Margarita Bauzá, 18 años, tenía novio, buenas notas, pero ha optado por ser monja de clausura: «Dios me ha ido seduciendo y me he enamorado de él»

* «No fue de la noche a la mañana. Desde que sentí la llamada de Dios hasta que entré en el convento ha pasado un año. Y a lo largo de este tiempo, Dios me ha ido hablando, me ha pedido que le entregue mi vida, y yo le he dicho que sí. El amor de Dios hace que cada día sea distinto, nuevo. Por eso, cada vez estoy más enamorada de Él. Dios me llamó aquí, y aquí estoy. Y haciendo la voluntad de Dios es como me siento más feliz»

8 de febrero de 2018.- (Última hora / Camino católico)  Margarita Bauzá Puigserver, nació en Palma, y hasta el 22 de agosto de 2017 residió en Marratxí. Desde esa fecha hasta hoy vive en el convento de Santa Clara, de Palma, donde ha iniciado, como postulante, el camino para ser monja de clausura. Durante la entrevista en el convento la acompaña sor Juana Ana, de Campos, que es monja y lleva 24 años en el monasterio de las clarisas, al que entró a la misma edad que Margarita. Ahora es su maestra.

Margarita tiene 18 años, había aprobado la selectividad con buena nota y su intención era la de ser maestra. Tenía novio, salía de fiesta, se tomaba alguna que otra copa, como todos los jóvenes, y, de la noche a la mañana, lo dejó todo para entregarse de por vida a este monasterio, del que saldrá solo para votar, ir al médico o por algo muy especial. «No fue de la noche a la mañana –matiza Margarita–. Desde que sentí la llamada de Dios hasta que entré en el convento ha pasado un año. Y a lo largo de este tiempo, Dios me ha ido hablando, me ha ido de una manera seduciendo, y yo me he enamorado de él. Y como Él me ha pedido que le entregue mi vida, yo le he dicho que sí».

A pesar de su fe cristiana, la familia de Margarita Bauzá Puigserver nunca pensó que ingresaría en el convento de Santa Clara de Palma como postulante y aspiraría a ser novicia y finalmente monja. Este miércoles su hermano y sus padres recordaban los pasos que han convertido a esta joven de 18 años en la religiosa más joven de Mallorca.

«De pequeña era una niña muy buena, dócil como un ángel»,repasa Margarita Puigserver, la madre de la postulante. «Era un poco traviesa pero muy buena. Sobre todo muy silenciosa. No era una niña que rezara, ni mucho menos, pero si que íbamos todos los domingos a misa y tenía fe», rememora. Sobre su educación, la madre afirma que «en casa, la cultura se ha cuidado mucho. Según qué programas superficiales no se han visto nunca; tampoco videojuegos. Hemos seleccionado la cultura que queríamos que consumieran nuestros hijos», comenta.

«Margarita y yo hemos estado muy unidos desde que éramos pequeños. Hacíamos y hacemos mucha vida de familia. Todo se ha contado siempre en casa»,explica su hermano Juan Bauzá Puigserver, que también sigue sus pasos en el camino de la fe y ha decidido ingresar en el seminario de Palma. Quiere convertirse en sacerdote en los próximos años.

Margarita Puigserver recuerda que «todo empezó en 2016, cuando volvió de Polonia tras participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Tenía la convicción de que Dios le había pedido algo más, dejar el novio y buscar algo que se adaptase a ella. Ese mes estuvo un poco inquieta porque no acababa de dar el paso, y fue su hermano que le propuso ir a ver a las monjas de Santa Clara. Y hasta ahora». La madre cuenta que «desde que está interna venimos a verla cada quince días, entre una hora y una hora y media en el locutorio. La semana que no vengo la llamo por teléfono».

Margarita Bauzá Puigserver explicó con detalle en la entrevista y el video seuperior para Ultima Hora los detalles de su vocación:

—¿A qué ha tenido que renunciar al dar este paso?
—A nada. Porque si lo comparo con lo que me ha dado Dios… ¡como es tanto..! Es que no se puede comparar.

—¿Dónde sintió la llamada de Dios?
—En Cracovia, Polonia, a donde había acudido para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, con el Papa.

—¿Cómo se lo dijo a su novio…?
—Cuando regresé a Palma, quedé con él y le dije que lo dejábamos, sin darle más explicaciones. Estuve un año sin contarle nada. Esto hizo que me sintiera mal, y más viendo que él respetaba mi decisión, sin molestarme ni pedirme nada. Entonces, cuando tomé la decisión de entrar aquí, hablé con él y se lo expliqué. Y la verdad es que le estoy muy agradecida, porque a lo mejor no lo entendió del todo, pero respetó mi decisión.

—¿En el tiempo que está aquí, ha tenido alguna duda, crisis…?
—No, ya que más feliz que aquí no voy a estar en ningún lugar.

—¿Qué les diría a los chicos y chicas de su edad para que la entendieran…?
—Seguramente no me entenderían, porque entender esta vida no es fácil… Pero yo les diría que si Jesús te pide una cosa, como me ha pedido a mí, hay que decirle que sí, pues no encontrarán nada mejor que esto.

—¿Cómo es su día aquí dentro? Una rutina, suponemos…
—Aunque al entrar pude pensar que lo podría ser, no lo es. El amor de Dios hace que cada día sea distinto, nuevo. Por eso, cada vez estoy más enamorada de Él.

—¿Ha vuelto por su casa?
—No, no he vuelto, pues he optado por la vida de clausura, que conlleva no salir de aquí. Pero mi familia me ha visitado.

—¿Cuándo será monja?
—No antes de nueve años… Ahora soy postulante. Si lo supero, que seguro que sí, pasaré a ser novicia, luego entraré en la etapa de juniorado, donde podré hacer votos temporales, y por último ser monja.

—Tiempo más que suficiente para pensárselo, ¿verdad?
—Dios me llamó aquí, y aquí estoy. Y haciendo la voluntad de Dios es como me siento más feliz.

—¿Ven televisión…?
—No, pero nos solemos enterar de las cosas. Algún domingo vemos alguna película religiosa.

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