Pablo Vidal hizo dos carreras y tenía novia: «Ante la hostia consagrada, me sentí mirado y profundamente amado por Cristo y lo dejé todo por gracia para ser sacerdote»

Camino Católico.- “Yo no entiendo esta vocación como la de un médico, en plan: ‘Me hago bombero o me hago cura’. Esto es un enamoramiento, pero en vez de enamorarte de una mujer, casarte con ella y tener hijos, te enamoras de Cristo”, dice Pablo Vidal a  El Mundo, que a sus 27 años ya está en el 6º y último curso del Seminario Conciliar de Madrid. Está, pues, a punto de enfundarse el hábito de sacerdote para el resto de sus días.

“Me encontré con Cristo Pablo Vidal a sus 27 años ya está en el 6º y último curso del Seminario Conciliar de Madrid para ser sacerdoteun 31 de enero de 2016. Ese día, delante de la hostia consagrada, noté que alguien me miraba. Una mesa no te mira, pero yo me sentí mirado por ese aparente trozo de pan. Mirado y profundamente amado. Y eso fue lo que me hizo dejarlo todo. A esto que me sucedió, en cristiano se le llama gracia ”, explica.

Pablo dio un triple mortal hacia la vida espiritual dejando atrás dos carreras -Derecho y Administración y Dirección de Empresas-, alguna que otra novia, esa vida estándar con horario de oficina y el futuro chalé adosado en las afueras.

“La familia tuvo un cierto shock al principio. Todo lo que nosotros vivimos como un proceso, a ellos les cae de golpe, de un día para otro, cuando se lo comunicas. Para unos padres, cuando les sueltas la bomba, hay cierta sensación de que te quitan a tu hijo. Pero el tiempo termina colocando todo en su sitio”.  En Alfa y Omega afirma que «lo que pasa es que los padres trazan el futuro de sus hijos en su cabeza y sus planes, a veces, no coinciden con los nuestros ni con los de Dios», hasta el punto que su madre le dejo de hablar una semana, pero «al verme feliz, se le fue pasando».

La incomprensión en casa no fue el único sufrimiento que Vidal tuvo que afrontar tras su sí al Señor, porque este implicó un no a su novia. «La quería muchísimo. Era la mujer de mi vida y me costó mucho dejarla», asegura. Pero en ninguno de los dos casos Pablo se sintió abandonado por Dios. «Al contrario, fueron dos situaciones muy dolorosas ante las que me sentí sostenido por Él».

Pablo Vidal reconoce que no siempre es fácil. “Ha habido dos momentos en los que he estado a punto de coger una mochila y decir: ‘Me piro de aquí’. Porque petas, porque lo que se te pide te sobrepasa, porque a veces hay tensiones…. Pero recuerdo que el rector, que es el jefazo aquí, me dijo una cosa que me marcó: ‘La madurez de un seminarista no depende de los años que han pasado, sino del número de crisis que ha vivido’”.

El mayor sacrificio al que ha tenido que hacer frente Pablo, “es que dejas de tener las riendas de tu vida, no tienes libertad para elegir las cosas y tus apetencias pasan a segundo plano. Las riendas las tiene Jesucristo el primero. Y después, a través de su Iglesia, el obispo, los formadores…Yo quiero ser un cura normal, tranquilito en mi pequeña parroquia. Paso de ser formador, obispo… ni nada de eso”.

Las sorpresas que Dios da son inesperadas y Pablo comparte con su hermano mayor Santi la vocación, puesto que en 2019 también fue llamado por Cristo a ser sacerdote y los dos conviven en el seminario de Madrid.

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