Cecilia Flores estuvo en coma durante nueve días, su esposo rezó al beato Óscar Arnulfo Romero, que obró el milagro que lo hace santo

* «Sentía que estaba muriendo, tenía un dolor insoportable. Pasé en coma desde el 31 de agosto hasta el 8 de septiembre, no supe nada de lo que sucedió»

* Alejandro Rivas, su esposo, Alejandro Rivas, su marido asegura que «yo vi la lucha continua de los médicos». Tras conocer el diagnóstico y dejando a Cecilia Flores en estado muy crítico en el hospital, se marchó a su casa rumiando las palabras de los médicos que no le daban muchas esperanzas de vida a su mujer. En la madrugada del 5 de septiembre, Rivas tomó una Biblia y de ella cayó una estampa de Romero con una oración para pedir su intercesión por un milagro. Le rezó y le pidió por la salud y vida de su esposa. Y asevera: «El 4 de septiembre el doctor me dice que ella se está muriendo, y el 14 de septiembre ella sale caminando del hospital… ¿Qué es esto si no un milagro? No tiene otra explicación»

CaminoCatólico.com.- Cecilia Flores sobrevivió por razones científicamente inexplicables a un síndrome que la tuvo a un paso de muerte, y que el Papa Francisco y la Iglesia católica ha aprobado como un milagro atribuido a monseñor Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo salvadoreño que será canonizado este domingo 14 de octubre de 2018.

Ama de casa sencilla y de semblante alegre, esta salvadoreña de 36 años, madre de dos niños y una niña es una católica muy devota y forma parte de una comunidad neocatecumenal en la Iglesia junto a su esposo, Alejandro Rivas. En enero de 2015, Flores se enteró de que estaba embarazada, una noticia que la alegró pero al mismo tiempo le causó preocupación.

De seis embarazos previos, cuatro habían terminaron en pérdidas y los médicos le habían advertido que no tuviera más hijos porque ponía en peligro su vida. De los otros dos embarazos nacieron sus hijos Emiliano, actualmente de 13 años, y Rebeca, de cinco.

Fue un embarazo de alto riesgo que requirió constante vigilancia médica. El 27 de agosto su esposo la llevó al hospital de Maternidad 1 de Mayo, en San Salvador.

Debido a que sufría de presión alta, fue sometida a una cesárea de emergencia y en los primeros minutos del 28 de agosto nació su tercer hijo, Luis Carlos, que ahora tiene tres años, informa LaFm.

Cecilia Flores con su esposo Alejandro Rivas al llegar a Roma para la canonización de Monseñor Romero. Junto a ellos sus tres hijos: Luis Carlos de 3 años, que nació días antes que sucediera el milagro, Rebeca de 5 años y Emiliano de 13 años. Precisamente, como se aprecia en la imagen, Emiliano llegó a Roma con el sueño de entregarle al Papa un cuadro con el rostro del beato salvadoreño enviado por la institución en la que estudia

El suplicio 

«Nace el niño, nace bien, en perfectas condiciones, ni siquiera estuvo en incubadora, fue un niño sano», cuenta Cecilia Flores a. «Pero yo, al estar en recuperación, me comencé a sentir inflamada. Me mandaron a una sala de cuidados intensivos del hospital 1 de Mayo pues iba empeorando».

Esa situación marcó el inicio de un suplicio para ella y su familia.

La mujer, cuya salud empeoraba cada día, fue trasladada a un hospital más especializado donde fue sometida a estudios clínicos para determinar la causa de la severa inflamación de su cuerpo.

«Sentía que estaba muriendo, tenía un dolor insoportable«, recuerda Flores, que comenzaba a presentar fallas renales y pulmonares, por los cuales los médicos decidieron inducirle un coma.

«Pasé en coma desde el 31 de agosto hasta el 8 de septiembre, no supe nada de lo que sucedió», agregó.

Con Cecilia en coma, la preocupación invadió a Alejandro Rivas, su marido: «Yo vi la lucha continua de los médicos».

Luego de varios exámenes médicos, fue diagnosticada con el Síndrome de HELLP, una rara afección que puede ser mortal.

«Ese síndrome fulminante de HELLP es un grupo de síntomas que se presenta en las mujeres embarazadas, algunas veces se manifiesta en la semana posterior al nacimiento del bebé y entre las complicaciones se encuentran edema pulmonar, insuficiencia renal, insuficiencia y hemorragia del hígado», señaló monseñor Rafael Urrutia, canciller de la Iglesia católica salvadoreña.

Cecilia Flores muestra una imagen de cuando estuvo ingresada en el hospital y Monseñor Romero obró el milagro

Orar por un milagro 

Tras conocer el diagnóstico y dejando a Flores en estado muy crítico en el hospital, el esposo se marchó a su casa rumiando las palabras de los médicos que no le daban muchas esperanzas de vida a su mujer.

En la madrugada del 5 de septiembre, Rivas tomó una Biblia y de ella cayó una estampa de Romero con una oración para pedir su intercesión por un milagro. Le rezó y le pidió por la salud y vida de su esposa.

Algo sucedió desde ese día: Cecilia comenzó a recuperarse y fue sacada del coma.

«El 4 de septiembre el doctor me dice que ella se está muriendo, y el 14 de septiembre ella sale caminando del hospital... ¿Qué es esto si no un milagro? No tiene otra explicación», asegura Rivas.

Según Urrutia, el caso de Cecilia Flores fue «muy estudiado» y se llegó a la conclusión de que lo sucedido a la mujer «no tenía una explicación científica» y por tanto «era un milagro».

«Tuvo que obrar una fuerza superior en el caso de Cecilia, no hay más explicación», asegura el doctor Armando Lucha, director del hospital 1 de Mayo y uno de los médicos encargados de revisar el expediente clínico de Flores, de más de 900 páginas, a pedido de la Iglesia.

Cecilia Flores, a quien no le quedaron secuelas del síndrome de HELLP según estudios médicos, irá con su familia al Vaticano para la ceremonia de canonización y a agradecer al santo que le salvó la vida.

Cecilia Flores y su marido en el mausoleo donde reposan los restos del arzobipo Óscar Arnulfo Romero

La vida de san Oscar Arnulfo Romero

Este domingo 14 de octubre,  en la plaza de San Pedro del Vaticano, en el marco del Sínodo de los Jóvenes, el Papa Francisco canonizará a Mons. Óscar Arnulfo Romero junto a Francesco Spinelli, Pablo VI,  Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, P. Vincenzo Romano, María Caterina Kasper y Nunzio Sulprizio.

La imagen de Oscar Arnulfo Romero ya esta colocada en la fachada de la Basílica de San Pedro junto a las de los otros 7 beatos que serán canonizados junto a él

Óscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios, en el este de El Salvador, el 15 de agosto de 1917, día de la Asunción de la Virgen María. Creció en el seno de una familia humilde. Desde pequeño era conocido por su amor a las cosas sencillas y las comunicaciones. En una ocasión, cuando era todavía un niño, asistió a una ordenación sacerdotal que le dejó impactado, y generó en él un deseo profundo de convertirse en sacerdote.

Ese deseo se haría realidad años más tarde, tras estudiar entre 1931 y 1937 en el Seminario Menor de San Miguel de los padres Claretianos y en el Seminario San José de la Montaña con los jesuitas.

En 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, fue enviado a Roma para completar su formación en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 y en agosto de 1943 regresó a El Salvador, donde lo nombraron párroco en Anamorós, en el este del país.

La Oficina de Canonización del Arzobispado de San Salvador afirma que Oscar Arnulfo fue un sacerdote caritativo y entregado, que no aceptaba obsequios que no necesitara.

Fue elegido Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador y luego en el Secretariado Episcopal de América Central. El 25 de abril de 1970 fue nombrado Obispo Auxiliar de San Salvador.

En esta sede empezó a acercarse a la difícil situación política del país, donde gobernaba el Ejército.

Oscar Arnulfo Romero junto al Papa Pablo VI

Mons. Óscar Arnulfo Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador por el Papa Pablo VI el 8 de febrero de 1977. Desde ese momento inició su defensa de los derechos humanos en medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno de extrema derecha.

La persecución, que incluían expulsiones y asesinatos contra sacerdotes y laicos, le llevó a enfrentarse abiertamente con la dictadura, a la que responsabilizó de las muertes. Con sus acciones obtuvo un importante prestigio a nivel internacional. En sus homilías en la catedral y en sus frecuentes visitas a las poblaciones, Mons. Romero no se cansó de denunciar y condenar repetidamente los violentos ataques contra la Iglesia y los salvadoreños.

Esto hizo que fuera blanco de una agobiante campaña en su contra por parte de los sectores poderosos del país, del gobierno y de las organizaciones político-militares de izquierda. En los diarios recibió calumnias, insultos y amenazas de todo tipo. Varios de sus amigos sacerdotes fueron asesinados durante ese tiempo.

Incluso obispos y sacerdotes buscaron manchar su nombre, calumniándolo ante las autoridades de Roma. A pesar de ello, Mons. Romero recibió el apoyo del Papa Pablo VI. Posteriormente también el Papa Juan Pablo II respaldó su posición y le animó a continuar por la senda de la justicia y la pacificación de El Salvador.

Sin embargo, el 24 de marzo de 1980 fue asesinado por un francotirador frente al altar donde celebraba Misa.

El 3 de febrero de 2015 el Papa Francisco reconoció su martirio y fue beatificado el 25 de mayo de ese mismo año por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en San Salvador.

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Fuente:LaFm.
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