Juan Manuel Franco cuando tenía 15 meses iba a morir, sus padres rezaron al Cardenal Pironio, que será beato porque el niño se recuperó y el Papa Francisco ha aprobado el milagro

«Siempre el pronóstico era muy grave, había que hacerle un análisis de sangre y cuando se llevan las muestras se encuentran con que en la sangre no tenía nada Juan Manuel, que no necesitaba ninguna medicación. Después empezó a responder y sin ninguna secuela de todo lo que nos habían dicho, fue saliendo y a los poquitos días ya estábamos en casa como si nada hubiera pasado», asegura Laura Carozza, madre de Juan Manuel

A.L.M. / Camino Católico.  El cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998), artífice de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y considerado “papable” en 1978, será beatificado El Papa Francisco Franciscoque lo conoció bien e impulsó su causa, ha aprobado el miércoles, 8 de noviembre de 2023, el milagro atribuido a su intercesión con la promulgación del correspondiente decreto del Dicasterio para las Causas de los Santos. Se trata de la curación milagrosa de Juan Manuel Franco, un niño de 15 meses de Mar del Plata -ciudad en la que fue obispo Pironio-, intoxicado por la inhalación de la purpurina utilizada por su madre para trabajos de restauración. El niño la había aspirado e ingerido involuntariamente, lo que le había causado un síndrome de angustia respiratoria aguda (SDS),  fue llevado urgentemente al hospital en condiciones «graves», pronto transferido a Cuidados Intensivos en estado de coma. Para los médicos estaba a punto de morir.

Era el 2 de diciembre de 2006 y al día siguiente se hacía en Mar del Plata la marcha de la esperanza, que el Cardenal Pironio había promovido cuando era obispo de esa ciudad, entre 1972 y 1975. La marcha, encabezada por una imagen de Nuestra Señora de Luján, hizo una parada frente al hospital materno infantil donde estaba internado el pequeño.

Juan Manuel Franco, actualmente tiene 17 años y sus padres Laura Carozza y Mariano Franco, son docentes en escuelas católicas de Mar del Plata. En 2017 contaron a Radio María como se sucedieron los hechos.

Laura Carozza y Mariano Franco con la estampa del Cardenal Pironio

Laura, la mamá, recuerda que “hubo mucha gente rezando por Juan Manuel en la marcha y también nuestra comunidad de San Antonio. El Padre Silvano, me entregó una estampa del Cardenal Pironio y nos pidió que le rezáramos y que le diéramos la posibilidad de hacer un milagro para que pudiera ser beatificado. Los días siguientes leímos su oración y ahí estaba su historia que fue lo que nos impactó y lo que hizo que rezáramos con mucha fe y le pedimos la intercesión de Juan Manuel”.

Además asevera que “siempre el pronóstico era muy grave, había que hacerle un análisis de sangre y cuando se llevan las muestras se encuentran con que en la sangre no tenía nada Juan Manuel, que no necesitaba ninguna medicación. Después empezó a responder y sin ninguna secuela de todo lo que nos habían dicho, fue saliendo y a los poquitos días ya estábamos en casa como si nada hubiera pasado”.

La madre también había invitado a otras personas a unirse a la solicitud. Dos días después ya se notaron las primeras mejoras. Cinco días después, el niño estaba reactivo, lúcido, con respiración espontánea. El 13 de diciembre fue dado de alta del hospital. Se ha identificado «el nexo causal entre la invocación y la curación rápida, completa y duradera, no explicable científicamente», dice la resolución de aprobación del milagro.

20 años de proceso para la beatificación

El proceso de beatificación de Pironio fue impulsado en 2003, cuando se cumplieron cinco años de su fallecimiento. El 11 de marzo de 2016 fue clausurada la fase diocesana de su causa. El cardenal vicario de Roma, el italiano Agostino Vallini, presidió en aquella oportunidad la sesión de cierre, en la que se comenzó a analizar la prueba recopilada.

Entre quienes aportaron su testimonio sobre la santidad de Pironio se encuentra el mismo Papa Francisco, que lo conoció bien y que siendo arzobispo de Buenos Aires impulsó esta causa, según recordó entonces en su día  monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús. Malfa, que fue secretario de Pironio cuando éste fue obispo de Mar del Plata, también dio su testimonio.

El siguiente paso tuvo lugar en 2022. El Vaticano publicó el decreto que reconoció sus “virtudes heroicas” por parte de la Congregación para las Causas de los Santos, que dirige el cardenal italiano Marcelo Semeraro, quien hoy fue recibido en audiencia por el Papa para la promulgación del decreto que certificó la existencia de un milagro por su intercesión.

Juan Manuel Franco, en una foto de archivo, luego de recuperarse, en brazos de su madre Laura Carozza, junto a su padre Mariano Franco

La ceremonia de beatificación en Lujan

Según ha trascendido, la ceremonia de beatificación se hará en Luján antes de fin de año y por parte de la Santa Sede participará el cardenal español Fernando Vérgez Álzaga, que durante 23 años fue secretario personal de Pironio, que es presidente tanto de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, como del Governatorato.

Hombre de confianza del Papa, en un homenaje a Pironio que hubo en 2018, Vergés destacó la entereza con la que el futuro beato enfrentó su hora final. “El cardenal aceptó la enfermedad, pero no en forma pasiva: luchó contra ella, se preguntaba por qué y su conclusión era siempre la misma: la oración aprendida en friulano, que decía ‘El Señor sabe lo que hace, si el Señor quiere que sea así, la Virgen está contenta, sigamos adelante’. No es resignación, sino esperanza cristiana”, contó Vérgez Alzaga. “Pese a los fuertes dolores, pidió que no se permitiera la suministración de morfina si no era estrictamente necesario. Nunca sentí que se quejara, sino que se rindió totalmente en manos del Señor”.

El cardenal Pironio falleció en 1998 pero será beato por el milagro obrado en 2006

La vida del Cardenal Pironio

Muchos lo conocían como el «amigo de Dios», como lo definió el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio. Para todos fue quien sostuvo y luego realizó las Jornadas mundiales de la juventud, cumpliendo un profundo deseo de Juan Pablo II.

Entre los participantes en el Concilio Vaticano II como «experto», durante mucho tiempo profesor, luego estrecho colaborador de Wojtyla que lo quiso como presidente del entonces Pontificio Consejo para los Laicos, Pironio, nacido en 9 de Julio (Argentina) en 1920, ordenado sacerdote en 1943, fue una figura muy querida en su Argentina, en la Curia romana, en el mundo. Los que lo conocieron definieron la capacidad de hacer que todos se sintieran amados. Un fruto, probablemente, de esa fe que – dijo Juan Pablo II en la homilía de las exequias – el futuro beato había aprendido «sobre las rodillas de su madre». Una fe, pues, «transmitida en dialecto», usando una típica expresión del Papa Francisco.

Juan XXIII con Eduardo Pironio y su característica sonrisa. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)

Precisamente Jorge Mario Bergoglio, entonces provincial de los jesuitas, conoció personalmente a Pironio como obispo auxiliar de Mar del Plata (1964-1972). El arzobispo de Buenos Aires participó también en el V Encuentro nacional de sacerdotes organizado por la Conferencia episcopal argentina centrado en el testimonio sacerdotal del purpurado, en el décimo aniversario de su desaparición. Y en una entrevista posterior dijo de Pironio: «Cuando hablabas con él siempre te daba la sensación de que se sentía el peor hombre del mundo, el peor pecador. Te abría un panorama de santidad desde su profunda humildad. Te abría horizontes, experimentabas que nunca cerraba las puertas a nadie, incluso a la gente que él sabía que no lo entendía».

El cardenal Eduardo Pironio junto al Papa Juan Pablo II

Con la «gente», Pironio tuvo que tratar desde siempre en Argentina como docente, rector, vicario. En 1975 fue nombrado pro-prefecto de la Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares. Al año siguiente recibió la púrpura. En 1984 fue nombrado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, cargo que mantuvo hasta 1996. Años más tarde, él mismo relató sus sentimientos al asumir ese cargo: «En ese momento me parecía, como a muchos, haber sido relegado a un cargo de serie B. En cambio, descubrí que los laicos forman la mayoría del pueblo de Dios». «En este Consejo pontificio – decía – he podido trabajar para que los grandes movimientos eclesiales, que son un verdadero don de Dios y una gracia del Espíritu Santo, puedan integrarse armoniosamente y sentirse acogidos en la vida de las Iglesias locales. Me alegra terminar allí mi servicio a la Iglesia: un trabajo en contacto con los laicos, como cuando comencé mi ministerio hace muchos años».

Como jefe de dicasterio, desarrolló la idea del Papa de una gran reunión que involucraría a niños y niñas de todo el mundo. Una pequeña idea que se desarrolló con el tiempo hasta convertirse en uno de los eventos más grandes de la Iglesia católica: la Jornada Mundial de la Juventud. El inicio del servicio en la Curia correspondió para Pironio también al descubrimiento de un cáncer de próstata que lo llevó, con no pocos sufrimientos, a la muerte en Roma el 5 de febrero de 1998. El cuerpo fue trasladado a Argentina, al santuario mariano de Luján, en el mismo lugar donde recibió el Bautismo y la ordenación episcopal.


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