Segundo día (1): “Eres precioso a mis ojos y yo te amo“

 Descubrirse amado por Dios

            El profeta Oseas dice : "voy a seducirla, voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón". (Os 2, 16)

            El desierto es un lugar que siempre da un poco de miedo. Se está sólo, lejos de las actividades personales, de las seguridades habituales, lejos de los puntos de referencia. Se siente uno desprovisto, empobrecido, como abandonado en el vacío. En esa pobreza es donde Dios se acerca a nosotros para hablarnos.

            El profeta continúa : " Ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto ". Los casados recuerdan mucho tiempo la alegría de los días previos a su matrimonio, después olvidan.

            Recordamos mucho tiempo nuestro primer encuentro con Jesús : éramos tan felices…, después olvidamos.

            Recordamos mucho tiempo la primera semana de asistentes en El Arca : era tan bonito…; después olvidamos.

            Pasan los años, nos cansamos, nos desgastamos, todo se reviste de monotonía. Y Yahvé dice : " Te llevaré de nuevo a los días de tu juventud, al día en que subiste del país de Egipto. Recuerda la alegría que experimentaste entonces ".

            Imaginad la alegría de los israelitas cuando, después de tantos años, ven el mar abrirse ante ellos y se dan cuenta de repente que son libres. En plena alegría, más importante que la libertad recuperada, es la certeza de que Dios vela por ellos, de que es El quien los conduce y quien está con ellos desde el principio.

            Todos hemos tenido experiencias de esta índole : estamos ante un muro, en una situación imposible, y súbitamente, sin saber como, lo superamos.

            En El Arca, del 10 al 20 % de las comunidades están en crisis al mismo tiempo. Yo lo sé, pero también sé que nunca son las mismas. Las que hoy están en estado de tensión y de pobreza extremas, serán mañana comunidades llenas de vida.

            Así que cuando se supera ese estadio, nos alegramos, damos gracias, y después, enseguida olvidamos. También los israelitas olvidaron enseguida. Y cuando en el desierto, se quedaron sin agua ni alimentos, y el camino les pareció imposible, olvidaron su certeza del pasado y se pusieron a murmurar contra Dios.

            También en El Arca se da la murmuración contra Dios, porque El Arca también es imposible.

            Sin embargo, también sabemos que "nada es imposible para Dios".Estamos constantemente entre dos crisis, como si las crisis fueran necesarias para volvernos una y otra vez hacia Dios.

            Dios nos lleva de nuevo a la exultación del principio, a la certeza de que está ahí y vela por nosotros. Para ello, nos dice "Retiraré de su boca los nombres de los baales", es decir, el nombre de todos los ídolos, las cosas que adoramos en lugar de adorar a Dios, esas cosas humanas como : el dinero, la eficacia, el saber, la reputación, la amistad o incluso la Comunidad, a las que nos apegamos y se convierten en esenciales, a esas cosas de las que decimos : "Sin ellas no puedo vivir".

            Después, el profeta prosigue : "Sellaré un pacto n su favor aquel día con la bestia del campo, con la ave del cielo, con el reptil del suelo ; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y los haré reposar en seguro " ( Os 2, 20 ).

            Resulta extraordinario descubrir esta alianza entre Dios y nosotros, descubrir que dios nos ama y nos protege como a hijos suyos, que nos hace la promesa de la paz.

            Es verdad que, en el mundo, se está lejos de ella. Pero en nuestras comunidades, en nuestras familias, es posible obrar para que ya no haya guerra, ni rivalidad, ni competición, para que el arco, la espada y la violencia sean desterrados, para que cada cual, en su lugar, trabaje para el bien común, y no haya rivalidades ni envidias. Es muy hermoso que la familia o la comunidad se haga un solo cuerpo donde cada miembro sea respetado por lo que es, donde cada cual respete al otro como es.

            " Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad ; y tú conocerás a Yahvé " (Os 2,21).

            Es el final de la promesa.

            El texto comienza con la llamada: "voy a llevarla al desierto" y acaba con el desposorio con Dios, porque "conocer a Yahvé" no es tener un mero conocimiento teórico, sino tener experiencia de su presencia, conocerle íntimamente, como el esposo conoce a la esposa y la esposa al esposo. Conocer a Yahvé es estar en Él y El en mí, de suerte que mi corazón lata al ritmo del suyo, que yo tenga sus mismos gustos, sus mismos deseos, sus prioridades, sus anhelos. Es tener experiencia de ser amado, pero también encontrar en mí, esa nueva fuerza que me ha sido dada en el Espíritu Santo.

            Recuerdo que cierto día recibí una carta de una joven que tenía la sensación  de no haber sido amada nunca. Me decía que, de niña, siempre tuvo la impresión de haber sido concebida por equivocación, de no haber sido nunca deseada. Sus padres solo hablaban de su hermano o de su hermana, pero nunca de ella, como si no existiera; tenía la sensación de haberles molestado siempre y de no ser bienvenida en ninguna parte; por eso, sentía una herida permanente.

            Me escribía: " Cuando iba al colegio, todo el mundo menos yo, tenía amigos. Y me daba la impresión de que ningún hombre podría amarme". Luego seguía : "Un día, cuando iba por un bosque, me senté junto a un árbol, y de repente me embargó la certeza de ser amada por Dios".

            Algo brotó en ella, descubrió que era importante, preciosa a los ojos de Dios.

            Es una experiencia muy fuerte, y tanto más cuando se trataba de una persona que tenía la impresión de no haber sido amada nunca. Era un conocimiento de Dios nuevo e inmediato, que, a la vez, lo cambiaba todo y no cambiaba nada.

            Es importante comprender que esta experiencia del amor de Dios, lo cambia todo y, a la vez, con cambia nada.

            Somos fruto de nuestra historia, la suma de todo lo que hemos vivido desde nuestra concepción; cada acontecimiento, feliz o desdichado, se ha inscrito en nuestra carne, y aunque nuestra memoria no lo recuerde, nuestro cuerpo se acuerda de todo.

            Él lleva la huella de cada herida, de cada rechazo, de cada gesto o palabra que ha podido darnos la sensación de no ser amados, y por lo tanto, culpables. Es extraño lo profundamente enterrado en nosotros que está este sentimiento de culpabilidad.

            La primera vez que un niño pequeño se siente rechazado, simplemente porque no se le escucha, bien porque su madre está cansada u ocupada atendiendo a otro de sus hijos, el niño no comprende, se siente herido, y de la herida nace el sentimiento de que, si no es amado, es porque no es amable, y de que, si es rechazado, es porque es culpable, sin saber bien de que.

            Este sentimiento de culpabilidad le corroe en su interior, mina su confianza, le hace dudar de sí mismo y de los demás, y condiciona muchos de sus actos sin que él se dé cuenta.

            Somos modelados por todas las gracias residas, por todas las rechazadas, por todos los gestos de amor y por todos los gestos de odio o indiferencia, por nuestros fracasos y nuestros éxitos; todo, literalmente todo, se inscribe en nuestra carne.

            Así, la experiencia del amor de Dios que un día tenemos, como la tuvo esa joven, no cambia nuestra historia ni lo que nos ha modelado, pero nos cambia a nosotros, porque nos revela que Dios nos ama, tal como somos, no tal como habríamos querido ser, o como la sociedad o nuestros padres habrían deseado que fuéramos, sino tal como somos hoy, con nuestras debilidades, nuestras heridas, nuestros temores, nuestras cualidades y nuestros defectos. Amados por Dios, tal como somos hoy.

            Y si tenemos la impresión de decepcionar constantemente a los demás, de ser incapaces de responder a sus expectativas, a su confianza, a las esperanzas que han depositado en nosotros; si tenemos la sensación de que hay un desfase entre lo que parecemos ser y lo que somos de verdad, entre lo que nos consideran capaces de hacer y lo que podemos hacer en realidad, entonces es preciso que sepamos que a Él, a nuestro Dios, no le decepcionaremos.

            Él nos conoce exactamente como somos. Él conoce el extraña mundo de tinieblas y luces que nos habita, conoce mejor que nosotros esa mezcla misteriosa que somos, y sabe de que somos capaces. A los demás podemos decepcionarlos porque se forjan sueños acerca de nosotros y nos proyectan en ese ideal; Dios nunca se siente decepcionado porque ama al que soy hoy; Él no vive ni en el futuro ni en el pasado, sino en el presente. Él "es" el presente y me ve en mi realidad presente.

            Recuerdo haber hablado hace unos años a unas religiosas en Inglaterra, y una de ellas me interrumpía continuamente. No me molestaba demasiado, pero yo notaba que se ponía nerviosa y perturbada al resto del grupo. Al final pidió verme a solas y me dijo : "¿ sabe ?, tengo un carácter terrible"

¡ Ya me había dado cuenta !

            Añadió : "Ningún hombre me habría elegido". También eso me pareció verosímil.

            Después me dijo también: "pero él me ha elegido. dios me ha elegido como soy".

            Detrás de aquel "carácter terrible" había una niña muy humilde, una niña amada por Dios.

            El descubrimiento de que Dios nos ama hoy, de que no se siente decepcionado de nosotros y de que hoy nos dice : "sígueme", constituye un gran misterio.

            Nosotros siempre sentimos la tentación de decir : "no soy capaz, no soy digno, no soy bueno…". Pero Dios nos responde : "Yo te amo como eres, y es a ti a quien llamo hoy, a ti, con tus heridas, tus debilidades, tus infidelidades…Y porque me has sido infiel, porque me has olvidado, voy a seducirte de nuevo, a llevarte al desierto para que puedas comprender cuanto te amo; y me conocerás, "conocerás a Yahvé".

            Tomémonos hoy tiempo para escuchar a Dios, sentémonos junto a un árbol donde, como la joven de la que hablé antes, podamos oírle decir: "eres mi hijo amado".

Sí; ¡ somos preciosos para Dios !.

Hacerse amigo del pobre

     Conocer a Yahvé es conocer los secretos de Dios

            Conocer a Jesús es conocer los secretos de su corazón, es conocer la sed de Dios.

            "El tiene sed de que tengamos sed de Él…", dice un bellísimo comentario de San Gregorio sobre la palabra de Cristo en la cruz: " tengo sed ". Jesús necesita que tengamos sed de Él para comunicarnos su Amor.

            Jesús tiene sed de unidad, es el gran deseo de su corazón. Quisiera que releyeseis hoy el final del capítulo 17 del Evangelio según San Juan. son las últimas palabras de Jesús sobre la comunidad, su testamento comunitario, en cierto modo. En el, nos revela la gran sed de su corazón.

            "No ruego solo por estos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno, yo en ellos y tú en mi para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí". ( Jn 17, 20-30 )

            Siempre me emociona ver como vincula Jesús la acogida de la fe n el mundo a la unidad de los cristianos: " Que sean uno para que el mundo crea ".

            Lo que obstaculiza la fe es la división. La división entre las personas, entre los pueblos, entre las iglesias y entre los cristianos impide creer al mundo.

            La división está en el corazón de nuestro mundo.

            Si no tenemos cuidado, puede instalarse enseguida en una comunidad. Basta con dejar alzarse las barreras que nos aislan de tal o cual persona que nos parece insoportable, mientras que otras nos atraen. Si no pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a bajar las barreras, podemos dejarnos encerrar enseguida en una lógica de miedo y exclusión y convertirnos en agentes de desunión en el seno mismo de la comunidad.

            En conjunto, las sociedades humanas se fundamentan en la jerarquía y están construidas como pirámides: en la cúspide, unos cuantos ricos y poderosos, poco numerosos ; en la base, la multitud de los pequeños y los pobres; entre los diferentes estratos, toda una serie de escalas más o menos claramente identificadas y reconocidas, y en lo más bajo, o incluso en el exterior de la pirámide, los marginados, aquellos a quienes la sociedad rechaza.

            En la India son los tribales, cincuenta millones de personas que se encuentran en lo más bajo de la escala, en los Estados Unidos, después de los portorriqueños, son los  "boat people", en Francia o en Irlanda, los nómadas, los gitanos, los inmigrantes.  En todos los lugares y sociedades hay una clase de gente que los demás rechazan, y aun más abajo, en lo más bajo de la escala está la persona discapacitada, de la que suele pensarse que no tiene valor humano, a la que se está autorizando a matar antes de que nazca o a la que se le encierra.

            Casi todas las culturas rechazan a las personas que tienen una discapacidad mental. En África se califica a algunos de "niños-serpientes" y se dice que hay que devolverlos a la serpiente; por esta razón fue abandonada en la selva Inocente, de El Arca de Bouaké, en Costa de Marfil. En China se piensa que las discapacidades de las personas se deben a un castigo divino y que ocuparse de ellas es ir contra la voluntad del cielo. En la antigüedad, en Esparta, Roma o Atenas se mataba a los niños discapacitados; hoy se les sigue escondiendo y muchos son suprimidos antes de su nacimiento.

            En la actualidad no es mucho más claro ni más fácil. ¡ Cuantas no habré oído yo que perdía el tiempo con "gente así"..! O bien se admira a El Arca sin comprender lo que es en realidad. Me dicen : "Es muy hermoso lo que hacen ustedes" o, como me dijo un obispo : "está muy bien que vengan ustedes a mi diócesis; podrán retirar de las calle a todos los locos".

            Esta actitud tan extendida no es, sin embargo, general. Uno de mis amigos tiene un hijo con una discapacidad mental muy evidente. Y un día que estaban juntos en la estación, un mozo de equipaje argelino, le preguntó : ¿"es tu hijo" ?. "Sí respondió mi amigo, y el mozo de equipaje añadió : " Tienes suerte. En mi pueblo, cuando una familia tiene un hijo como el tuyo, sabemos que la familia es bendecida por Alá".

            Recuerdo haber tenido el año pasado la alegría de hablar a los padres de los niños que están en la escuela de El Arca de Ouagadougou, en África, y les dije : "Mucha gente dice que vuestros hijos están locos y, debido a ello, los desprecian o los temen. Pero ¿creéis que Dios dice : "Tú hijo está loco" ?.

            No. Dios dice : " tu hijo es mi hijo amado ". Dios acoge a los que la sociedad rechaza, y los acoge como el tesoro de su corazón.

            Entre el grupo estaba un anciano musulmán de hermoso rostro y luenga barba.

            Yo había observado que jugaba dulcemente con su hijo, que tenia una discapacidad considerable. Levantó la mano y dijo : "Le doy las gracias. Nadie nos había dicho nunca que nuestros hijos son amados por Dios". Se notaba que se le había quitado un peso de su corazón. Entonces le dije : " Veo su rostro, y es un rostro sabio ; noto que Dios está en usted. Muchos padres le necesitan; debe hablar con los padres de los niños discapacitados para que comprendan".

            Con motivo de que en torno de la persona discapacitada se crea un mundo paradójico, no se comprende quien es, en general no se sabe situarse con relación a ella, y su presencia, fuerza a preguntarse por lo verdaderamente esencial.

             En El Arca, lo que hemos descubierto viviendo con discapacitados mentales es algo sumamente precioso, u secreto que nos ha sido confiado : la persona que tiene una discapacidad mental es signo y presencia de Jesús y nos llama a la unidad. Ése es el gran secreto : El pobre es fuente de unidad.

            Una de mis alegrías es ver El Arca y Fe y Luz desarrollarse poco a poco en países con gentes de otras confesiones y constatas que también allí el pobre puede ser fuente de unidad.

            Jesús vino a cambiar nuestras sociedades jerarquizadas, fundadas en la dominación de los poderosos, los hábiles y los fuertes, en un cuerpo donde cada cual tiene su lugar, donde cada cual es reconocido por lo que es, donde cada cual es importante.

            En la Primera carta a los Corintios, Pablo habla de la Iglesia como de un cuerpo en el que cada parte es distinta, y, sin embargo, todas son igualmente importantes,  no solo porque cada una de ellas tiene una función que solo ella puede realizar, sino también porque el sufrimiento de la más mínima parte del cuerpo, hace sufrir a todo el cuerpo. " No puede el ojo decir a la mano : ¡no te necesito!. Ni la cabeza al os pies : ¡ no os necesito !". Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor.  Así, a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros ". ( 1 Co 12, 21-25 )

            También en el cuerpo de la humanidad cada persona es distinta, cada persona es importante y, sin embargo, hay partes del cuerpo social que se ocultan.

            ¿ Cuáles son estas partes del cuerpo social que se ocultan ?. Creo que San Pablo piensa en particular en las personas que tienen alguna discapacidad mental. De ellas se avergüenza la sociedad y el apóstol dice de ellas que son necesarias en la Iglesia y que deben ser honradas.

            Si estaos todos cerca de los mas débiles, la pirámide cambiará poco a poco en cuerpo y, gracias a ellos, viviremos en unidad. 

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