a conocer los tesoros de la Iglesia.

En particular, hace giras por Canadá, Estados Unidos y México llevando a los fieles reliquias, entre otros, de Santa María Goretti, Santa Teresita del Niño Jesús, San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino y Santa Faustina Kowalska. Aunque las mejor recibidas siempre son un lignum crucis (madera de la cruz de Cristo) y un pequeño trozo del velo de la Santísima Virgen.

Un rato de oración siempre productivo

Primero explica a los asistentes, congregados en alguna iglesia diocesana, el origen de las reliquias y la razón para venerarlas. Y sigue un rato de oración ante ellas. «No tengo un museo portátil», aclara, «sino un ministerio de evangelización y sanación». Durante el tiempo que los fieles rezan ante los objetos sagrados, él les promete sólo una cosa: que si abren su corazón, tendrán la experiencia de Dios y de la comunión de los santos en una forma nueva y profunda.

Y así es, porque la gente no se limita a «mirar y dar vueltas» en torno a las reliquias: «Tienen un encuentro con esos héroes de la fe y el deseo de relacionarse con ellos. Yo les garantizo que va a haber un santo, uno de los que tienen sus reliquias presentes, que contactará con ellos de alguna forma personal… y ellos tienen que hallar cuál es ese santo. En todos estos años, nadie me ha venido con la hoja de reclamaciones», afirma el padre Martins con un toque de humor.

«Desde que me convertí, mi interacción con los santos fue siempre muy personal. De una manera habitual y profunda, podía intuir que santos muy concretos querían mi amistad. Y eso es lo que le garantizo a la gente que les va a pasar a ellos también»,dice.

Lo mejor, las curaciones del alma

Y les pasa: «La gente viene a una exposición de reliquias por todo tipo de razones diferentes, que incluyen el interés histórico o la mera curiosidad. Pero yo lo que les prometo públicamente es que en la exposición encontrarán al Dios vivo. De los cientos de miles de personas que han venido, ninguna ha hecho una reclamación al respecto», bromea.

Al revés: «Tengo miles de historias de cánceres, enfermedades del corazón, osteoporosis, etc., que desaparecen. Pero lo más apasionante de este ministerio es más bien la sanación del alma», dice en relación a las conversiones que también se producen por esta vía.

«Puedes ir al cielo con un cáncer de pulmón. Puedes ir al cielo con una patología cardiaca. Pero no puedes ir al cielo si en tu corazón no hay perdón. No puedes ir al cielo si rechazas los sacramentos y vivir tu identidad católica. No puedes. Así que cuando contribuyo a que Dios penetre en el corazón del hombre, me siento lleno de fuerza y satisfacción»,concluye el padre Martins.

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